La ley 5/2012 de7 de Julio nos enseña que para ser mediador hay que estar en posesión de un título universitario o formación profesional superior y además contar con formación especifica y continuada. Y nos decía el mediador, Profesor Alés Sioli, que un mediador además de esa formación necesaria por imperativo legal debe ser neutral, sereno, observador, comunicador, simpático, con empatía, que inspire confianza, objetivo, confidencial, paciente, creativo, tolerante, coherente y maduro.
La ley 5/2012 de7 de Julio nos enseña que para ser mediador hay que estar en posesión de un título universitario o formación profesional superior y además contar con formación específica y continuada.
Y nos decía el mediador, Profesor Alés Sioli, que un mediador además de esa formación necesaria por imperativo legal debe ser neutral, sereno, observador, comunicador, simpático, con empatía, que inspire confianza, objetivo, confidencial, paciente, creativo, tolerante, coherente y maduro.
Permítanme que me tome la licencia de expresar con sinceridad que ninguno de estos requerimientos es ajeno a los Procuradores que, Licenciados o grados en Derecho, cuentan con la formación específica requerida en mediación y además son profesionales con un perfil adecuado para ser mediadores porque responden a todas esas premisas.
Es parte de esta profesión, la Procura[i], el que seamos neutrales, porque desde nuestra existencia allá por la Edad Media, nuestro desarrollo profesional está dirigido a la representación del justiciable bajo un necesario auxilio a los Tribunales. Por esa “dualidad” de nuestra función, la neutralidad, la imparcialidad, la objetividad, han sido siempre características propias de esta profesión que con una responsabilidad especifica penal, civil, deontológica y administrativa nos marcaba un riguroso camino de nuestros actos.
Serenos, observadores, sin duda lo somos, testigos de cientos de juicios, de actos, de comunicaciones, que analizamos con absoluta objetividad en aras al buen fin del pleito, hemos sido casi siempre catalizadores de situaciones, de criterios, de reformas que hemos intentado aplicar pacíficamente poniendo todos los medios a nuestro alcance para conseguir el interés general.
El Procurador, como nos dice el Profesor Alés Siolí, ha sido el “mago”, ”el director de orquesta”, “ el protagonista invisible” que organiza y crea la situación para que luego otros operadores actúen, cumpliendo requisitos, gestionando, ejecutando, auxiliando con los actos de comunicación, con la ejecución, a veces sin un merecido protagonismo y por supuesto con empatía, nos hemos puesto siempre en la situación de los clientes, de sus necesidades, de los funcionarios, hemos tenido en cuenta los requerimientos de los Tribunales, de nuestras leyes, hemos compatibilizado todo con los Abogados, sin perder la visión de los demás profesionales, sobre todo cuando con nuestra capacidad de realizar actos de comunicación tratamos con los contrarios, en esos supuestos la amabilidad, la flexibilidad, la ética, la deontología ha presidido con más fuerza nuestros actos.
Sin confianza la justicia no habría creído en nosotros, hemos portado un sin número de autos originales, con incluso pruebas, sumarios, la incidencia tan insignificativa se nos ha reconocido en todas las instancias.
La paciencia, la tolerancia, la tenemos demostrada con los retrasos que suelen padecer las vistas, con la dispersión de los Juzgados. Hemos sido los grandes dialogadores, en las puertas de las Salas de audiencia es histórica nuestra presencia que favorece la comunicación.
La creatividad porque somos siempre solucionadores, el Procurador es casi un consultor, una gran parte de nuestro trabajo es el participar lo que piensan nuestros Tribunales, nuestros Letrados de la Administración de Justicia, nuestra doctrina menor, con el fin de evitar dilaciones, en un mano a mano con los otros operadores jurídicos, los Abogados.
Así que cuando la Directiva 52/2008 nos trajo la mediación a España, los Procuradores del ICPM fuimos pioneros; al amparo del primer anteproyecto de la Ley de Mediación, realizamos nuestros primeros cursos, en los que, por supuesto estudiamos el contenido jurídico del proceso formal de la mediación y nuestras normas de contratos del Código Civil, pero incidimos en las habilidades psicosociales que como juristas eran quizás nuestras grandes desconocidas.
Estudiamos como pasar de hablar de métodos heterocompositivos a los autocompositivos, de la influencia social, de la necesidad de que el ciudadano tome el protagonismo. Y nos enfrentamos a nuestros propios temores, a nuestras raíces y nuestra cultura y como siempre, respondimos.
Somos más de 300 mediadores-procuradores formados, abiertos a este método alternativo de resolución de conflictos en el que creemos, porque somos testigos de la cantidad de procedimientos que se abren por falta de comunicación, que impiden que la justicia sea la última ratio iuris y que el ciudadano sea el protagonista de su conflicto.
Y somos testigos también de que una justicia tardía es causa de insatisfacción para nuestros poderdantes, y somos además quienes tenemos que explicarlo, y vemos la cantidad de sentencias que no se ejecutan porque no se ajustan a la realidad de los interesados.
La mediación no es el único, ni el mejor método, existen otros, el proceso judicial, el arbitraje, la conciliación, no debemos imponer, seguro que la mediación no es la solución idónea para todos los conflictos, lo que el Procurador- mediador pretende es ser el profesional del ciudadano actual, el que no le cierre caminos, quien le pueda ofrecer alternativas que libremente elija, preconizando valores tan importantes como el dialogo, la paz, la convivencia.
[i] "La Magia de la Mediación" Ed. Aconcagua Sevilla 2010, Autores Javier Alés y Juan Diego Mata
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