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INTRODUCCIÓN

El pasado fin de semana cuatro mujeres y dos niños fueron asesinados en tan solo 24 horas. Los feminicidios evidencian, una vez más, que los casos se disparan con la llegada de periodos vacacionales, aunque las alarmas se han disparado en las últimas horas por la concentración de los asesinatos y el golpe que ha supuesto también para la violencia vicaria, que ya anota su peor dato: nueve menores asesinados en lo que va de año por violencia de género.

Las plataformas 25N y 8M (Plataforma contra la Violencia de Género 25 de Noviembre y Plataforma 8 de Marzo) de Granada han comunicado su condena y su “más absoluta repulsa e indignación por el asesinato machista de nuestra vecina y su madre en Zafarraya” y han denunciado que estas muertes “guardan relación con las desigualdades estructurales existentes entre mujeres y hombres”, así como “con las ideas aún arraigadas en nuestra sociedad que justifican o se muestran complacientes con este tipo de delitos y las causas que lo sustentan”.

Llegue o no el verano la realidad es que la violencia machista está aumentando a pesar de las supuestas medidas de protección, las leyes y las ingentes cantidades de dinero que se destinan para erradicar esta lacra. La pregunta entonces sería ¿qué estamos haciendo mal?

ALGUNAS MEDIDAS PARA LUCHAR CONTRA LA VIOLENCIA DE GÉNERO

La Ley Orgánica 1/2004, de 28 de diciembre, de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género vino a regular la violencia machista y sus sucesivas reformas han venido a reforzar y mejorar la protección,  sin embargo, la realidad es que muchas de las mujeres asesinadas no habían denunciado y las que si lo habían hecho se habían encontrado con una total desprotección. Una de las mujeres fallecidas  había denunciado y de hecho su maltratador estaba pendiente de ingreso en prisión.

Además el Consejo de Ministras y Ministros aprobó en el año 2021 un  catálogo de medidas urgentes con el  Plan de Mejora y contra la Violencia de Género. En este sentido, se propusieron  un conjunto de medidas encaminadas a la sensibilización de la sociedad, del entorno de las víctimas de violencia machista, detectar de forma temprana la violencia en servicios públicos de proximidad, apoyar la autonomía de las mujeres para que rompan con la violencia, proteger a los niños y las niñas frente a la violencia y reforzar la protección y la seguridad de las víctimas en riesgo, con y sin denuncia.

Sin embargo, las muertes continúan y el abandono de muchas víctimas es evidente.  Si denuncian todo es gestionado por profesionales,   y  ellas poco o nada tienen que decidir pero además se pueden  arriesgar a no ser creídas o no recibir la protección suficiente con lo que al ver el peligro, lo que hacen es retirar la denuncia o simplemente evitar denunciar.  Las medidas del gobierno en el año 2021 hablaban de formación a los profesionales que están en contacto con las víctimas y sensibilización, además de apoyo a víctimas que no denuncien. ¿Pero cuál es la realidad? La realidad por poner un ejemplo puede ser la siguiente:  si por cualquier cosa te da miedo denunciar, abandonas tu hogar con tu hija y te vas con tu familia, los operadores jurídicos que deben estar sensibilizados como no has denunciado y aunque lo hagas después no te van a creer, pensarán que lo haces para quedarte con tu hija y te van a obligar a regresar a la misma ciudad, para que tu ex pareja y maltratador pueda disfrutar de una custodia compartida.

