Mark Zuckerberg ha acaparado titulares en todos los medios de comunicación del mundo, en un movimiento de relaciones públicas brillante, “espectacular”, a la altura de sus anteriores genialidades: fotos entre bucólicas y empalagosas, con el bebé en brazos y anunciando su compromiso con “un mundo mejor” a través de la caridad... Ahora bien, ¿hay altruismo y generosidad espontánea alumbrada por la feliz paternidad..., o una operación calculada de planificación patrimonial y fiscal? ¿O quizás ambas?
Literalmente se lo pregunta Philip Greenspun en su blog en Harvard Law: “Is the new Zuckerberg fake charity an estate tax avoidance scheme?” (¿Es la nueva caridad falsa de Zuckerberg un esquema de elusión fiscal [https://blogs.law.harvard.edu/philg/2015/12/03/is-the-new-zuckerberg-fake-charity-an-estate-tax-avoidance-scheme/]). Y su respuesta es claramente positiva, preguntándose si es tan fácil evitar el pago de 18 billones en “federal state taxes”, en el Estado con el impuesto con los impuestos hereditarios más altos del mundo.
En esa línea, y tras la primera oleada de “seguidismo” con la versión oficial “Facebook” de la noticia, distintos medios se han planteado el asunto un poco más en serio.
Jesse Eisinger en ProPublica y el New York Times titulaba "How Mark Zuckerberg's Altruism Helps Himself" ("Como el altruismo de Mark Zuckerberg le beneficia a sí mismo" [https://www.propublica.org/article/how-mark-zuckerbergs-altruism-helps-himself] y [http://www.nytimes.com/2015/12/04/business/dealbook/how-mark-zuckerbergs-altruism-helps-himself.html?ref=dealbook&_r=0]).
Tom Cahill en U.S. Uncut también apunta en contra de la presentación oficial con el título de “Why Mark Zuckerberg’s ‘Charity’ is a Scheme to Dodge Billions in Taxes” (La caridad de Zuckerberg es un esquema para eludir billones en impuestos – [http://usuncut.com/class-war/mark-zuckerberg-charity-scheme/]). En la misma línea, Alice Ollstein, en ThinkProgress.org, “What To Expect From Mark Zuckerberg’s New Initiative, Based On His Mixed Philanthropy Record” (“Qué esperar de la nueva iniciativa de Mark Zuckerberg, con base en su historial filantrópico”, o algo así... [http://thinkprogress.org/economy/2015/12/02/3727336/zuckerberg-facebook-charity/]).
En todo los casos se pone de manifiesto la misma duda: tras la presentación a bombo y platillo del acto de beneficencia más magnificiente del último siglo hay muchas cosas, primero una campaña de comunicación brillante y, también, una maniobra de control patrimonial y de planificación fiscal.
Jesse Eisinger es especialmente cruel con Bloomberg o el propio New York Times, cuando en primera instancia se quedaron con la parte “lacrimógena” y efectista de la noticia: el papá emocionado que lo da todo por su hija.
Vamos por partes
En primer lugar, por supuesto, no donaron las acciones a Caritas o Médicos sin Fronteras, ni al banco de alimentos: ¡algo así podría dar a entender el tono y el conciso mensaje que sugieren algunos titulares! Por supuesto, que Zuckerberg mantiene el control de las acciones de Facebook y todo el poder.
En segundo lugar, tampoco han constituido una Fundación u otro tipo de entidad sin ánimo de lucro equivalente. Y aun habiéndolo hecho así hubiéramos debido analizar si ello es realmente caridad o solo una estructura patrimonial idónea, porque, de nuevo, el control de Facebook se hubiese mantenido en sus manos, con un ahorro fiscal bestial y, sí, con ciertas limitaciones que, en muchos casos, son compensadas por el enorme impacto de comunicación, influencia y poder que se pueda generar alrededor. En "esa liga" cuenta más el poder que el dinero, porque el dinero no es problema...
Pero, en tercer lugar, es que lo que han constituido los Zuckerberg es una LLC (Limited Liability Company): ha movido su dinero de un bolsillo a otro, pero con un retorno de relaciones públicas impagable, imposible de cuantificar.
Una LLC, reporta Jesse Eisinger, es una entidad que puede invertir en empresas con ánimo de lucro (quizás con la exigencia de que sean socialmente responsables) y, más importante, puede hacer donaciones políticas: puede hacer "lobby" para cambiar leyes. "That's what America is all about", sentencia el autor. Pero es más, continúa, una "fundación de caridad" ("charitable foundation") está sujeta a reglas y supervisión (no es que funcione muy bien en España, pero existe ese control). Por supuesto, la nueva "LLC" de Zuckerberg no estará sujeta a esas reglas, ni a ningún requerimiento de transparencia.
En la misma línea, Philip Greenspun cita expresamente un trabajo doctrinal sobre la utilización de estas LLC como instrumentos te planificación fiscal sucesoria (“Using an LLC for Estate Planning” [http://www.investopedia.com/articles/personal-finance/071514/using-llc-estate-planning.asp]; o “Limited Liability Company – Cutting Edge Estate Planning” [http://www.smwb.com/limited-liability-company-cutting-edge-estate-planning]).
Victor Fleischer, profesor de derecho en la University of San Diego School of Law explica al autor las jugosas ventajas fiscales del "cambio de bolsillo".
En este punto, sin embargo, la energía de artículo de Jesse Eisinguer languidece un poco y se queda en explicitar las hipotéticas ventajas fiscales de una hipotética donación futura. No llego tan lejos como para evaluar el alcance de los beneficios fiscales.
Del mismo modo, el artículo de Allice Ollstein en ThinkProgress.org adolece de “más sesgo ideológico” que precisión técnica. Así, se dice que “la pareja podría potencialmente eludir muchos millones en impuestos”. Por ej., el primer ahorro evidente radica en que donando las acciones, en lugar de venderlas primero y donar el dinero después, se ahorra el 20 por ciento en la tributación de las ganancias de capital. Obviamente, este planteamiento es absurdo, por parte de la autora y desacredita ciertamente otras afirmaciones del mismo. Lo que sí tiene más sentido es que las deducciones acumuladas le permitirán reducir la tributación de otras rentas; y quizás que el vehículo pueda ayudar a sus hijos a evitar impuestos en la herencia.
Sea como fuere, ni tanto de filantropía, ni tanto de manipulación. En todos los casos, además, los artículos críticos ponen el foco, comenzando por Jesse Eisinguer, en una peligrosa dinámica social de evolución hacia una "sociedad de oligarnas", los nuevos "Silicon Valley overlords".
Y alienta el debate sobre los super-ricos y el reconocimiento tácito de la imposibilidad de gastarse 45.000.000.000 de dólares en sí mismo o en su familia.
¿Una especie de impuesto a la riqueza? Siempre he defendido el impuesto sobre el patrimonio, pero no en este contexto "ideologizado" que se nos presenta ahora.
En todo caso, me ha parecido muy sugerente el planteamiento equilibrado sobre el papel de la filantropía de los riquísimos en la sociedad actual (y en la de siempre, añado yo): si bien nadie se fía ya de los gobiernos y los políticos como "entidades" especialmente hábiles en la asignación de recursos (de hecho, son ruinosos). Pero, ¿debería la sociedad confiar en la beneficencia y la inspiración de estos super-ricos para que, con su "caridad" desarrollen iniciativas positivas para la sociedad?
Llegan los desmentidos de los emocionados padres y de la compañía, en la medida en que la campaña de comunicación “podría darse la vuelta”. ¡Ustedes tienen ahora más elementos para formase su propia opinión!