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¿Has oído hablar de los 'Kleptocracy tours'? ¡Escucha con atención: es una idea revolucionaria! (ojalá fuese mía). Imagínate a un “tour-operador” que organiza una visita guiada por algunos inmuebles singulares de la “cleptocracia hispana”, la corrupción rampante, el saqueo a los ciuidadanos desde el poder, bien en Marbella (Roca, Pantoja, Gil), Madrid (incluida la sede de la Fundación Noos, por ej.) o Barcelona (no me perdería la casa de los Pujol, un suponer).

En Londres puedes unirte a un “Kleptocracy tour” el próximo 12 de abril. Un grupo de periodistas aguerridos y expertos anti-blanqueo, alrededor de ClampK.org (Campaña para una legislación contra el lavado de dinero con adquisición de inmuebles por cleptócratas), te conducirá por alguna de las mansiones más impresionantes de los magnates rusos en Londres, al tiempo que te explicará el papel de los llamados “conseguidores” (banqueros, abogados, agentes...).

El primer tour, el pasado 4 de febrero, se anunciaba como un espectacular recorrido de 3 horas por el corazón de Londres, en un lujoso autobús; y los anfitriones, comandados por Vladimir Ashurkov (Russian Anti-Corruption Foundation), explicando los detalles más escabrosos.

La iniciativa no tenía, no tiene, por objeto “cotillear” sobre la vida de los mega-ricos; el fin era y es mostrar como a multimillonarios, “billionaires”, de Rusia, Ucrania o Kazahstan, se les ha permitido comprar propiedades suntuarias en Londres con dinero “dudoso”, y operar libremente en la capital.

Tras una campaña más ortodoxa reclamando transparencia en la propiedad inmobiliaria que se topó con los “muros de la inacción gubernamental”..., ¡tocaba ponerle imaginación al asunto!

Es un dato que el Reino Unido, Londres en particular, se ha convertido en un foco de atracción de “oligarcas” de distintos orígenes, pero esencialmente rusos. Muchos londinenses celebran las inversiones multimillonarias del dueño del Chelsea en fichajes; pero parece que no todo el mundo se contenta con la euforia de los goles para tapar todo lo demás...

Londres es una ciudad cosmopolita, global, con atractivos suficientes para que muchas de las “nuevas” fortunas del planeta se instalen por allí. Pero, ¡que curioso!, el “atractivo definitivo” para engatusar a mega-ricos de múltiples orígenes tiene una base tributaria indudable: el régimen de “non-doms”, personas que se instalan en Londres y son “residentes” en Inglaterra a efectos fiscales pero que, en virtud de este régimen, tributan solo por la renta local o por el dinero que introducen en el país, quedando sin tributar las rentas mundiales no británicas que no sean remitidas al Reino Unido (“remittance basis”).

El régimen de “non-doms” es muy interesante “world-wide” y permite planificaciones fiscales de las más “limpias” que existen, de “votar con los pies” (ya sabes aquello de que o te quitan “la bolsa” -impuestos confiscatorios- o te quitan “la vida” -tienes que hacerte una nueva en otro sitio-); pero cuidado, porque tanto en Irlanda como en Reino Unido, el Convenio de Doble Imposición tiene un protocolo específico para evitar que las rentas españolas queden sin tributar: cuando no tributen en el lugar de residencia (Irlanda o Reino Unido), tributarán en España...

Es decir, no solo es que, como dicen en “clampK.org” se les “haya permitido comprar”..., sino que se ha atraído activamente su llegada a Londres con “medidas gubernamentales”.

Claro, si el atractivo y “blanqueador” régimen de “non-doms” va acompañado de una extra-lasa política de prevención del blanqueo de capitales..., ¡voilà!

Por otra parte, ¡que nadie se escandalice!; y que nadie rumie ¡estos ingleses! Aquí todo el mundo “aplaude con las orejas” cuando un oligarca ruso, un jeque de Arabia o un tiburón financiero de China “salvan” al club de futbol de su ciudad, compra una empresa en quiebra para reflotarla y “mantener empleo”, o pone miles de millones de euros para evitar la ruina de un emblemático edificio en el centro de la ciudad. ¿De donde viene el dinero? ¡No importa! Seguro que de negocios limpísimos, según los criterios de “limpieza” de los países de origen..., ¿quizás estarían en la cárcel si se aplicasen los criterios “de aquí”?

