El 2020 está marcado por una sola palabra: pandemia.
Hasta hace un año la situación que estamos viviendo actualmente era impensable. Nunca hubiéramos pensado que un virus declararía un Estado de Alarma que nos llevaría al confinamiento durante meses y, de hecho, tampoco nos creíamos del todo que las restricciones llegarían a afectar la movilidad de la población a gran escala.
Las restricciones de la movilidad son un motivo importante que hace que la inversión extranjera en nuestro país se bloquee durante un tiempo. No es, pues, únicamente la crisis económica la razón por la que los extranjeros están invirtiendo menos en España; tampoco se trata de una falta de interés hacia nuestro país. Es momentáneamente la imposibilidad de viajar lo que impide que los inversores que sigan interesados en España vengan a visitar nuestras ciudades y valoren quedarse a vivir aquí, para crecer profesionalmente, expandir sus negocios o, simplemente, por la calidad de vida que ofrece España, algo que en el norte de Europa se valora muy positivamente.
Existe, de hecho, un fuerte interés hacia España por el clima mediterráneo, la seguridad que ofrece el país, la gastronomía, los precios razonables y la posibilidad de abrir negocios en las grandes ciudades, como Madrid y Barcelona. Este mismo interés cogerá más fuerza cuando se abran las fronteras, porque, además, la pandemia y el confinamiento nos ha llevado a una nueva forma de medir las prioridades.
Si antes lo importante era vivir en el centro de la ciudad para poder llegar al trabajo cada día y, evidentemente, vivir en la misma ciudad donde se trabajaba, ahora todo esto es cuestionable: podemos vivir más lejos o muchísimo más lejos de nuestro lugar de trabajo. Se está instaurando la tendencia en los países nórdicos de buscar viviendas ya no a las afueras de la ciudad, sino directamente en lugares cálidos como el sur de Europa, ya que con el teletrabajo la ubicación es indiferente para llevar a cabo tareas en remoto.
La compra de viviendas españolas por parte de extranjeros en 2019 vio una bajada de alrededor el 12% del total de compraventas con respecto al 2018. Estas cifras no subirán rápidamente, pero a largo plazo se espera un repunte en las adquisiciones de inmuebles españoles por parte de inversores extranjeros, sobre todo porque ahora mismo los norte-europeos piensan en la calidad de vida que les puede ofrecer España. Los británicos, de hecho, son el perfil que más urgencia podría tener en trasladarse a nuestro país, ya que, a finales de año, Gran Bretaña saldrá de la Unión Europea y los trámites para el cambio de residencia a España se complicarán bastante.
Finalmente, la inversión extrajera, como muchos otros aspectos de nuestra economía, se verá inevitablemente afectada por la crisis sanitaria que el mundo entero está viviendo, pero la presión que los inversores están haciendo en las fronteras en estos momentos estallará de golpe en cuanto la COVID-19 tenga una solución definitiva. Cuando eso ocurra, volveremos a ver crecer los números en la inversión extranjera.