La permanencia de la pandemia y los confinamientos vierten pesimismo sobre la recuperación económica esperada en los meses anteriores. Los datos adelantados de contabilidad nacional del tercer trimestre publicados por el INE reflejan que hay un crecimiento del PIB en el trimestre del 16,7% –debemos tener en cuenta que se partía de un suelo excesivamente bajo–, situando la variación interanual del PIB en el -8,7%. La evolución de los principales indicadores ha sido:
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Tasa variación Intertrimestral % |
Tasa variación Interanual % |
CONSUMO TOTAL |
14,3 |
-6,8 |
CONSUMO HOGARES |
20,7 |
-10,4 |
INVERSION |
17,8 |
-12,8 |
EXPORTACIONES |
34,3 |
-17,0 |
IMPORTACIONES |
28,4 |
-15,7 |
A pesar de ello, mantenemos nuestra previsión de contracción del PIB en 2020 del 12,2%, ahora bien, teniendo en cuenta que el sesgo de cara a final de año puede ser aún más negativo ante el grave cariz que está tomando la pandemia y de no surtir efecto las medidas que se están tomando para salvar la campaña navideña. Asimismo, mantenemos nuestras estimaciones de Deuda Pública en torno al 120 -125% y del 12-15% del déficit público, todo ello dependiendo de la evolución de la pandemia.
El proyecto de Presupuestos Generales del Estado para 2021, tan necesarios como esperados, contemplan un incremento del gasto consolidado del 19,4%, amparado en un crecimiento del PIB en 2021 del 9,8%, cifra poco realista en estos momentos. Mas del 50% del presupuesto se destina a las pensiones y al desempleo (hay que indicar que el incremento de las pensiones y de los sueldos de los funcionarios para 2021 es del 0,9%, por encima del IPC actual, -0,9%). En cuanto a los ingresos, surgen dudas en cuanto al efecto recaudatorio del incremento de los impuestos, como el IRPF a las rentas de trabajo superiores a 300.000 euros o de capital superiores a 200.000 € o las nuevas tasas Google o tasas Tobin, cuyo efecto a medio plazo aún no se conoce.
Así mismo, la reducción de los incentivos fiscales a los planes de pensiones, de 8.000 a 2,000 €, y el aumento del tipo aplicado a las primas de seguro supone un mazazo para este tipo de productos, generalmente más ilíquidos y cuyo mayor atractivo es el diferimiento fiscal de impuestos. Hay que tener en cuenta que en España hay poca cultura de ahorro para la jubilación, al contrario de lo que ocurre en Europa, donde generalmente los planes privados son un complemento a la pensión pública.
En relación a las cifras de empleo, la EPA del tercer trimestre ha reflejado una tasa de paro del 16,26%, con un incremento de 355.000 parados más que en el segundo trimestre, a pesar de la mejora de la ocupación. Dada la situación en la que nos encontramos actualmente, con prácticamente todo el país con confinamientos –y teniendo en cuenta que, según datos del Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, hay más de 550.000 personas acogidas a los ERTES, de los que posiblemente parte de ellos se conviertan en despidos definitivos–, estimamos que para final de año la tasa de paro se sitúe en el 18%, por encima del 17,1% estimado por el Gobierno. Lo preocupante es cuando finalicen los ERTES y gran parte de ellos se conviertan en despidos definitivos, en muchos casos sin cualificación y con pocas posibilidades de recolocación. Los efectos en este caso se verían en 2022 una vez finalicen las ayudas de desempleo.
Por otra parte, el teletrabajo, que está siendo una medida muy extendida durante la pandemia, ha cambiado la forma de trabajar, tanto en el sector público como en el privado, y conlleva ajustes en el empleo. La aceleración de la digitalización provocará probablemente un aumento del paro a medio plazo. Por ello, es fundamental facilitar la formación y el reciclaje profesional de gran parte de estos trabajadores que han sido expulsados del mercado de trabajo
Los fondos europeos, destinados fundamentalmente a proyectos de digitalización y economía verde, lamentablemente no se adecúan al necesario plan de choque a corto plazo que necesita nuestra economía, pero pueden ser una oportunidad a medio plazo para la transformación de nuestro modelo económico actual, compuesto mayoritariamente por pymes, el 95%, y con un escaso tejido industrial.
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