Bien. Llego a todo esto pasmado al leer un curioso titular en “The Guardian” el pasado 2 de marzo: “'Kleptocracy tours' expose state failure to stop dirty money buying up London”. El artículo, firmado por Roman Borisovich, constituye una descarnada exposición de las miserias y las dobleces de estos Estados modernos y los gobernantes de turno, hipócritas, cínicos, incapaces, complacientes con los cleptócratas y opresores con los oprimidos.

El artículo destila elementos hilarantes: más de 36.342 inmuebles en Londres con propietario desconocido, oculto tras compañías “offshore”..., como para que el autor afirme algo así como que “las propiedades en Londres se han convertido en la divisa de reserva del crimen internacional”. Duro, ¿eh?

¿Y el Gobierno británico? Pues la gran aportación de Cameron, parece ser, es la de ser el anfitrión de una conferencia internacional anti-corrupción, en Londres, el próximo mayo (Global Anti-Corruption Summit). ¡La foto!

Bien, hasta aquí ya habría suficiente para indignarse un poco. Pero “mi tic” es siempre cruzar, hibridar, puntos de vista.

Porque, asumiendo la laxitud del gobierno británico en la lucha contra el blanqueo de capitales (y no es difícil asumir esta premisa), ¿como encaja con esto el hipertrofiado intervencionismo del Estado inglés en otros aspectos (y digo inglés, no francés o español)? ¿Han oído hablar de los inspectores de basuras, que multan a los ciudadanos que “no reciclan adecuadamente”?

Pero para centrarnos un poco más, ¿como encaja con esta “laxitud antiblanqueo” la sobreactuación para la galería en lo relativo al control fiscal y a la lucha contra las multinacionales y los bancos?; ¿como puede ningún responsable político estar firmando FACTA, haciendo bandera de la iniciativa en el G-20 contra el desvío de bases imponibles (BEPS) de las multinacionales, abrazándose a “Falciani” y rasgándose las vestiduras con las cuentas suizas..., al tiempo que convierte “su metrópoly” en la capital del “blanqueo inmobiliario cleptocrático”?

No voy a detenerme en los ejemplos, desde el “Diverted Profits Tax” y el “Bank Levy”, al reciente acuerdo con Google y otras multinacionales.

Esta iniciativa de los “Kleptocracy Tours” y esta denuncia de las “dobleces del Estado moderno”, tiene un interés superior, es una expresión más de la grave crisis estructural de la sociedad occidental moderna. Nuestras “instituciones” se han instalado en un relativismo pasmoso y en un posibilismo, pragmatismo, vergonzoso. ¡Aquí todo va de votos y de pasta! ¿Justicia? “- Pardon?”

Fíjense, los mismos “Estados modelo” que son incapaces de poner coto a la corrupción salvaje (en España) o al blanqueo cleptocrático ex-soviético (en Reino Unido), luego son ultraeficientes en “estrujar” al autónomo y a la PYME familiar; y ultraescrupulosas en que si un papel se presenta fuera de plazo la multa será clarísimamente disuaroria (a costa de la calefacción de los hijos del autónomo, por “amarillear” un poco). El jerarca ruso o el magnate chino con fortunas de origen cuestionable (en parámetros de blanqueo hispanos) son bienvenidos y honrados; pero si alguien -un profesional de éxito ya en retirada- se asocia con alguien sin hacer pasar por rayos X todas las fuentes de ingresos de éste, o sin prestar extrema diligencia a todos los requisitos de “compliance”..., ¡esté sí entrará en prisión y terminará su exitosa vida profesional arrastrado por los juzgados y la vergüenza! (caso real, una vez más).

Esta es la esquizofrenia, tan conveniente, del Estado moderno. Estado moderno en el que al final todo son votos (una campaña de opinión pública es la única forma de “mover conciencias”) y todo es la pasta (vale la pasta de los jerarcas rusos y es imprescindible toda la pasta que se pueda extraer de los pringadillos residentes). ¡Cosas veremos!




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