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En mis más de 15 años de ejercicio profesional he participado como asesor jurídico en muchos conflictos societarios. En algunos casos como abogado de los administradores y socios mayoritarios de las organizaciones;  en otros como representante legal de socios minoritarios, “rebeldes” con o sin causa que intentan hacer valer sus derechos con diferentes objetivos. Sin olvidarnos del escenario de “tormenta perfecta”, esto es, dos socios o bloques de socios al 50% y frecuentemente administradores solidarios o mancomunados.

Dicho esto y si bien es cierto que es mucha la casuística en la práctica mercantil, hay algunos consejos que han demostrado una gran eficacia para la inmensa mayoría de los casos.

1.- Quien se desespera pierde

Es raro que un conflicto societario culmine rápidamente. Generalmente se prolongan muchos meses, o incluso años. Algo que juega a favor de quien es paciente y en contra de quien, por necesidad financiera o por su carácter impetuoso, quiere una pronta resolución. Porque las prisas en los conflicto societarios tienen dos efectos muy perniciosos: a) debilita nuestra posición negociadora y b) nos hace cometer errores.

2.- Medir las batallas.

Precisamente por el largo plazo que debe uno plantearse desde la sensatez al abordar la estrategia en la resolución de conflictos societarios y porque los recursos no son ilimitados, cualquier acción judicial que se emprenda debe tener un objetivo muy claro y fundadas razones para prosperar. No es la primera vez, ni será la última, que se emprenden acciones legales por un socio herido en su ego o movido por el calentón del momento. Muy al contario, cada acción legal que se plantee debe, no solamente tener visos más que fundados de prosperar, sino responder a una estrategia clara y bien planificada.

Desgraciadamente en este contexto de conflictos societarios abundan las llamadas “querellas catalanas”. Esto es, acciones penales interpuestas con la supuesta finalidad de perseguir un delito pero cuyo objetivo no es otro que negociar con la misma sobre la mesa, una vez minada con la moral del contrario por todo lo que supone. Una estrategia nada deontológica que aprovecha además la lentitud el proceso penal y su instrucción cual espada de Damocles, ya que para cuando se archive el proceso o bien se obtenga una sentencia absolutoria habrá pasado largo tiempo.

3.- Pensamiento pragmático.

Muy relacionado con los dos consejos anteriores llega el tercero: una buena estrategia legal y de negociación requiere dejar de lado las cuestiones personales, lo que nos apetece o no decir para desahogarnos y los egos. Lo importante es seguir escrupulosamente la estrategia diseñada y el consejo de nuestros asesores mercantiles. Cualquier error o desvío en este sentido puede salirnos muy caro.

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