Este artículo pretende ilustrar brevemente la necesidad de cambio que se necesita en el mundo legal y sugiere también en qué sentido podría encaminarse este cambio.
El mundo del sector legal es uno de los sectores más anclados en la tradición y en estructuras que son reacias al cambio y a la innovación. Sin embargo, el mundo está cambiando y, sorprendentemente, este sector también deberá hacerlo. “En los próximos diez años, el impacto de la tecnología traerá más cambios para la abogacía que los observados en el sector en el último siglo”. Con esta predicción cerraba Richard Susskind, probablemente el mayor innovador en la industria legal, su conferencia en el Legal Manegement Forum.
Pero, ¿qué es innovación? ¿y cómo puede aplicarse al sector legal?. La Real Academia de la Lengua Española define “innovación” como “creación o modificación de un producto, y su entrada en el mercado”. Naturalmente en este caso sólo podemos referirnos a su modificación, ya que la existencia de profesionales encargados de la representación y defensa de la ley existe desde mucho antes de que apareciera este nuevo concepto de innovación. La siguiente pregunta que cabe hacernos sería entonces, ¿en qué sentido se puede innovar en este sector?
En la conferencia del Legal Management Forum Richard Susskind, profesor de Oxford, explicó la necesidad de progreso e innovación que cada vez es más y más necesaria en el sector legal, provocado por la crisis económica. Esta crisis económica ha desencadenado nuevas percepciones sobre el mundo de la abogacía, como por ejemplo la negativa a pagar las tasas que siempre se habían requerido para la contratación de estos servicios. Sin embargo, existen otras consecuencias con vocación de permanencia y que exigen una pronta adaptación de la esfera legal. Y con estos cambios se alude principalmente a los traídos de la mano de las nuevas tecnologías.
El Derecho nace allí donde existe una sociedad que necesita una forma de organizarse, cumpliendo así la máxima del Derecho “ubi societas, ibi ius.” Si la sociedad ha cambiado y es ahora una sociedad globalizada y que avanza con el aumento y el desarrollo de las nuevas tecnologías, el Derecho deberá marcarse otro tanto y adaptarse a ella puesto que es la sociedad su único fundamento.
Para poder acertar en el cambio que de él se espera, cada profesional deberá plantearse cuál es el camino a seguir. Es decir, hablando en términos económicos, se debe evaluar lo que la demanda quiere puesto que este negocio que en otra época poseía un ámbito exclusivo y privilegiado ahora se ha convertido en “uno más”, y como tal debe ajustarse a los equilibrios del mercado. El profesional debe ser capaz de detectar y desarrollar cuál es su valor añadido, qué es aquello que sólo él es capaz de aportar y que configura de esta manera su marca personal. El conocimiento en sí ya no es lo único importante puesto que muchas veces está disponible en la red, sino más bien cómo es capaz de ponerlo en práctica de una forma eficiente. Y las nuevas tecnologías, que en un principio parecían ser el enemigo común, pueden convertirse en el mayor aliado para este cambio.
Los operadores jurídicos deben salir de la zona de comfort en la que están establecidos y abandonar la forma automatizada de realizar sus trabajos y lanzarse a buscar nuevas ideas, nuevas técnicas que mejoren y rentabilicen sus negocios. Y la solución está al alcance de nuestra mano. Se trata de buscar una forma que integre a las tecnologías TIC y que permita desarrollar y desarrollarse. Es un reto para el sector legal, pero como dijo Michael Gerber, “un emprendedor ve oportunidades allá donde otros ven problemas."
Sofía Pestano Matías, alumna de Derecho y Relaciones Internacionales en la Universidad Pontificia de Comillas (ICADE)
Bibliografía: