Marissa Meyer, CEO de Yahoo, anuncia un plan estratégico que incluye la supresión de 1700 empleos, tras registrar unas pérdidas de 4.400 millones de dólares en el último trimestre de 2015. En Madrid, Milan, Buenos Aires, México D.F. y Dubai, un montón de empleados van a pasarlo mal. Los accionistas de Yahoo están singularmente enfadados..., ¡pierden y mucho!
George Osborne, ministro de hacienda del Reino Unido, valoraba el acuerdo con Google (el buscador aceptaba pagar 130 millones de libras por los impuestos de los últimos diez años), en twitter y desde Davos, como una victoria de la política tributaria de su Departamento. Tan contento estaba el Sr. Osborne, que la Comisaria de Competencia, la sin-par Margrethe Vestager, inmediatamente saltó al escenario para anunciar una investigación, un expediente por ayudas de Estado: ¿es una victoria por los impuestos que se cobra, o es un regalo en modo de “ayuda de Estado”?
¿Por qué todos hablan de los impuestos de Google y nadie habla de los impuestos de Yahoo?
El control de la agenda de comunicación y la ignorancia buscada a sabiendas, la desinformación artera, están detrás de muchas de las cosas que ocurren en nuestras sociedades “tan avanzadas” (para algunos), ¿no?
Dentro de este contexto de “verdades oficiales” que ocultan “realidades que mejor nadie mencione”, vamos a comentar un pequeño “Truco de Estado”. Me gusta referirme a él con una expresión muy gráfica; diría “papi-Estado” a “nene-empresa”, sobre su “joint venture-quasi voluntaria”:
¡si ganamos, gano yo!, y ¡si perdemos, pierdes tú!
Sí, señores, ¡pasen y vean! Esta es la base de la imposición sobre la renta empresarial en las sociedades occidentales.
Les explico la trampa de inmediato. Pero han de permitirme una “nota” de contexto, que me servirá para otros “Tax & Trick”.
Por favor, para comenzar, necesito que nadie se olvide de una premisa previa: “Los sistemas tributarios estás diseñados por el poder y al servicio de los intereses y conveniencias del poder”. No hay duda en eso, conceptualmente, no la hay: la Ciencia de la Hacienda se construye sobre la “recaudación eficiente” y no sobre la “recaudación justa”. El Derecho ha sido arrinconado abruptamente en materia de impuestos, desde siempre: es un clásico (véase la última comisión de reforma fiscal en España, por ej.).
Sí, ¡sí!. Por supuesto que hay detrás una “legitimación constitucional” y, formalmente, principios de justicia tributaria (el principio de capacidad económica) y garantías constitucionales y jurisdiccionales (el Tribunal Constitucional y la jurisdicción contencioso-administrativa)..., ¡faltaría más! Pero, a más a más, del fracaso del TC en la “limitación de la discrecionalidad del poder contra los ciudadanos”; y del sesgo del TS hacia la “razón de Estado tributaria” ya hemos hablado y seguiremos hablando.
De esta premisa (resumámosla como “Razón de Estado Tributaria”) se deriva un teorema divertido, que podemos explicar con una “simpática” fórmula, una contradicción “binaria”:
a) Defectos en el sistema fiscal que arruinan a ciudadanos = “conjunto vacío”. O, de otro modo, cuando los errores en el diseño de los ordenamientos tributarios perjudican (o machacan, aplastan o arruinan) a los ciudadanos y a los operadores..., ¡no pasa nada!
b) Defectos en el sistema fiscal que suponen menos recaudación = acción internacional concertada para erradicarlos. O, en largo, cuando los errores en el diseño de los ordenamientos tributarios perjudican a los intereses del Estado y/o del aparato (el “entramado institucional tributario”) -que no a los de los ciudadanos, exactamente-, entonces ¡hay que atajarlo como sea! Y ahí “comienza el baile”: la OCDE, la Sra. Vestager, el Tribunal Supremo o quien haga falta...
Volvamos con Google y Yahoo.
Google gana mucho dinero (y Facebook, Apple o Microsoft o Starbucks o Fiat) y todos los políticos y burócratas del mundo se han conjurado para “quedarse con lo que les toca”: ¡no se puede consentir, no se puede tolerar, que utilicen maniobras abusivas para eludir el pago de impuestos!
¡Claro que no!, digo yo. Pero, nótese, esas maniobras son posibles por la impericia (dejadez, irresponsabilidad, incapacidad...) de los propios Estados (y sus burócratas) para diseñar leyes y aplicarlas: ¡ellos son los culpables primarios, antes que los “operadores” que utilizan los agujeros que las leyes, y sus redactores, han creado!
Bien, pero Google está en la agenda, hasta el punto que el Reino Unido y Australia han creado una “tasa Google” (Diverted Profit Tax), que será bonito analizar en otro momento.
Pero, ¿y Yahoo? Yahoo ha perdido mucho dinero..., ¿por qué los periódicos no preguntan si los Estados van a devolver a Yahoo los muchísimos impuestos que pagó en los años de gloria? ¿Por qué no hay una acción internacional concertada desde la OCDE para devolver los excesos cobrados? Y muchos diréis, ¡excesos!..., ¿qué excesos?
