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Vivencias entremezcladas en una semana corta (el lunes era festivo en Barcelona), pero no por ello menos intensa que otras:

-         Una: Al tomar asiento en el estrado, SSª nos pregunta a los letrados de ambas partes: ¿Y esto no lo pueden conciliar?... Respuesta unánime de ambos letrados: Verá Vd. señoría, es que la demandada es una Administración Pública y claro, tienen prohibido conciliar por ley… mutis por el foro de SSª…, pero a partir de aquí, podeis imaginaros con qué ánimo afrontamos las dos partes el resto del juicio…
-         Dos: Gran alegría compartida por todos los compañeros del despacho ante la estimación por parte del Tribunal Supremo de un recurso de casación para la unificación de la doctrina que ha interpuesto un colega cada vez más grande en el oficio. Es el primer recurso que le estiman en el Supremo. Y esto no ocurre todos los días…. Ya olemos a mariscada por todo lo alto.
-         Tres: Tras esperas maratonianas, ocurre un fenómeno insólito en nuestra jurisdicción: Los compañeros de ambas partes, salen contentos de la Sala y profiriendo el mayor de los elogios que puede recibir un Juez: Nos escucha, nos deja hablar, se interesa por lo que exponen los testigos y peritos y los interroga por si mismo, hasta sacarles hasta el último detalle del caso. Unanimidad en considerar que SSª está haciendo un magnífico trabajo, aunque sea a costa de invertir tiempo. Mucho tiempo.
-         Cuatro: Puedo dar fe a título personal de lo anterior. Me acaba de llegar la sentencia del juicio que tuve este día y os puedo asegurar que estoy ante la construcción de hechos probados más exhaustiva que he visto en toda mi carrera profesional. La espera de tres horas para entrar en Sala, ha quedado sobradamente compensada por el excelente resultado. Moraleja: Se confirma lo que ya sabemos todos: Que eso de hacer buena justicia requiere lo que no tenemos: tiempo y medios.
-         Quinto: Subo al estrado y la compañera que me acompaña de codemandada, me pide que le preste el bolígrafo. Lo hago sin quitarle ojo porque tengo la manía de utilizar, siempre que actúo en sala, bolígrafos de marca que en alguna que otra ocasión me ha regalado algún cliente agradecido. Veo que la compañera no abusa. Hace una breve anotación y me lo devuelve. Pero claro, se vuelve a quedar sin “boli” para el resto de la vista que justo acababa de empezar. Sonrío y saco de mi mochila un bolígrafo de los de promoción que tenemos en el despacho y que llevo siempre de reserva por si me falla el bueno. Se lo ofrezco a mi compañera que asiente aliviada…. Al terminar, me lo quería devolver. Le dije que podía quedárselo y así de paso, me hace propaganda del despacho. Se lo quedó.

Y como se dice por ahí, seguimos para bingo que la semana que viene vuelve a ser entera.




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