 Esto que acabo de relatar no es un caso imaginario sino que son supuestos reales de mujeres maltratadas que además tienen que soportar que sus hijos e hijas interactúen con los maltratadores con el miedo a que ellos sean las siguientes víctimas. Como este ejemplo existen muchos otros que denotan falta,   no ya de formación de los profesionales sino de sensibilización y empatía, pero además una absoluta descoordinación entre los profesionales que deben actuar en estos casos, esto es jueces, fiscales, policías… .  Entiendo que existen muchos asuntos y que de alguna manera hay que establecer prioridades pero de verdad la vida de una víctima no puede depender de un sistema en el que meten tus datos, antecedentes, circunstancias etc. y después te dice si tienes riesgo alto, no alto o nulo. Desgraciadamente la tecnología moderna no puede conocer los impulsos de las personas, aunque pensamos que somos seres racionales,  somos mucho más emocionales y tomamos decisiones que en muchas ocasiones son imprevisibles.  El sistema viogen puede ser una herramienta que ayude en los casos pero no debería ser decisiva, cuando está en riesgo en muchas ocasiones no solo una mujer sino también unos niños. Una  de las mujeres asesinadas este fin de semana estaba en el sistema viogen pero no apreciaron riesgo porque a pesar de que ponía denuncias luego las retiraba, quizá solo quizá,  si existieran programas adecuados de atención a víctimas que en un espacio seguro las escucharán podrían haber entendido los motivos que la llevaba a hacer eso, y se podría haber intentado otras opciones. Pero desgraciadamente el sistema todo lo burocratiza, uniformiza  y unifica como si las víctimas fueran todas iguales y sus circunstancias pudieran ser todas las mismas.

Como he comentado se aprecia falta de coordinación entre todos los profesionales implicados en la detección y la lucha para erradicar estos delitos, además por los muchísimos casos que conozco aprecio que se tienen muchas reticencias a la hora de creer a algunas mujeres, se retiran órdenes de alejamiento cuando todavía no ha disminuido el riesgo, se cuestiona si existe violencia, e incluso se obliga a madres a permitir las visitas de su maltratador con sus hijos a pesar de los riesgos evidentes. ¿Existe formación? Puede que si pero parece que no hay medios suficientes, o que existe cierto temor a aplicarlos por parte de ciertos profesionales. Si los que están leyendo esto escucharan los testimonios de muchas mujeres maltratadas entenderían porque muchas de ellas finalmente no denuncian.

Asimismo existen ingentes subvenciones para la lucha contra la violencia de género, pero en la mayoría de los casos se está financiando campañas de sensibilización, carteles y más  carteles en los juzgados y en los medios de comunicación. ¿En serio pensamos que esto es suficiente? ¿De verdad que creemos que con esto estamos ya luchando para erradicar esta lacra? Las mujeres que sufren violencia deben confiar en el sistema para denunciar, y desgraciadamente no está pasando. Deberíamos reconsiderar cómo destinamos el presupuesto para prevenir y erradicar la violencia machista porque por ejemplo por poner carteles durante las fiestas en una ciudad en la que se anima a denunciar, solucionamos poco o nada,  tan solo permite a la entidad que recibió la financiación justificar los gastos que han realizado.

ENFOQUE RESTAURATIVO EN LA LUCHA CONTRA LA VIOLENCIA MACHISTA

Lo primero que tengo que decir es que las ideas erróneas sobre justicia restaurativa están limitando las intervenciones para ayudar  a víctimas de maltrato  e intentar prevenirlo. Es increíble como aún hoy se continúa diciendo que la justicia restaurativa está prohibida en violencia de género.

En nuestro país la Ley Orgánica de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género señala que no cabe mediación en los procesos tramitados ante el juzgado de violencia sobre la mujer (artículo 44.5). En este mismo sentido el Convenio del Consejo de Europa sobre prevención y lucha contra la violencia contra las mujeres y la violencia doméstica más conocido como el Convenio de Estambul en su artículo 48.1 establece que  “las partes adoptarán las medidas legislativas o de otro tipo necesarias para prohibir los modos alternativos obligatorios de resolución de conflictos, incluidas la mediación y la conciliación, en lo que respecta a todas las formas de violencia incluidas en el ámbito de aplicación del presente Convenio”. Además, incidiendo en esta prohibición de la mediación, la ley 4/2015 del estatuto de la víctima del delito (modificada por LO 10/2022 de garantía de la libertad sexual) reitera en su art. 3.1: “En todo caso estará vedada la mediación y la conciliación en supuestos de violencia sexual y de violencia de género”.

