No presentarte a un juicio tiene consecuencias que dependen de tu rol en él. Sigue leyendo para averiguar cuáles.
Las consecuencias de no acudir a un juicio son diversas y dependen del motivo por el que nos ausentamos, del tipo de pleito y de cuál es nuestro papel en él.
Es lógico que, si nos ha ocurrido algo inesperado, urgente y que irremediablemente nos impide acudir a juicio, comunicándolo al juzgado no habrá problema. Se hará sin nosotros o se fijará nueva fecha para hacerlo, dependiendo de lo esencial que sea nuestro testimonio o participación para el procedimiento.
¿Qué ocurre si no tenemos motivo que justifique nuestra ausencia?
En procedimientos penales:
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Delitos leves
Si soy el denunciante, se archivará mi denuncia y se absolverá al denunciado. En cambio, si soy el denunciado el juicio se hará sin mí y, probablemente, como no he podido dar mis argumentos, me condenarán.
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Delitos con posible condena de menos de 2 años de prisión
Si no viene el acusado se celebra igualmente.
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Delitos con posible condena de más de 2 años de prisión
Si el acusado no viene, se dictará orden de busca y captura.
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Quién no acuda (ya sea parte, testigo o perito) podrá ser sancionados con multas entre 200 y 2.000 €.
En procedimientos civiles, sociales y administrativos:
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Si el que no acude es el demandante, y el demandado no quiere seguir, se le podrán imponer las costas e incluso reclamar daños y perjuicios.
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Si el que no acude es el demandado, continua el procedimiento declarándolo en rebeldía.
Otras consecuencias de no acudir a un juicio
En general, no asistir a juicio hace que se pierda la oportunidad de expresar nuestra experiencia en relación con lo que se está juzgando.
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Si somos denunciante/denunciado o demandante/demandado, no se sabrán nuestros motivos para pedir que se nos dé la razón o para que se entiendan de algún modo los hechos que cometimos.
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Si somos testigos, hacemos que los demás pierdan la oportunidad de que se haga justicia.
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Y como peritos, a lo anterior se le añade la diligencia como profesionales que se nos ha pedido para que el juez o magistrados tomen las decisiones acertadas.
Por ello, a pesar de lo engorroso, inconveniente o estresante que pueda parecer, la recomendación es acudir al juicio, sobre todo porque no hacerlo nunca nos favorece.