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Atípicamente, termino un juicio en Barcelona a una hora razonable por causa de haberse celebrado con cierta puntualidad. Miro el reloj y veo que me da tiempo a ir a otro Juzgado del área metropolitana a recoger unos Autos para formalizar un recurso de suplicación. Y para allá que me voy. No pillo atascos y mi maltrecho cuerpo entra por fin en la dependencia judicial. Mire que vengo a recoger los Autos nº xxx/2022 ( si, del 2022) para formalizar el recurso que tengo anunciado. La funcionaria que me atiende, localiza el expediente judicial en la estantería habilitada para ello e inicia los trámites para consumar la entrega. Que si el carnet profesional, que si voy preparando la diligencia, que si hay que firmar en el Libro de Conocimientos (… aún existen… y se siguen utilizando, por lo menos por estas latitudes …). Y llega el momento de hacerme la solemne entrega. Pero, justo en aquel instante, la funcionaria se da cuenta de que los Autos no están debidamente foliados. Sólo lo están en parte.

La acción de foliar el expediente judicial, es un menester que, por su propia naturaleza, se realiza siempre en la intimidad de la dependencia judicial. Pero en esta ocasión, la funcionaria decidió desmelenarse y hacerlo en el mismísimo mostrador de atención al público y profesionales. Nunca antes, en mis casi cuarenta años de ejercicio profesional, había podido presenciar en vivo y en directo, el foliado en cuestión: Con sensibilidad exquisita, la funcionaria fue numerando uno a uno, con caligrafía cuidada y precisión milimétrica todos y cada uno de los folios que faltaban por foliar y no solo eso, además lo hizo de menor a mayor, consiguiendo de este modo un crescendo que poco a poco se acercaba al climax del infinito. Para rematar la acción, además, inició una amena conversación, en el curso de la cual hablamos de lo humano y lo divino, como si fuésemos conocidos de toda la vida. De este modo, pude gozar uno de los momentos más encantadores que uno pueda vivir en una sede judicial y ello, a pesar de que el foliado no fue completo. Imaginaros si llego a tener el privilegio de poder presenciar el foliado íntegro de todo el expediente desde el principio hasta el fin.

Lamentablemente, la cosa terminó al llegar al folio 635, así que ya podéis imaginaros la magnitud de lo que me espera este fin de semana, cuando, repuesto del magnífico momento, me toque formalizar el recurso.




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