Ana María Castro Martínez
Desde que a los letrad@s se nos ha impuesto lexnet he sido una firme defensora de la plataforma ya que creía que el tiempo que acortaba, principalmente en desplazamientos a juzgados varios, sólo redundaba en un ahorro de tiempo y dinero. Y todos nos adaptamos, sí o sí, parecía que lexnet quería decir que la justicia iba por fin a ser de forma telemática, que estaba ahí, sin demora, al alcance del profesional del derecho, de forma gratuita y sin papel. Con el tiempo se ha vuelto en nuestra contra, ni papel cero ni gratuita. Resultó que un chaval de 20 años descubre por arte de magia un agujero de seguridad tremendo donde parece ser que quedan a la intemperie los asuntos judiciales y cualquiera puede acceder a ellos como si tal cosa. ¡Horror! Se comenta en los corrillos que hasta ha sido denunciado el descubridor de tal atrocidad. ¡Sorpresa!
El colmo del despropósito, por si fuera poco el enredo, ha surgido en la Comunidad Autónoma de Galicia donde informa la prensa que Minerva ha quedado a merced de cualquier intruso que pueda y tenga a bien acceder al sistema. Para modificar a su antojo lo que le venga en gana en asuntos penales en fase de instrucción, caso de violencia de género, menores, corrupción. Pero es que es de tal magnitud el desastre que incluso se ha paralizado algún juzgado de guardia ¡de guardia! Aceptamos que puede haber errores porque la tecnología no es más que tecnología. No tiene intenciones. Pero no podemos aceptar que se resuelva tal aberración (dejar al libre albedrío los asuntos judicializados en una plataforma que parece que nadie sabe ni quiere controlar) instalando una versión retro de Minerva. ¿Adoramos el vintange? ¿Veneramos la obsolescencia? Volver a las cavernas no estaba en el programa.
Parece una burla, cumple todos los requisitos para ser catalogada de desprecio absoluto hacia los que trabajamos en el entorno de la Justicia. A partir de ahora, tendremos que estar ojo avizor con los funcionarios por si han osado modificar alguna resolución dado que, según se dice en los últimos días, pueden accederse a Minerva desde los juzgados y campar por los escritos sin control. Me sentiría muy herida si perteneciese a ese colectivo. Sinceramente, se ha puesto el dedo en la llaga del funcionariado, o eso he entendido desde mi humilde comprensión del mundo, no puedo entender la razón, quizás, nos hemos acostumbrado a cargar la culpa de lo que ocurre a otros. Y lo que hay que hacer es arreglar lo que se estropea de forma rápida, contundente y efectiva. Y en un solo acto.
Tanto dinero público invertido, tantos dolores de cabeza con tanta actualización, las caídas del sistema que no permitían ni enviar ni recibir notificaciones, reactualizaciones ACA día sí y día también, bloqueo del sistema en días punta, tensiones infartantes a golpe de vencimientos de plazos….todo para terminar en la primera versión tercermundista. Dicen algunos artículos de opinión que todo esto esconde algo de mayor calado. Que nos coja confesados cuando se destape el meollo del asunto porque estos sumisos letrados no ganamos para sustos. Siempre creí que estábamos protegidos de los intrusos, ¡ilusa de mí!, tanto los profesionales como los clientes que vienen cargaditos de datos protegibles, según Ley. Parece que no era así. Todo esto que hemos creído a pies juntillas se ha tambaleado. Ojalá me despierte y esto sea sólo una pesadilla, un mal sueño.
Los letrad@s queremos tecnología, facilidades, ayudas para no perder el tiempo en cosas vacuas…el ciudadano también, no quiero ni imaginar lo que puede pasar por sus mentes al leer este tipo de sucesos en prensa que ha creado una alarma social sin precedentes quizás un tanto innecesaria con tanto destapar datos que supuestamente están mega protegidos por los estamentos. Seamos serios. Si hay un problema, habrá que solucionarlo, no buscando culpables sino resolviendo rápidamente el error y no culpando a otros del desastre. Existe hoy una inseguridad en nuestro trabajo tremenda, cuando nos habían prometido que toda esta tecnología era en aras de nuestro bienestar como profesionales resultando ser todo lo contrario. Y la abogacía en pleno nos hemos adaptado a lo que nos han ordenado, mansitos como nunca y resulta que estamos como al principio, o tal vez, peor que al principio cuando el papel y sus copias lo eran todo. Hoy, ni papel ni copias ni plataforma.