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  • La carrera hacia el objetivo de cero emisiones está muy avanzada, ya que casi el 70 por ciento de los responsables en materia de energía del G20 confirman que sus organizaciones se ha comprometido con el objetivo de cero emisiones netas.

El compromiso más común, con un 57 por ciento, es la reducción de emisiones por parte de las empresas. Este compromiso es mucho mayor que el compromiso de reducción de las emisiones a lo largo de su cadena de suministro, que solo cuenta con un 37 por ciento.

Las decisiones de inversión que están tomando actualmente las grandes empresas ayudarán a determinar las estrategias más eficaces para la descarbonización, ya que casi dos tercios de ellas esperan, en los próximos 12 meses, acelerar su cambio de inversión de fuentes de energía tradicionales a fuentes de energía renovable.

Un nuevo estudio del despacho de abogados Ashurst titulado, Energy Transition Investment: Últimas tendencias en el G-20, revela que la gran mayoría de las empresas tienen como objetivo estratégico avanzar hacia las cero emisiones netas.

Casi el 70 por ciento de los encuestados por este estudio afirman que su empresa ya se ha comprometido a alcanzar un objetivo de cero de emisiones netas, y otro 28 por ciento respondieron que estaban desarrollando un plan para para alcanzar dicho objetivo. En relación con lo anterior, los objetivos corporativos de cero emisiones son más comunes entre las empresas con sede en Europa (76 por ciento) y América del Norte (otro 76 por ciento), seguido por otros mercados como el de Australia y Reino Unido.

Resulta especialmente interesante cómo el estudio compara las respuestas de la encuesta con el informe Powering Change 2020: Energy in Transition elaborado también por el despacho de abogados Ashurst, y muestra los cambios de actitud hacia la generación de energías renovables y las tecnologías de descarbonización. Se realizó una encuesta a 992 directivos que deciden sobre las inversión en energía de sus respectivas organizaciones y los resultados ofrecen una visión de cómo éstas están gestionando la transición hacia una energía limpia.

Las tres estrategias más importantes que las empresas están siguiendo para alcanzar el nivel cero de emisiones son (i) la reducción de sus propias emisiones (mencionada por el 57 por ciento de los encuestados), (ii) la adquisición de derechos de emisiones de carbono (mencionadas por un 48 por ciento) y (iii) la inversión directa en proyectos de desarrollo de energías renovables (con otro 48 por ciento). Curiosamente, sólo el 37 por ciento de los encuestados tenía previsto reducir las emisiones a lo largo de su cadena de suministro y el 19 por ciento habían establecido sus objetivos apoyados en bases científicas.

Un 72 por ciento de los encuestados afirman que han cambiado sus estrategias para alcanzar el nivel cero de emisiones en el último año y que su intención es continuar adaptando su estrategia de acuerdo con las necesidades de la transición energética. Por otro lado, un 19 por ciento de los encuestados afirman que han cambiado sus planes, pero que no prevén volver a cambiarlos nuevamente.

Casi dos tercios de las empresas encuestadas tienen previsto acelerar su cambio de inversión de fuentes de energía tradicionales -como el carbón, el gas y el petróleo- a energías renovables en los próximos 12 meses. A nivel global, las tecnologías que ya han probado su eficiencia siguen siendo los principales impulsores de las inversiones; sin embargo, en el último año ha ganado especial importancia la disponibilidad de nuevos proyectos (proyectos greenfield) y el acceso a una mano de obra cualificada.

La energía solar sigue siendo la fuente de generación de energía renovable preferida, pasando del 52 por ciento al 69 por ciento en el último año. En relación con lo anterior, el número de empresas que piensan invertir en energía solar en los próximos cinco años casi se ha duplicado en el tiempo que ha transcurrido entre los dos informes, pasando del 22 por ciento al 42 por ciento. Por otro lado, se ha producido un notable descenso de las inversiones en energía hidroeléctrica, pasando de un 43 por ciento en 2020 a un 37 por ciento en 2021. Lo mismo ha sucedido con la energía eólica terrestre, que ha pasado del 42 por ciento en 2020 a un 33 por ciento en 2021.

Por otro lado, el almacenamiento en baterías es la tecnología no relacionada con la generación de energía que más destaca, pues el número de empresas que han invertido en esta tecnología ha aumentado del 26 por ciento al 67 por ciento en el último año. Le siguen al almacenamiento los vehículos eléctricos, las soluciones de captura, utilización y almacenamiento de carbono ("CCUS" por sus siglas en inglés) y los contadores inteligentes.

A pesar de estos planes de inversión, nuestro estudio de investigación también identificó una creciente preocupación entre las grandes empresas por los obstáculos a la inversión. La falta de incentivos comerciales o beneficios económicos fue el obstáculo más citado y así lo hicieron saber el 40 por ciento de los encuestados, frente al 29 por ciento que lo hicieron en 2020.

Michael Burns, Socio y Director de Energía para EMEA/Estados Unidos en Ashurst, comenta:

"Este estudio pone de manifiesto la rapidez con la que se está acelerando la inversión en proyectos de energía limpia, sobre todo si se compara con la de hace apenas un año.

La base de inversores es amplia: desde empresas energéticas integradas hasta fondos de capital privado especializados en transición energética y otros fondos de capital privado, así como inversiones realizadas directamente por los distintos gobiernos.

Así mismo, las oportunidades de inversión en el mercado son igualmente diversas, incluyendo tecnologías propias de descarbonización; cadenas de fabricación y suministro; proyectos de generación y suministro greenfield así como activos ya operativos, hasta el cambio de comportamiento de los consumidores finales de la energía, ya que cada parte de la cadena de valor de la energía trata de alcanzar sus objetivos en materia de cambio climático.

A medida que la transición energética siga cogiendo ritmo, esperamos que se realicen inversiones en proyectos que cuenten con un claro apoyo gubernamental, pero también en aquellos que busquen una mayor rentabilidad o estén dispuestos a desembolsar capital antes en inversiones para el desarrollo de proyectos con tecnología en desarrollo, como el almacenamiento de energía, el hidrógeno verde o la captura y almacenamiento de carbono."

Paul Curnow, socio director de energía para APAC en Ashurst, comentó:

"La confianza en la tecnología está creciendo y reforzará la disposición de las empresas a realizar inversiones. Sin embargo, como señala nuestro estudio, las estrategias empresariales también se verán influenciadas por la disponibilidad de desarrollo de proyectos greenfield y el acceso a una mano de obra debidamente cualificada.

Nuestro estudio pone de manifiesto cómo las empresas multinacionales se están adelantando al desarrollo normativo, ya que los inversores institucionales, los gestores de activos y las instituciones financieras - incluidos los bancos centrales - marcan cada vez más el ritmo y la dirección de la inversión con objetivos de cero emisiones netas.

A medida que avanzamos hacia un mundo neutro en carbono, está claro que muchas empresas tendrán que desarrollar nuevos modelos de negocio. Además, también será necesario una clara línea de actuación marcada por los distintos gobiernos para planificar un futuro energético limpio." 




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