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“No soy un pájaro; y ninguna red me captura: soy una humana libre con una intención independiente”. Charlotte Bronté.

Libertad e independencia son dos conceptos que no siempre han ido a la par cuando analizamos la evolución histórica de los derechos humanos de las mujeres. Tenía mis reservas sobre si debía escribir este artículo. Cuando lo he finalizado y releído he visto claro que era necesario. Escribir es una forma de ordenar pensamientos, de plasmar gran parte de la información que una va recabando con el tiempo. Al escribir hacemos un esfuerzo por recordar, volver atrás y contrastar lo vivido, lo que sabemos del pasado y lo que hemos aprendido, ahora ya en el presente. Es un ejercicio íntimo, solitario e individual. Compartirlo abiertamente es un acto de solidaridad y hasta cierto punto de rebeldía, como quien no se conforma con el resultado y decide hacer algo al respecto, porque puede.  ¿Vamos allá!

Contexto cuántico

Las sociedades avanzan hacia una realidad cuántica inmersiva. La computación cuántica hoy tiene múltiples aplicaciones para el desarrollo económico y empresarial de beneficios directos y medibles en impacto en los ecosistemas empresariales.  Administraciones públicas, organizaciones internacionales, fondos privados y grandes compañías están invirtiendo en este nuevo sistema de computación para promover un salto cuantitativo y cualitativo. La innovación tecnológica juega un papel importante como lanzadera de disrupción y elevación a la máxima potencia del sistema.

¿Dónde estamos en términos de Igualdad de género?

En las últimas décadas el mundo es espectador de la escalada de involución en Igualdad de género, en derechos laborales, económicos, sociales y culturales que se ven afectados por el aumento de la discriminación y la exclusión de la mujer.

Las diversas crisis económicas, estructurales, de valores y pandémica que hemos sufrido en este tiempo han creado el campo de cultivo de las mayores desigualdades y discriminaciones por razón de género, llegando a niveles globales de feminización de la pobreza que se ha visto agraviada con mayor agresividad, en zonas geográficas menos desarrolladas. Las cifras del hambre en el mundo aumentaron hasta alcanzar los 828 millones de personas en 2021.

La independencia económica de las mujeres también se ve mermada. La brecha de género en salarios y pensiones se cronifica de forma irreversible, a pesar de la legislación en materia de igualdad entre mujeres y hombres que, por cierto, tiene un bajo cumplimiento normativo.  

La prevención y la lucha contra la violencia machista contra las mujeres sigue siendo una cuestión central en la mayoría de los Estados y la ratificación y aplicación del Convenio de Estambul sigue sin concluirse o en riesgo de regresión. Nuevas formas de violencia más sofisticadas se intensifican, ocupando el espacio social y digital: el ciberacoso y la misoginia más violenta crecen.

Hoy vivimos en un mundo en el que la libertad de expresión y de desarrollo individual para mujeres y niñas, el derecho a la educación y la independencia económica de las mujeres todavía es coercida en algunos países. Ser niña en algunas zonas del mundo es crecer con barreras insalvables.

¿Qué dicen los informes?

Naciones Unidas, (ONU Mujeres) el pasado 7 de septiembre del 2022 lanzó un comunicado de prensa con el siguiente titular. “Estamos a siglos de alcanzar una plena igualdad de género” El progreso en el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS): Panorama de género 2022, demuestra que, al ritmo de progreso actual, nos puede llevar cerca de 300 años alcanzar una plena igualdad de género. Múltiples crisis mundiales y retrocesos en los derechos en materia de salud sexual y reproductiva de las mujeres empeoran la disparidad de género. Las sucesivas crisis mundiales están poniendo en peligro el logro de los 17 ODS.

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) asegura en su último Informe Mundial sobre Salarios 2022-2023 que “Queda mucho por hacer para seguir reduciendo las desigualdades salariales entre hombres y mujeres en el mundo laboral”. (Resumen ejecutivo del Informe)

Según el Informe sobre la Brecha Global de Género 2022 del Foro Económico Mundial (WEF)  Global Gender Gap Report 2022), se necesitarán 132 años para alcanzar la paridad de género, ya que solo se ha cerrado el 68% de la brecha de género.

¿Qué nos impide avanzar?

Para explicar las causas que nos impiden erradicar la desigualdad de género, permítanme que comience con una paradoja conectada al contexto del avance en la computación cuántica.