Todas y cada una de las referencias a prohibiciones lo son a mecanismos alternativos de solución de conflictos como la mediación y la conciliación, pero no hay una sola a la supuesta prohibición de usar justicia restaurativa en casos de violencia de género. Desgraciadamente la confusión entre mediación y justicia restaurativa lleva a feministas, catedráticos y otras voces supuestamente autorizadas a negar y justificar que no se puede intervenir en estos delitos con la justicia restaurativa. Esta confusión es alimentada por asociaciones de mediación que utilizan en sus discursos como si fuera lo mismo la justicia restaurativa y la mediación, no se puede hablar de mediadores profesionales y de justicia restaurativa porque un mediador debe tener formación en justicia restaurativa para poder ser facilitador. La ley de eficiencia procesal que entrará en vigor según el gobierno de España en diciembre contempla precisamente medios alternativos de controversias para además agilizar los juzgados, sin embargo, asociaciones conocidas de mediación hablan de que por fin se cumple lo que han reclamado:  más ”modelos restaurativos”. Y para colmo nuestro ministro de justicia al presentar un libro de mediación habla de las bondades de la mediación en cualquier ámbito, incluida la penal  y no contento con ello habla de la mediación penal a través de la justicia restaurativa. Con estos antecedentes no me extraña que muchas mujeres piensen que la justicia restaurativa es algo negativo, si no supiera qué es la justicia restaurativa  y leo estas noticias de asociaciones de mediación y  políticos pienso que se utiliza para agilizar los juzgados, que es una alternativa al proceso penal y que además minimiza el daño sufrido. ¿ Quién va a estar a favor de  la aplicación de la  justicia restaurativa con estas premisas? Por supuesto que nadie, y  es más para corroborar esta negativa hablan del desequilibrio de poder que hay entre maltratador y maltratada y la imposibilidad de que esto puede gestionarse de una forma adecuada para las víctimas. Estas cuestiones son las propias que hay que tener en cuenta en un proceso de mediación que haya equilibrio entre las partes, si no es así, el mediador debe equilibrar la situación con caucus u otras herramientas del mediador.

Sin embargo, en justicia restaurativa siempre hay cierto desequilibrio (mayor en delitos como la violencia de género)  y es así porque no tenemos dos partes sino una persona que ha sufrido daños y otra lo ha causado.

A todos los mediadores del mundo, que son tan cautos y profesionales y reclaman que todos los mediadores tengan formación adecuada y continua les diría que los facilitadores también somos profesionales formados, que dedicamos mucho tiempo a mejorar en nuestro trabajo con cursos, y herramientas restaurativas que nos permitan facilitar procesos restaurativos de la mejor manera.

 Por tanto, por ser mediadores no les hace ya ser facilitadores, y flaco favor nos hacen cuando mezclan e intercambian nombres de mediación y justicia restaurativa somo si fueran lo mismo.  Es más ni siquiera debe existir un encuentro conjunto para hacer justicia restaurativa,  por tanto, todas las reticencias y miedos que hay al pensar en el uso de la justicia restaurativa en violencia de género, solo están en las mentes de personas que no saben lo que es esta justicia, porque las informaciones de prensa, los artículos de opinión de mediadores e incluso algunas investigaciones se centran en el presupuesto erróneo de que la mediación y la justicia restaurativa son lo mismo.

Lo primero que se debería pensar en casos de violencia de género es que se debe escuchar a las víctimas, se las debe preguntar . El hecho de decidir qué es o no conveniente para una víctima por sufrir un determinado delito, ya es en sí mismo una forma de micromachismo, “papa estado”  decide lo que es mejor para ti. Esta percepción de las víctimas en general y de las de violencia de género en particular debe desecharse. Una necesidad muy reclamada por las víctimas es recibir información y tener la oportunidad de ser escuchadas por tanto, lo lógico será ofrecerlas todas las opciones que el sistema tiene para que ellas mismas con el apoyo o asesoramiento que requieran ,  puedan decidir lo que necesitan o quieren.

