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Con retraso después de unas minivaciones, tras un duro fin de año apuntalando un nuevo despacho, el tema en esta columna era de fácil elección. Y eso que precisamente por esas minivacaciones, con el factor añadido de haber roto la pantalla del smartphone en el primer día de ellas, he estado bastante out de lo que se ha cocido en las redes sociales. Aun así, los ecos de la polvareda del affaire Salas Carceller llegaron hasta mi oído. No era difícil, pues parece que el "escándalo" todavía dura.

Siendo esta una publicación por internet, entiendo que todo lector sabe de lo que estoy hablando. Por si acaso, haré un pequeño resumen. Un magistrado del Tribunal Supremo, Salas Carceller, tuitea discrepando del tratamiento penal de la violencia de género. Esta cuestión se hace mediática interviniendo medios de comunicación y sufriendo el ¿linchamiento? en redes sociales por haber manifestado dicha opinión discrepante.

Visto por tanto desde la distancia en todos los sentidos, tanto temporal como de ausencia de las redes sociales, y siendo esta columna de opinión, me gustaría verter mis reflexiones personales.

* Curiosamente ha existido un encendido debate sobre la ausencia de debate en redes sociales, sin tener en cuenta que precisamente las redes sociales (teniendo en cuenta que cada una tiene sus diferencias) no son el lugar más apropiado para el debate o éste ha de ajustarse a las limitaciones de las mismas. Probablemente temas como el de la violencia de género, no sean los temas más adecuados para el medio en que se produjo (twitter).

* Aparte de las limitaciones propias de cada una de las redes sociales, son minoritarios los usuarios que las usan como enriquecimiento, jurídico en nuestro caso particular. Es importante que si eres usuario de las redes sociales y quieras ese enriquecimiento cribes con que quien te relacionas. Mucha gente lo que le importa es más la apariencia que el contenido y, precisamente, por importarles la apariencia, nunca darán su brazo a torcer ni tendrán formalmente un debate, pues entenderán que aceptar la posición de otro es un descrédito de como aparecen en la red social. Esto ayuda poco a los debates constructivos, nunca mostrarán dudas, nunca cambiarán de opinión, nunca reconocerán que otro lleva razón. Es más, reaccionarán negativamente y de manera agresiva ante quienes les señalen educadamente un error o discrepen de lo que expresen.

* El derecho no ha de apartarse de la realidad social y nos lo recuerda el propio Código Civil. Considero constructivo para un jurista el ver las opiniones de no juristas. El problema es (y me parece un serio problema) cuando determinados aspectos se convierten en dogmas de fe donde no cabe la discrepancia. Hoy mismo, he leído en twitter a una periodista (en relación a este tema) hablar de "opinión no discutible". ¿Cómo no va a ser discutible una opinión? ¿en qué mundo vivimos? Soy absolutamente contrario a la pena de muerte y considero que es una cuestión contraria a los derechos humanos, pero entiendo (aunque evidentemente no comparto) a quien la defiende. Cámbiese el concepto pena de muerte por el que se quiera.

* Siempre he dicho que somos muy hipócritas con determinadas expresiones, así todo el mundo manifiesta ser tolerante y apedrea al que se define como intolerante, hasta que alguien expresa una opinión contraria a la suya. Paradójicamente, quienes defendemos que no cabe tolerancia en relación a determinados planteamientos somos más tolerantes que quienes van de hipertolerantes por la vida. Pero siendo así, y existiendo opiniones que no me merecen el más mínimo respeto, sí que tengo el máximo respeto por la libertad de expresión y este respeto ha de exigirse en el intercambio y contraposición de opiniones. Esto no ha sucedido en este caso, y me parece también preocupante.

* Destacar el hecho de cómo unas opiniones vertidas en twitter han generado tal nivel de difusión pública siendo noticia en diversos medios de comunicación y motivo de comentario por destacados políticos. Evidencia la necesidad de ser conscientes de la repercusión de lo publicado en internet y de cómo puede afectarnos. Aunque siempre he defendido que no debe entenderse como un problema el "mojarse" en determinados temas, sí que debemos ser conscientes de las repercusiones de nuestras opiniones.

 * Siempre he entendido el Derecho como algo vivo, en crecimiento y construcción, precisamente desde el debate y la discrepancia, la contraposición de opiniones contradictorias que mejoran las interpretaciones y la aplicación del mismo. ¿Cómo puede haber juristas que no vean algo así? ¿Cómo puede ser que en terrenos jurídicos se tenga miedo a expresar opiniones contrarias a la impuesta y dominante porque se van a producir linchamientos como el realizado? No comparto las opiniones concretas de Salas Carceller, pero más de 10 años en un servicio de asistencia a las víctimas de violencia de género me hacen ser crítico con aspectos de la Ley integral (y muchos de los que trabajan día a día en los juzgados de violencia sobre la mujer son coincidentes con las mismas). Expresar críticas que llevarían a mejoras legislativas y beneficio para las víctimas conduciría a la lapidación. Esto es un grave problema.

* Creo que el factor multiplicador de la difusión recae especialmente en la condición de magistrado del Tribunal Supremo y que sin esta condición no hubiera habido la repercusión existente. Seguimos sorprendiéndonos por el hecho de que los jueces tengan opinión y me sorprende negativamente el que no veamos a las redes sociales y éstas como una herramienta de expresión de los mismos como algo positivo. En mi blog escribí, hace precisamente tres años, sobre lo positivo de que las mismas sean usadas por jueces y que estos puedan opinar. Por lo visto hemos ido a peor en estos tres años, claro que lo que parece es que nuestra vara de medir sobre la conveniencia de opinar es si la opinión coincide con la nuestra.

* Como última reflexión, ver como muchos que no han dudado en hacer lo mismo (linchar colectivamente en redes sociales por expresar opiniones distintas a las propias) ahora se escandalizan porque se haya linchado al magistrado. Querría pensar que es que se han dado cuenta de lo inapropiado de su comportamiento y no lo van a hacer más, pero sé que no es así. Quienes alzan la voz pidiendo respeto para la discrepancia, no dudarán en no tener ese respeto en la próxima discrepancia en que se vean inmersos.




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