La lógica del desarrollo tecnológico hacia la computación cuántica que nos permite innovar, crear nuevos entornos virtuales y procesos digitales más rápidos y ágiles para construir una sociedad de mayor bienestar y seguridad para las personas, sin dejar a nadie atrás, se contradice cuando situamos el tema de la desigualdad de género en el centro del debate político, social, cultural y tecnológico.

La desigualdad de género es una carpeta gubernamental en términos globales, con un histórico repleto de barreras, imposibilidades, fracasos, retrocesos, incumplimientos y repeticiones de errores. Es la última de la lista de temas a resolver en las anotaciones de la mayoría de las asambleas de organismos internacionales que acuerdan las reglas y las normas del sistema.

Al parecer, lo logros tecnológicos no nos han proporcionado aún la solución a la desigualdad de género. Todavía no se ha inventado el algoritmo prodigioso y sin sesgos de género, que erradique definitivamente la desigualdad de género. Me aventuro a especular que tal vez no se desea alcanzar esta meta y, por ende, todas las demás contempladas en los 17 ODS de la Agenda 2030. Pero esto es solo una pequeña provocación, lo confieso. Así, sabemos que la tecnología per se, no es definitiva para alcanzar la igualdad de género real que año tras año, reivindicamos las mujeres. Para lograrlo debe de haber una voluntad humana explícita y una corresponsabilidad de personas que se hagan cargo del déficit que supone la desigualdad de género para el avance de las sociedades en un mundo globalizado y tecnológico.

La causa de las causas

Podríamos decir que la gran causa estructural y en origen de la desigualdad de género proviene de la configuración del mismo sistema construido con una cosmovisión androcéntrica desde los inicios de las primeras polis de nuestra civilización. Con el tiempo convertida en el poder de lo masculino sobre lo femenino y en la consecución hacia el concepto de “Patriarcado” (linaje del padre/patrimonio del padre, en griego antiguo).

 A raíz de aquí, todas las demás causas de la desigualdad de género. Falta de reconocimiento de derechos y libertades, como de autoridad y prestigio de las mujeres. Siglos de programación de estereotipos de género instalados en el inconsciente colectivo. Reparto desigual en los roles y tareas asignados a hombres y mujeres en la vida privada, en familia y en las relaciones sociales. Educación, comunicación, cultura laboral y empresarial sexista. Ausencia de la perspectiva de género en las políticas públicas de todos los niveles de la administración. Religiones que reproducen los estereotipos de género de generación en generación, entre otras.

Otro dato ligado a las múltiples y dispares causas, según el Banco Mundial, el 90% de los países tiene en la actualidad al menos una ley que discrimina por género. Según datos de Naciones Unidas, actualmente, sólo el 50% de la fuerza laboral femenina trabaja y de las que trabajan suelen tener empleos informales o precarios y, de media, perciben un salario 23% inferior que su contraparte masculina. Cuando alzamos la mirada y nos situamos en un plano global sobre la información contrastada, nos damos cuenta de que la situación es muy grave y requiere de una respuesta de urgencia para evitar las consecuencias.

Pongamos algunos ejemplos de las consecuencias de la desigualdad de género

Los países con bajos índices de igualdad de género son los menos felices del mundo, los que tienen menos cohesión social y en los que aumenta la violencia machista.

Diversos estudios muestran que las parejas con mayor desigualdad de género, son más propensas a separarse y divorciarse, además de que tienen mayores índices de insatisfacción en sus relaciones y permanecen menos tiempo en el matrimonio.

Según un estudio del Mckinsey Global Institute (MGI), como no cerramos la brecha de género y las mujeres no pueden participar equitativamente en la economía, estamos perdiendo 28 billones de dólares en el PIB mundial, según estimaciones para el 2025, lo que equivale a la suma de las economías de Estados Unidos y China. No obstante, creo que el problema también radica en la configuración del PIB como indicador de medición, de autoridad y norma.

No sé ustedes, pero yo no estoy conforme con este estado de cosas. No creo que ninguna sociedad ni avanzada, ni en desarrollo pueda permitirse esperar 132 años hasta alcanzar la igualdad real entre hombres y mujeres. Tal vez, algunos países con cultos más estrictos en los que el hombre siempre ha de beneficiarse de una posición superior a la de la mujer en la escala cultural, social, política, religiosa y económica puedan. Esos países están obstruyendo la ley natural y los derechos humanos de los seres vivos, todos por igual. Que sirva como vindicación para la reflexión.

