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El inicio de un nuevo año representa, siempre, un estímulo para reflexionar sobre el periodo que viene por delante, muy influido por el que ha transcurrido. 2018 no ha sido un año fácil para una serie de fundamentos que generan estabilidad en el contexto global. La sensación es que el entorno que nos rodea, a escala mundial, es impredecible de un día para otro.

Una sociedad que quiera construir su futuro de una manera estable tiene que basar su sistema de convivencia en principios democráticos y en el respeto al Estado de derecho. Si a eso añade una gran capacidad de diálogo en un marco internacional de relaciones multilaterales, tiene grandes posibilidades de avanzar en la buena dirección.

Grandes tendencias condicionan la evolución futura del mundo en el que vivimos y a las que 2019 y los años siguientes no serán ajenos. Entre ellas, hay que destacar la evolución de la población mundial, los grandes desplazamientos de personas, el cambio climático, la inseguridad, los movimientos populistas o las crisis sobrevenidas.

7,5 mil millones de personas es la población del mundo en el que vivimos. Un número que entre 1950 y 2016 se ha triplicado. Para 2100 la población mundial será de 11 mil millones de habitantes y se espera, de acuerdo con las previsiones de Naciones Unidas, que África experimente un crecimiento demográfico significativo y que Europa, por el contrario, pierda población.

En los años recientes, se han producido grandes desplazamientos de personas. De acuerdo con el Informe Mundial de la Migración de 2018, se desplazaron un total de 244 millones de personas, es decir, el 3,3 % de la población mundial. De ellos, 22 millones fueron refugiados. Según los datos de IATA, 4100 millones de personas se desplazaron en avión en 2018, una cifra que se duplicará en 2037. Además, China, India e Indonesia pasarán a ser los mayores mercados de aviación del mundo.

Con respecto al fenómeno del cambio climático, la pasividad en esta materia produce resultados cada vez más preocupantes y se traduce en cuestiones claramente perceptibles, como la regresión progresiva en materia de biodiversidad, con un claro impacto en la seguridad alimentaria o, por ejemplo, en el paulatino aumento del nivel de las masas marinas y el descenso de la capa de hielo de los polos terrestres.

El deterioro del orden internacional conforma un mundo más inseguro. Mayores tensiones geopolíticas, tecnológicas, comerciales y, desde luego, la amenaza permanente del terrorismo, a la que se añade como brazo articulado el control de los recursos naturales. De acuerdo con el informe START sobre “Terrorismo Global”,  2017 es el tercer año consecutivo en el que descendió el terrorismo. No obstante, continúa existiendo un componente terrorista muy inquietante, al que se añade el más sofisticado terrorismo cibernético.

El populismo, en los últimos tiempos, ha encontrado un caldo de cultivo muy favorable que ha hecho que, actualmente, una serie de países estén gobernados por líderes populistas. Es el caso de Brasil, México, Estados Unidos, India, Filipinas, Hungría o Italia, por ejemplo.

Son tiempos en los que la realidad supera a cualquier ficción y aparecen crisis sobrevenidas con una plasmación difícil de contener. Por tanto, tenemos que estar preparados para lo que no esperamos y, de esa manera, poder anticipar soluciones a situaciones críticas y que, cada vez, adquieren mayores dosis de verosimilitud. En todo ello la tecnología y la comunicación desempeñan un protagonismo especial.

“En Europa sus líderes se enfrentan a una bomba de relojería con fecha de detonación próxima, el 29 de marzo, si no se desactiva con anterioridad”

2019 se enfrenta a un mundo volátil con líderes peculiares y con visión imperial en el desempeño de su liderazgo. Trump, al frente de los Estados Unidos, es provocador, controvertido, desconcertante a través de su política de tuits. Putin, que sin más complicaciones ganó las elecciones presidenciales de marzo de 2018, encarna el arquetipo moderno de la Rusia zarista a través de demostraciones de fuerza internacional destinadas al consumo nacional. Xi Jinping, tras las modificaciones en China para la supresión en 2018 de los límites de los mandatos presidenciales, se reafirma como líder máximo. En Europa sus líderes se enfrentan a una bomba de relojería con fecha de detonación próxima, el 29 de marzo, si no se desactiva con anterioridad. Se trata de la salida del Reino Unido de la Unión Europea, uno de los mayores embrollos de la historia de la política británica. Mientras no se desenrede, el liderazgo de May seguirá cuestionado. Macron y Merkel, que tienen la gran responsabilidad de aportar una visión de conjunto sobre el futuro de la integración europea, tienen vicisitudes específicas de carácter interno.

Un crecimiento a la baja caracteriza a 2019. La moderación de la actividad económica y el aumento de los riesgos globales oscurecen las perspectivas económicas mundiales para 2019. Un año de elecciones para Europa con el trasfondo del Brexit y otros desafíos. La cuestión migratoria continuará ocupando un lugar central. El respeto de los principios fundacionales de la UE (democracia e imperio de la ley) será objeto de preocupación en relación con  algunos Estados miembros, en particular Polonia y Hungría. En el caso de España, el 2019 es un año de encrucijada política y económica. En primavera se celebrarán elecciones municipales y europeas, sin que puedan descartarse, en función del contexto, unas elecciones generales.

Un mundo hiperconectado e hipertransparente, con competidores disruptivos, impulsa 2019. En este cambio permanente, para ganar hay que estar en constante transformación y buscando la excelencia en la responsabilidad desempeñada. 2019, en general, es un año con desafíos y problemas compartidos. Por tanto, la respuesta debe estar inspirada no en enfoques individuales, sino en soluciones basadas en la cooperación y el diálogo, respetando la dignidad humana, la democracia, el pluralismo, la justicia, la solidaridad y, por supuesto, la seguridad que confiere el respeto a las reglas del juego.

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AUTOR:
 

José Isaías Rodríguez

Consejero Senior en LLORENTE & CUENCA
Destacado profesional conocedor de Europa y de las relaciones de las empresas españolas con la administración europea, inició su carrera en la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE) como Director Adjunto del Departamento de Comunidades Europeas. Durante 25 años, ha sido Director de la Delegación de la CEOE en Bruselas, cargo desde el que ha representado los intereses de las empresas españolas ante las Instituciones Europeas y ante BUSINESSEUROPE. Posteriormente y durante dos años fue Vicesecretario General de la CEOE. Ha sido durante 24 años Consejero del Comité Económico y Social Europeo y Vicepresidente del Grupo Empleadores. Es Patrono de la Fundación ADECCO y Presidente de VALCAMBRE. Es Licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales por la Universidad de Sevilla, Máster en Estudios Europeos por la Universidad Católica de Lovaina, Diplomado en Estudios Europeos por el Ministerio de Asuntos Exteriores de España (Escuela Diplomática) y Diplomado en Defensa Nacional por el CESEDEN.
 

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