Los procesos restaurativos no son mágicos sino que requieren tiempo y preparación, si se planteara un encuentro conjunto, antes se realizará la preparación con el maltratador y con la víctima, no se trata de una sesión o dos, se trata de un proceso en el que se trabajará la asunción de responsabilidad del maltratador, que vea el impacto de sus acciones. Y esto a nadie puede escapar que no es algo sencillo, en muchos casos para lograr una cierta responsabilidad, se necesita derribar los presupuestos, sus valores y creencias sobre qué es ser hombre, la masculinidad etc. No es una tarea fácil y no se logrará en todos los casos, por eso no habrá una reunión conjunta hasta que no se logre esto en el maltratador. Pero además por otro lado, se trabajará con la víctima, para que sea capaz de entender sus necesidades, si sería importante para ella este encuentro conjunto, su seguridad y un largo etc. que por cuestiones de espacio no voy a enumerar. En definitiva, trabajar procesos restaurativos en violencia de género, requiere especialización de los facilitadores y tiempo. Y por supuesto, en todo caso, no reduciría la pena impuesta sino que sería un complemento especialmente si el delito es considerado grave.

Pero si no fuera posible este encuentro conjunto, se pueden realizar otras intervenciones restaurativas que ayuden a las victimas a encontrar estos espacios seguros que el sistema no tiene para contar su historia (sin sentirse interrogada), sus necesidades, lo más duro para ella y en general, que tendría que pasar para que se sintiera reparada o al menos compensada en los daños sufridos.  Estos serían los programas individuales (que muchas personas piensan que son entrevistas individuales) y que trabajan con un grupo de afectados por el delito bajo los principios de la justicia restaurativa, no sustituyen a la asistencia psicológica sino que serían un complemento a esta. Estos programas de justicia restaurativa se diseñan con unos objetivos claramente restaurativos, y en general no existe este encuentro conjunto.

Como facilitadora de uno de estos programas Ave Fénix dentro de la comunidad y para víctimas de violencia sexual, género y otros delitos ideológicos puedo afirmar que son una herramienta muy potente para completar el proceso de sanación de las víctimas.

 Y sigue siendo justicia restaurativa, aunque claro no vende tanto porque no hay encuentro conjunto, ni usamos la palabra mágica del perdón (porque una vez más hay que decir que perdonar no es objetivo de la justicia restaurativa, si acaso puede ser una consecuencia beneficiosa en algunos supuestos) Y estos mismos programas restaurativos deben realizarse con maltratadores. Por mucho que destinemos grandes cantidades de dinero a víctimas, necesitamos intentar que al menos algunos maltratadores rompan el ciclo de violencia y decidan no volver a delinquir. Soy consciente que no todos se reinsertaran pero cuantos más lo hagan menos futuras mujeres, niños y niñas víctimas existirán. Y aquí debo decir que los cursos que se ofrecen a maltratadores y a muchas personas ofensoras pueden ser importantes pero un curso no es un programa, se necesita algo más y ahí es donde la justicia restaurativa puede ayudar. Los procesos restaurativos utilizan herramientas que ayudan a las personas ofensoras a reflexionar sobre lo realizado, cuestionarse si en realidad lo que hicieron era lo correcto e incluso plantearse si su escala de valores no era la correcta (algo esencial en delitos como la violencia de género, homofobia, violencia sexual…).

CONCLUSIONES

Los que afirman con rotundidad que no se puede usar la justicia restaurativa en casos de violencia de género es porque desconocen no solo qué es esta justicia y sus diferentes aplicaciones sino porque ni siquiera se plantean cómo trabajamos en estos casos. No es sobre negociación, no conciliamos, no mediamos. Facilitamos espacios de reflexión para que las personas cuenten su historia y sus necesidades, el solo hecho de dar voz a las víctimas de violencia de género supone un empoderamiento que rara vez consigue la justicia tradicional, Esto por si solo es sanador. Por tanto, si lo realizado hasta ahora no está funcionando, deberíamos repensar qué es lo restaurativo, y cómo existen diferentes actuaciones potencialmente beneficiosas no solo para las víctimas sino para muchos maltratadores. Como dijo una de las participantes en nuestro programa de justicia restaurativa  Ave Fénix: “ es la primera vez que me he sentido escuchada de verdad y que he visto que mi opinión importa”. No todos los maltratadores ser van a reinsertar pero las mujeres se hacen más fuertes. Para esto, es importante y  una vez más lo debo decir: la ética. Si eres mediador, estás capacitado para hacer mediación pero no para hacer justicia restaurativa. De hecho, en justicia restaurativa, nunca se logra se experto porque al trabajar con personas que han sufrido o causado daños siempre es importante seguir aprendiendo para no dañar más con nuestras intervenciones.




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