Veámoslo en torno a las “ficciones” de las leyes tributarias. Una muy divertida: “período impositivo”, el troceamiento de la renta en períodos anuales. ¡Muy natural, muy útil y, sobre todo, muy conveniente!
El fraude del troceamiento en “períodos impositivos” de los procesos de generación de renta empresarial, es una estafa mayúscula consagrada en todas las legislaciones tributarias. Por supuesto, es la primacía de la “Razón de Estado Tributaria” sobre cualquier otra consideración.
La cuestión es simple, muy simple. Es la vida misma de las empresas.
En el inicio de un proyecto empresarial, digamos “modelo”, se invierte mucho y se gana “nada” durante un tiempo; se generan pérdidas. Luego, si las cosas van bien y todo funciona, se comienza a ganar dinero, llega el beneficio. Pero las cosas cambian muy rápido (díganselo a Yahoo o a Blackberry), y lo que primero era ilusión y luego éxito, puede rápidamente tornarse en pesadilla, llegan las crísis y las pérdidas vuelven para quedarse.
Las normas reguladoras del Impuesto sobre Sociedades no pueden estar pendientes de estos “pequeños detalles” (tampoco las del impuesto sobre la renta personal progresiva, por cierto -lo de las rentas irregulares es otro “Tax & Trick” monumental-). El mensaje oculto de la Ley del Impuesto sobre Sociedades española, hace muy poco tiempo era: si generas beneficio teórico como para pagar el 35 por 100, ¡a pagar! (No entremos en la diferencia de “matiz” entre el “beneficio teórico” y el pequeño dato de “tener dinero para pagar”). Si tienes pérdidas en fase inicial..., te aguantas: la compensación de bases imponibles negativas de forma ilimitada en el tiempo es algo “de anteayer”, aunque opere con límites cuantitativos. Hace no poco, el período era de 5 años, y su progresiva ampliación, “a regañadientes” era provocada por los estándares internacionales...
Pero ¿y las pérdidas que ocurren “después” del período de esplendor, estilo Yahoo o estilo Nokia o estilo Blackberry, cuando el modelo de negocio se desmorona? ¡Esas te las tragas! Aquí aplica el “Santa Rita, Rita, Rita...”.
La cuestión es muy sencilla. Pongamos que un ficticio “Iajoooo” perdió 10 millones durante los primeros 5 años de su actividad (por cierto, Twitter perdió mucho más durante mucho más tiempo...); pongamos que ganó 20 millones durante diez años, en plena efervescencia de su modelo de negocio; pongamos que lleva otros 5 años perdiendo 30 millones. ¿Cual es la renta real de este “imaginario Yahoo”? La suma algebraica de 200 millones de beneficios y 200 millones de pérdidas..., ¡no ha ganado nada! Suponiendo que haya podido compensar los primeros 50 millones de pérdidas, y suponiendo un tipo del 30 por 100, habría ingresado 45 millones en impuestos sobre sociedades por un “BENEFICIO REAL CERO”.
Aquí llega el punto de “¿te has vuelto loco?” Sí, todo el mundo tiene tan asumido el “modelo” que solo plantear una visión “diferente” es “herejía”: especialísimamente, para los que “viven en el modelo”.
Desde mi perspectiva, el enfoque es completamente el contrario. Los “tricks” deben ser atajados; los defraudadores, perseguidos y condenados. Pero no admisible vivir en esta “esquizofrenia moral”, en la que los malos se hacen pasar por buenos todo en tiempo; en la que los culpables se envuelven, al tiempo, en la sábana sudorosa de las víctimas y en la bandera de los salvadores.
En efecto, el estallido de la burbuja inmobiliaria en España arruinó a miles de empresas: de beneficios a la quiebra en un par de telediarios. El Estado cobró cuando las “vacas gordas” (o debió cobrar); y se gastó todo y más en “mausoleos” (como el de Fraga en la Cidade da Cultura de Galicia). Si España estaba quebrada “sin más”, por supuesto, no nos podemos imaginar la dimensión de la ruina, si, además, hubiese tenido que devolver todos los impuestos que cobró “de más” a los que luego se arruinaron, esto es, a los proyectos que “no tuvieron renta de verdad”. Pero lo cierto es que estos proyectos empresariales, en largo recorrido temporal, no ganaron todo el dinero por el que pagaron impuestos: las pérdidas, la ruina, de 2008 en adelante se comieron todo el beneficio... Pero, recuerde, ¡cuando ganamos, gano yo!, pero, ¡cuando perdemos, pierdes tú!
Los comportamientos de los poderes públicos en los Estados modernos distan mucho de la “honorabilidad” esperable, y que pretenden exhibir en ruedas de prensa y comunicados. Entre la incapacidad con la corrupción y el gran crimen, la impericia con la regulación y el control regulatorio (Cajas de Ahorros, Bankia-Pescanova-Gowex-Abengoa...)..., y el saqueo inmisericorde de los “peces pequeños”, sea justo o no. El “ventajismo” de los poderes públicos merece el máximo reproche moral: ¡es una vergüenza!
¡Basta ya!