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Ucrania es el país más grande de Europa después de la Federación Rusa. El norte es una región boscosa con numerosos lagos, con un aparte todavía contaminada por el accidente de Chernóbil de 1986. El sur del país está bañado por los Mares Negro y Azov. Ucrania se encuentra en una situación geográfica óptima entre dos grandes mercados, Rusia y la CEI por un lado y la UE del otro, a los que se puede suministrar desde Ucrania. Es además lugar de tránsito tanto por tierra como por mar. Tiene frontera con siete países: Rusia por el norte y este, Bielorrusia por el norte, Polonia y Eslovaquia por el oeste, Rumania, Hungría y Moldavia por el suroeste. Crimea y Sebastopol han sido anexionadas por Rusia. Como sabemos en la región de Donbás se desarrolla una confrontación armada entre separatistas y el ejercito ucraniano. Las partes no controladas por el Gobierno ucraniano lo son por las autodenominadas “República Popular de Donetsk” y “República Popular de Lugansk”, con el apoyo de la Federación Rusa.

La actual Constitución, aprobada el 28 de junio de 1996, y reformada en 2004 tras la llamada “revolución naranja”, define a Ucrania como una República y como un Estado soberano, independiente, democrático, social, de Derecho y unitario. La Constitución con su reforma de 2004, actualmente en vigor, equilibra los poderes entre el poder legislativo y el ejecutivo y supone una reducción significativa los poderes del presidente, aunque éste continúa manteniendo el control sobre los Ministerios de Exteriores, de Defensa y sobre los Servicios de Seguridad, así como sobre los nombramientos de los gobernadores regionales. El presidente de Ucrania es el jefe de Estado. El mandato presidencial es de 5 años y la constitución sólo permite dos mandatos consecutivos. El Parlamento ucraniano (Verkhovna Rada o Rada Suprema) es unicameral, compuesto por 450 diputados, elegidos por sufragio universal, si bien en las últimas elecciones, celebradas el 21 de julio de 2019, sólo se han cubierto 423 escaños, dada la ocupación de Crimea y la guerra en las provincias de Donetsk y Lugansk, lo que impide la celebración de las elecciones en 27 circunscripciones uninominales. Actualmente se debate sobre la posibilidad de reducir el número de diputados a 300. En el plano interno, la presidencia de Poroshenko (2014-2019) se caracterizó por una apuesta clara y definitiva por el acercamiento a la UE y a la OTAN.

El 21 de noviembre de 2013 el expresidente, Viktor Yanukovich, anunció su decisión de posponer la firma del Acuerdo de Asociación con la Unión Europea. Esto fue el detonante de la revuelta popular contra el Presidente, la conocida como Revolución del Maidán, en Kiev y en otros puntos del país, con enfrentamientos, especialmente virulentos el 30 de noviembre. En febrero de 2014 el presidente Yanukovich firmó un acuerdo con los principales líderes de la oposición bajo los auspicios de los ministros de Asuntos Exteriores de Polonia, Alemania y Francia, que suponía volver al texto constitucional de 2004

El atractivo general de Ucrania como destino para el comercio y la inversión se encuentra en el tamaño de su población 42,8 millones de habitantes en el país, sus seis ciudades de más de un millón de habitantes, en un alto potencial de crecimiento económico a medio y largo plazo, sus recursos naturales y mano de obra a bajo coste.

Ucrania es la segunda economía en valor del PIB después de Rusia en el conjunto de los países de la CEI. Por su posición geográfica, Ucrania está destinada a ejercer el papel de país de tránsito entre la UE y Rusia. Ucrania y la Unión Europea firmaron el Acuerdo de Asociación el 27 de junio de 2014, forma parte de la Política de Vecindad (ENPI) y de la nueva estrategia de Asociación Oriental. No obstante, con Rusia seguirá manteniendo lazos históricos, económicos y políticos profundos, aunque no siempre armoniosos como demuestra la situación actual pre-bélica.

Ucrania es el principal país de tránsito energético en Europa. El 50% del gas importado de Rusia se transporta por el sistema de gasoductos ucranianos. Probablemente, Rusia seguirá siendo, por cercanía y por las enormes reservas con las que cuenta, el principal suministrador de gas a Europa. Ucrania es también un país suministrador y de tránsito para los cereales y para numerosos minerales y productos metálicos. Además, cuenta con una vía de entrada y salida marítima para las mercancías en el puerto de Odessa.

En el año 2021, Ucrania y Rusia firmaron un acuerdo por el que el gas proveniente del país ruso seguirá atravesando Ucrania en su tránsito hacia Europa. Ahora, Rusia está construyendo gasoductos para sortear Ucrania tanto por el norte como por el sur, lo que puede debilitar la posición estratégica y económica de Ucrania como puerta del gas ruso hacia Europa en la próxima década.  

Pero lo cierto es que Ucrania ha puesto fin hace ya varios años a su tradicional dependencia energética respecto a Rusia y actualmente no importa ya ni gas ni petróleo ruso y la interconexión eléctrica a efectos prácticos se mantiene cortada. Esta disminución de la importancia económica de Rusia ha beneficiado principalmente y desde el punto de vista comercial a los países europeos, especialmente a los más cercanos del este y centro de Europa. El cambio se explica por la decidida voluntad de Ucrania de acercarse a Europa buscando en último término la integración en la UE. En los últimos años ha habido igualmente un acercamiento a la OTAN, provocado por el deterioro de las relaciones con Rusia, circunstancia, hoy en día más que evidente.

Las exportaciones españolas a Ucrania están lejos de su potencial, debido a la crisis económica de los últimos años en este país, así como a la inseguridad de las inversiones, lo que impide una relación económica más intensa. Además, España es un gran importador de aceite de girasol, maíz y, en menor medida, de trigo de Ucrania. En 2019 las importaciones de estos tres productos llegaron a los 1.000 millones de euros. Por lo que se refiere a las exportaciones españolas a Ucrania, las mismas se concentran en vehículos, maquinaria y aparatos mecánicos, seguido de productos textiles. En cualquier caso, tanto las exportaciones como las importaciones, cuantitativamente reducidas, representan un porcentaje pequeño del total de nuestro comercio exterior.

La crisis geopolítica que se vive en Ucrania incrementará los precios del petróleo considerablemente. Y no solo ante el riesgo de un posible conflicto, sino por las sanciones económicas y comerciales que se pueden derivar de esa situación. Los precios del barril de crudo podrían sufrir un alza de forma inmediata, generando subidas de la inflación y lastrando la economía global. Rusia es uno de los mayores exportadores mundiales de crudo, una interrupción de este flujo dispararía los precios.

Paolo Gentiloni, comisario europeo de Economía, «la violación del Derecho internacional con el reconocimiento ruso de dos territorios separatistas en Ucrania aumentará fuertemente la incertidumbre económica»

En Europa, una alternativa a los flujos actuales de producto sería la importación por ejemplo a suelo europeo de productos procedentes de Oriente Medio y Asia, a través del Canal de Suez o del mercado estadounidense. Obviamente, todo por vía marítima y no por oleoducto. Una reducción de esta fuente de suministro activaría las importaciones de GNL desde EE.UU. y Qatar con la ayuda de gaseros de gran porte, pero con la consecuente subida de los precios.

En definitiva, una escalada de la tensión en Ucrania agrava el complicado escenario energético redirigiendo los tráficos marítimos, afectando sus movimientos a nivel global en un claro clima de incertidumbre económico.

 




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