La innovación está a la orden del día en todo. Y cuando hablo de todo, es todo. El sector legal ha sido duramente criticado por no ser capaz de adaptarse a los tiempos que corren, pero debemos profundizar más, y entender circunstancias que nos ayuden a entender el porqué de esta tardía innovación, y es que al final el derecho es un arte, y como cualquier arte, su innovación requiere de otro proceso algo diferente.
Vivimos en un tiempo en el que las nuevas tecnologías están a la orden del día prácticamente para todo. Allá donde miremos, veremos algo relacionado con la tecnología, pantallas gigantes, anuncios de móviles, tablets, ordenadores, cualquier cosa. A raíz de esto, se ha pedido a ciertos sectores que empiecen un proceso de innovación que les lleve a estar a la altura de los tiempos que corren. Uno de esos sectores es el sector legal.
Pero, me gustaría recalcar que, el sector legal, al igual que otros artes, como la poesía, son sectores que no llevan muy bien eso de innovarse. Y no pongo de ejemplo a la poesía sin ninguna razón, y es que la poesía y el sector legal tienen mucho más en común de lo que se podría pensar. Mucha gente pensará que me he vuelto loco, que cómo puedo comparar dos cosas en principio tan diferentes entre sí. Para algunos, algo tan bello como la poesía no se puede comparar con algo en principio tan maquiavélico como puede ser el sector legal. Un sector de grandes firmas, que apoyan a grandes multinacionales y en los que no hay cabida para lo bello o lo romántico, pero esa gente está equivocada. Estamos hablando de dos habilidades, dos artes muy entrelazadas entre sí. La poesía, como el sector legal, utilizada de la manera más adecuada, puede servir para llevar al mundo a un lugar mejor. Como el buen poeta, un buen jurista debe valerse de su talento y de su trabajo para llegar a ciertas personas, intentar convencer y transmitir ideas para intentar sacar lo mejor para ti, pero también para el resto.
Así, profundizando un poco más en lo meramente jurídico, debemos entender que la innovación en este sector es una tarea bastante complicada, ya que nos encontramos con que es un sector que va funcionando bien, y a la hora de arriesgarse para innovar, muy pocos ven la necesidad o la motivación necesaria para tomar ese gran paso. Sumado a esto, debemos tener en cuenta que el derecho es un arte, y como cualquier arte, lleva un proceso de innovación diferente al que pueden seguir otras corrientes. Como si de corrientes literarias se tratase, en el sector legal se deberá producir un marcado relevo generacional que desencadene esa motivación y esa necesidad de probar algo nuevo. Nuevos juristas que, como nuevos poetas, introduzcan sus conocimientos adquiridos en esta nueva realidad y los utilicen para mejorar el sector legal.
Todo este proceso será dudo, difícil y muy criticado por todos aquellos que sean anteriores a estas nuevas corrientes, como en su día fueron criticados Bécquer, Machado o Bukowski, cada uno en su respectivo momento. Pero es en ese momento, en el que se rompe con todo lo anterior y se intenta conseguir algo nuevo y mejor, cuando se producen cambios que marcarán un punto de inflexión en la historia jurídica. Ya no solo poetas, autores de doctrina que decidieron que todo lo anterior a ellos necesitaba una renovación, y se pusieron a trabajar, con los nuevos medios de los que disponían para intentar mejorarlo e innovarlo, siempre en pro del conocimiento, y por qué no, de la belleza.
Por tanto, si de verdad queremos que se produzca una verdadera innovación, deberemos esperar a esa nueva camada de juristas, que no están a favor de los medios utilizados hoy en día en su sector, y que estén dispuestos a realizar cambios, arriesgarse e intentar mejorar y adaptar nuestro sector a las realidades de los tiempos que estamos viviendo. Pero, desde mi punto de vista, como desde el punto de vista de muchos poetas, lo más importante es nunca perder esa belleza y ese afán para ayudar y trascender a los demás.
Joaquín C. Hermoso Carrasco , alumno de 1º de E-1 BL en ICADE