Definición
Los estereotipos de sexo son ese conjunto de ideas y constructos conceptuales utilizados para explicar y categorizar los comportamientos de hombres y mujeres, estableciendo cómo deben ser y qué papeles deben desempeñar en los diferentes planos como son el laboral, el familiar, el público y social…
También establecen el patrón de comportamiento relacional que deben tener con respecto a su mismo sexo y también con el opuesto. Son un conjunto de ideas simples, pero muy arraigadas en la conciencia colectiva, que escapan del control de la razón. Determinan cuáles deben ser los comportamientos y las actitudes correctas e incorrectas de mujeres y hombres para construir su personalidad de una forma unidireccional.
Cada sociedad y cultura tiene unas expectativas en relación con los roles de sexo y estos pueden variar entre un grupo y otro, incluso cambiar con el tiempo dentro de una misma sociedad, pero vamos a centrarnos en la sociedad Europea actual.
Estereotipo masculino
De este modo se puede establecer que, a la masculinidad se le asocia el rol de ser el proveedor del hogar, ser fuerte, competitivo, poco emocional, valiente, poco expresivo, dominante, independiente, emprendedor… Se le naturalizan las conductas violentas, no se espera que sean demasiado reflexivos…
Estereotipo femenino
Sin embargo, cuando se habla de feminidad se suele asociar el rol de la maternidad, el trabajo doméstico, el de cuidar de otras personas, ser cariñosas, sensibles, sentimentales, intuitivas, dependientes, sumisas, con conductas más adaptables y tranquilas…
Consecuencias
De este modo, los estereotipos de sexo bloquean nuestra capacidad crítica, favoreciendo que tengamos actitudes prejuiciosas que pueden desencadenar en prácticas de discriminación e intolerancia, generando así una serie de condicionamientos en nuestra interacción con las personas en función de cuál sea su sexo, incluso antes de conocerlas.
De hecho, en la sociedad actual se establece un trato muy diferente para cada sexo: a las mujeres se les enseña a ser muy hacendosas y se les prepara para la crianza y el hogar, mientras que a los hombres se les induce a considerarse fuertes, decididos, para que lleguen a ser los proveedores económicos.
Estos estereotipos son la base de numerosos desajustes de la sociedad, ya que condicionan las oportunidades, los deberes y los derechos de las personas sin tener en cuenta su capacidad real o lo que eligen para su vida.
Actualmente hay que tener en cuenta que la evolución de la cultura ha conseguido cierto cambio en los estereotipos sexuales y que hoy, dicha visión, aunque con resistencia en algunos casos, está cambiando. La mujer ha demostrado que puede elegir otro destino, que puede y quiere ir más allá del ámbito doméstico al que parecía destinarla el estereotipo femenino que ha prevalecido, y también es cierto que muchos hombres han comenzado a romper con el estereotipo que les obligaba a renunciar a poder expresar sus emociones y los condenaba a ser el único proveedor de la familia; pero también es verdad que este proceso aún no ha llegado a la fase en la que todas las mujeres y los hombres sean tratados con igualdad, es decir , tratados como personas de acuerdo con su capacidad y no de acuerdo con su sexo: personas que compartan equitativamente las obligaciones, los placeres y la vida doméstica; que cuenten con oportunidades equivalentes en el ámbito público o social y en el de su desarrollo como personas.
Los estereotipos de sexo afectan también en el concepto que las personas se forman de sí mismas. Así el contexto social que rodea al individuo hace que se espere un determinado comportamiento; de las mujeres sensibilidad, entrega, sumisión y, en cambio, de los hombres competencia, independencia, capacidad para vencer los retos… A partir de estos estereotipos, mujeres y hombres tienden a hacerse una idea deformada de sí mismos, pues se les limita su desarrollo: ellas tienden a reducir su capacidad de emprender y ellos a ocultar sus emociones.
El autoconcepto depende, en parte, de los mensajes que recibimos del entorno familiar y social. Según sean estos mensajes, así nos valoramos y, en consecuencia, se despiertan en nosotros sentimientos positivos o negativos hacia lo que somos.
Soluciones
Por ello, a día de hoy, se están desarrollando cada vez más medidas positivas para terminar con los roles y estereotipos de género establecidos por la sociedad, tales como pueden ser la implementación de los Planes de Igualdad en las empresas o las sesiones formativas de información y sensibilización sobre la igualdad de sexos.
Virginia Belmar Morote
Consultoría