La pregunta que cabe hacerse llegados a este punto es ¿Qué podemos hacer?

Lo primero es no resignarnos, no aceptar la situación, no creer que es imposible el cambio y tampoco pensar que no hay hombres que están a nuestro lado, sí los hay y son cada vez más quienes pueden ayudarnos a la transformación del sistema. Nada está perdido, mientras no nos resignemos.

Lo siguiente es no dudar de nosotras, de nuestro pleno derecho a la igualdad de oportunidades. No dudar del gran valor que aportamos como mujeres a nuestras vidas, círculos de confianza, afectos, espacios de participación social y profesionales. No dudar de nuestro talento, ni de todo lo que podemos aportar a la sociedad para ser partícipes de la construcción del presente y del futuro. El mundo necesita de nuestra mirada y de nuestra capacidad de acción e interacción.

Y con la fuerza y la convicción de estas dos premisas iniciales, la tercera es buscar complicidades, establecer redes de acción, organizarnos, construir nuevas narrativas más integradoras y disruptivas que fijen metas claras a alcanzar conjuntamente. Enumero cinco, por sugerir algunas de ellas:

  1. La computación cuántica es un recurso muy valioso que podemos orientar en un sentido social para acortar de forma más rápida y segura los años de desigualdad de género hasta erradicarla definitivamente. Necesitamos un liderazgo institucional que promueva el uso de la tecnología de la cuarta revolución para crear el algoritmo de la igualdad de género, aplicable a todos los ámbitos de la sociedad, administración pública, empresa y sector educativo. Decir que no se puede o que no conviene, es obstruir y/o coartar el avance.
  2. Crear una mayor conciencia social de los beneficios que aporta la igualdad entre mujeres y hombres de forma efectiva y real. Nos conviene como comunidad. Rechazar las narrativas que degradan la imagen y dignidad de las mujeres. Necesitamos unos medios de comunicación más comprometidos con el control de los contenidos sexistas y de los sesgos de género. Medios, plataformas audiovisuales, contenidos en redes sociales y publicidad.
  3. Revisar y reformular los programas educativos en edades tempranas para evitar la transmisión y repetición de estereotipos de género en los más jóvenes. Formar al profesorado en perspectiva de género. Vivimos en la sociedad del conocimiento. ¿Qué estamos enseñando a los que serán los adultos del mañana? Todo lo que no hacemos bien en el presente tiene una repercusión en el futuro.
  4. Reforzar la legislación a favor de la igualdad de género. En aquellos países en los que existen leyes, revisar su grado de cumplimiento real y si no se están alcanzando resultados cualitativos de verdadero impacto, hacerse preguntas, investigar y/o reformular la legislación. En los países en los que las mujeres están sometidas a un régimen inferior al dominio masculino, apelar a las cortes internacionales para exigir una nueva legislación con equiparación de derechos. El G7 y todos los “G” considerados democráticos, deberían introducir en sus agendas esta apelación a los gobiernos que obstaculizan los derechos humanos. No es solo la igualdad de género lo que está en la agenda política, sino los derechos humanos de las mujeres.
  5. Garantizar la independencia económica de las mujeres. En un sistema capitalista la independencia económica para una mujer significa cierta libertad de elección. Para conseguirla hay que equiparar contratos laborales, erradicar las brechas salariales y de pensiones e introducir la corresponsabilidad como un concepto ineludible en la división social de las responsabilidades a repartir entre hombres y mujeres.  Y garantizar una cobertura y prestación social en igualdad a las de los hombres. Equiparar todo el sistema económico y sociolaboral a un modelo igualitario.

"Hay algo liberador al verse en un nuevo contexto. La gente no tiene una idea preconcebida de quién eres, y hay alivio al saber que puedes volver a crearte." Carrie Brownstein.

Podemos desprogramarnos de un sistema obsolescente en el que la mujer no posee el mismo rango de valor y autoridad. Son demasiadas décadas de informes y resultados que varían muy poco la situación hacia nuestro lado de la balanza. Es del todo imprescindible tomar conciencia y realizar un revisionismo profundo para volver a creer y crear esa idea de un mundo más justo e igualitario que se nos arrebató en algún lugar del camino.




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