El magistrado Manuel Marchena animó a los abogados a “subirse al tsunami de la inteligencia artificial”, asegurando que la relación especial que mantienen con sus clientes les salvará de verse sustituidos por un algoritmo, riesgo que sí corren otras profesiones jurídicas.
El presidente de la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo advirtió, en una conferencia sobre “El impacto de la inteligencia artificial en la abogacía” celebrada este martes en el Colegio de la Abogacía de Madrid, que los sistemas de inteligencia artificial se están desarrollando a un ritmo tan rápido que todos sufrirán su impacto. Contó que en Estados Unidos se ha permitido ya en un juicio que un ciudadano se defendiera sin abogado, conectado a un algoritmo que le indicaba qué debía responder. Y en Shangai los fiscales formulan sus acusaciones con la ayuda de un algoritmo y una tasa de acierto del 97%.
Y por ello Marchena, mostró su preocupación por la implantación de “sistemas de justicia robótica”: “El problema es que se ha legitimado el uso de dispositivos predictivos y con el tiempo se irán implantando los decisorios”. Y en este sentido aseguró que “el juez es algo más que una máquina expendedora de sentencias. El poder judicial es clave para el equilibrio de poderes del Estado y no se puede sustituir por una justicia robótica creada por programadores”.
Frente a otras profesiones jurídicas como jueces, fiscales o procuradores, que corren más riesgo, Marchena aseguró que los abogados tienen “más asegurado el futuro”. “La relación abogado-cliente tiene elementos subjetivos, emocionales, como el trato, la confianza… que no son susceptibles de ser sustituidos por un automatismo”, explicó. Y además, añadió “la labor del abogado no se limita al juicio, hay toda una labor de conciliación, de contacto que no la puede hacer una máquina. Y el abogado también puede dar respuesta a dilemas éticos”.
Pero advirtió que “hace falta un esfuerzo de adaptación para que la inteligencia artificial se convierta en aliada de la abogacía, en un complemento”. Y por ello aseguró que “no cabe la actitud anti inteligencia artificial, hay que subirse a este tsunami con una tabla de surf sólida para llegar a la orilla”.
Por su parte, Eugenio Ribón, decano de Madrid, afirmó que “se debe asegurar la transparencia y la neutralidad de estas herramientas”. Y tras alertar sobre sus riesgos, como los fraudes en la identidad, la piratería, y reconocer “su valía” pidió que nadie se quede atrás. Y aseguró que “no nos hará perder nuestro trabajo, porque el mayor activo de una empresa es su valor humano”.
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