Este ensayo se centrará en analizar el impacto que ha tenido la ya conocida herramienta Internet en el negocio del mundo jurídico, una aportación reciente y novedosa en el sector. Se examinarán las diversas herramientas que han facilitado el trabajo antes interminable del jurista, sobre todo a la hora de redactar informes y estudiar sentencias. Estudiaremos también más a fondo una máquina de inteligencia artificial que está revolucionando el sector y que está causando furor, resaltando no obstante las posibles consecuencias negativas de su utilización.
Parece evidente que la revolución tecnológica ha innovado la profesión del jurista en prácticamente todos los ámbitos, pasando de ser un abogado tradicional a un abogado casi digital. Esto se debe en gran parte a la globalización y a los grandes cambios socioeconómicos de las últimas décadas, cómo la expansión de los mercados y en consecuencia el incremento de la competencia, que han obligado al jurista ser más global y flexible en su trascendencia, permitiéndole así romper con las barreras del Derecho puramente nacional. Para lograr esto y para poder competir en este nuevo mundo legal, el jurista debe valerse de la útil herramienta que supone internet, que pese a no ser algo novedoso, su utilización en el sector legal sí lo es.
En los últimos años, el conocimiento normativo se ha vuelto algo prácticamente inabarcable debido al exceso de leyes en vigor, algo que se complica con la descentralización de la producción normativa, ya que el jurista no sólo debe dominar las leyes de su propio país sino también las de la UE y las de Derecho Internacional Público. Por lo tanto, el jurista competente será aquel que pueda dominar con fluidez las herramientas que le proporciona internet para así poder facilitar su trabajo. Hace unos años IBM, una de las compañías de información tecnológica más grandes del mundo, creó un robot de inteligencia artificial llamado Watson con el objetivo de potenciar la interacción de forma natural entre una máquina y un humano, y que poco a poco se está convirtiendo en el asistente virtual perfecto para muchos juristas. Gracias a la reciente incorporación de ‘Watson tone analyzer’, la maquina es capaz de escuchar una pregunta, independientemente del acento o calidad auditiva, analizando incluso el tono del mensaje. Una vez haya hecho esto, Watson busca en las fuentes más relevantes conforme al repositorio proporcionado por el profesional y finalmente facilita una lista de documentos ordenados junto con las justificaciones que le han llevado a proponer esas respuestas. De esta manera la herramienta puede hacerle ver al usuario que, si no recibe la información que esperaba, puede que esté planteando o formulando las preguntas de una manera incorrecta y así motivándole para que considere su problema desde una perspectiva innovadora. Por lo tanto, esta máquina es experta en mostrar y relacionar una cantidad inabarcable de datos, cómo pueden las múltiples leyes en vigor en diversos países, y así poder potenciar la capacidad de los juristas, y el que no lo domine podría quedarse relegado a un segundo plano.
El problema con herramientas como Watson es el alarme que están causando entre los juristas, ya que siempre está el miedo de que acabe suplementando completamente la capacidad humana, aunque muchos aluden al hecho de que con este tipo de herramientas sólo va a variar el perfil profesional que se busque. Otro riesgo de una utilización excesiva de la inteligencia artificial es la dependencia que puede llegar a crear, y que en casos podría acabar reemplazando de manera total los aspectos más rutinarios de la actividad mental, cómo puede ser el razonamiento humano por ejemplo. Esta herramienta debería ser sólo un complemento útil para el conocimiento profesional, y no su erradicación. En general el jurista, y cualquier profesional, deberían utilizar Internet de manera sensata y responsable, para así evitar que esta herramienta tan beneficiosa se convierta en un enemigo.
Marta Vicioso Benítez, estudiante de Derecho y Relaciones Internacionales en la Universidad Pontificia de Comillas.
Referencias
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