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Àlex Gutiérrez Páez

Barcelona, 13 abr (EFE).- Un portal web que comenzará a funcionar a finales de mayo publicará reseñas que quieran aportar inquilinos sobre sus arrendadores en Barcelona, con el fin de que los próximos arrendatarios que estén buscando piso tengan información sobre los caseros antes de tomar una decisión.

Después de sentirse ninguneada por la propietaria del piso que alquiló junto con otras tres amigas en el distrito de Sarrià-Sant Gervasi de Barcelona entre 2021 y 2022, Maria Campins, de 23 años, asegura a EFE que, de haber sabido cómo era la arrendadora, nunca hubieran vivido allí.

"Era un piso muy grande, aunque algo antiguo. Eso sí, el precio no estaba mal, así que lo alquilamos en septiembre", recuerda la mallorquina, aunque menciona que, al ser tan antiguo, "poco a poco se fueron rompiendo el grifo, la lavadora y la vitrocerámica".

El problema llegó cuando, en lugar de ofrecerse a pagar los desperfectos de su propio inmueble, la propietaria desatendió sus llamadas y fueron ellas mismas quienes tuvieron que poner dinero de sus bolsillos, concretamente 400 euros entre las cuatro.

"No es solo la pérdida de dinero, sino también la angustia de pensar que si sucede algo en el piso no puedes contar con la propietaria ni con la inmobiliaria", afirma Campins.

Tras esa mala experiencia, la joven, que finalizó sus estudios universitarios en 2022 y vuelve a vivir en Mallorca, destaca que ahora, antes de dar el sí a un piso, considera una prioridad conocer previamente sus condiciones y el trato con los dueños.

Por casos como este, el Instituto de Investigación Urbana de Barcelona (IDRA) lanzará la web Reviu, que pretende fomentar que los usuarios compartan reseñas de los pisos que alquilan en Barcelona para que sean de utilidad para futuros arrendatarios.

Falta de transparencia  

Una situación similar vivió una inquilina que prefiere mantenerse anónima y quien, tras irse a vivir sola justo después del estallido de la pandemia de la covid-19 en un piso del distrito barcelonés del Eixample, se dio cuenta de que el inmueble no tenía la cédula de habitabilidad.

"Después de casi vender mi alma para cumplir con los requisitos para alquilar el piso, al poco tiempo de entrar me di cuenta de que la inmobiliaria lo había estado alquilando como oficina, así que legalmente no podía vivir allí", recuerda la arrendataria.

Al saberlo, llamó a la inmobiliaria y le dijeron que lo habían hecho para que se lo pudiera desgravar y que eso le supusiera un beneficio económico, una respuesta que le pareció "una vergüenza".

Esta situación se sumó a otros percances que tuvo con la agencia, relacionados, al igual que el caso de Campins, con el pago de desperfectos en la vivienda.

"Me he llegado a enfrentar a situaciones tan inverosímiles como encontrarme una gotera en el techo y que me digan que yo tengo que hacer frente al gasto por mal uso, o que cuando se me rompió la caldera, dijeran que era mi culpa por usar agua demasiada caliente", recuerda la inquilina, que sigue viviendo en ese piso.

Es por eso que celebra la llegada de una herramienta como Reviu.

"Si sale adelante este proyecto, cuando abandone el piso pondré una reseña para que los siguientes que vengan tengan muy claro tanto las condiciones reales del inmueble como el trato que tienen la inmobiliaria y la propietaria con los inquilinos", subraya esta vecina del Eixample.

Desde el IDRA, que anunció el pasado 3 de abril esta nueva herramienta y que prevé lanzarla a finales de mayo, hacen hincapié en que el mercado de la vivienda presenta una "asimetría de la información".

"En este caso, el beneficio es claramente de las inmobiliarias, las únicas que ofrecen información pública a través de portales privados", cuenta a EFE Jaime Palomera, codirector del IDRA y fundador del Sindicato de Inquilinas de Barcelona.

En Barcelona, según Palomera, más del 70 % de la oferta está en manos de inmobiliarias y un 25 % se lleva a cabo mediante trato directo, es decir, pequeños propietarios que buscan "contactos de confianza".

A su vez, una encuesta que hizo el instituto el año pasado reveló que, en los últimos cinco años en Barcelona, el 70 % de las personas que viven en una vivienda de alquiler han cambiado de piso una vez.

La propuesta ya ha alcanzado casi la financiación mínima (11.000 euros) para sacarla adelante en menos de una semana desde su anuncio.

Así, sus impulsores creen que está teniendo una buena acogida y no descartan en un futuro ampliarlo a más municipios de Cataluña.




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