Alicia G. Arribas.
Madrid, 7 may (EFE).- Nina tenía quince años cuando se enamoró de un hombre que le triplicaba la edad. A los cuarenta, con una herida sin cerrar, vuelve al pueblo del que huyó por ese amor que le arruinó la vida y lo hace con una escopeta en el bolso. Porque 'Nina', la película, es la historia de una venganza.
Su directora, la navarra Andrea Jaurrieta, reconoce que la protagonista 'Nina' (impresionante Patricia López Arnáiz), "es una mujer madura que vuelve a su origen para entenderse y sanar su herida. Cree que vuelve para matar, pero en ese viaje descubre más cosas que tenía dentro, que aparecen a lo largo de la película, y que hacen que ella crezca como persona y pueda morir en paz".
Basada en la obra de teatro del mismo título de José Ramón Fernández, que a su vez adapta 'La gaviota' de Chejov, conforme Jaurrieta se iba adentrando en los recuerdos de Nina notaba que "esa herida podía ser más profunda" si le bajaba la edad.
"Es ahí donde surge la idea de la venganza y la necesidad de hablar de ese tema social, que me parece tan importante", señala la directora, productora y guionista en una conversación con EFE con motivo del estreno el 10 de mayo.
En España, señala, la ley sitúa la edad del consentimiento en los dieciséis años, por eso en su película "todos los adolescentes están para cumplir esa edad. Todo el rato estoy jugando con esto -explica-, porque no hay ya por donde cogerlo, es que no es legal".
"Más allá de lo inmoral, no es legal -denuncia-. Esa es la importancia de alzar la voz: que las cosas evolucionen".
Contada en dos tiempos, pero no a través de 'flashback', sino por medio de un montaje escrupuloso donde el espectador jamás se pierde, la pequeña Nina (espectacular la catalana Aina Picarolo) representa el pasado luminoso y sensible del personaje, mientras López Arnáiz es el presente estremecedor.
"Este es el juego que propongo: en lo que vas viendo la película, hay muchas cosas justificables ('pero ella quiere', 'se están enamorando, los dos'), ésta no es la historia de una violación típica. Hablo de los grises que conlleva este tipo de abuso -incide Jaurrieta-, esos que se han justificado durante muchos años".
Y "sigue pasando -denuncia-, y es el motivo por el que ha habido tanto silencio: por vergüenza, por pensar que no te iban a creer, por sentirte tu culpable creyendo que algo habías hecho, que te habías metido en la boca del lobo tu sola...".
A esto hay que sumar la complicidad del pueblo, aquí representado por su amigo Blas (Íñigo Aramburu). "Cuando víctimas y agresores pueden estar en tu entorno, no sabes cómo encararlo, es difícil afrontarlo, no sabes qué decir, a sí que mejor, me quedo en silencio. Esto es supercobarde", considera.
Jaurrieta pone su sello, el que ya marcaba diferencias en su primera película, 'Ana de día' (2018), cambiando los arquetipos: "'Nina' es un western donde la heroína es una mujer y el cuidador, hombre, personajes y espacios dados la vuelta para entrar a la historia de modo diferente".
También reconoce en 'Nina' sus amores cinéfilos por este género, y el 'toque Almodóvar', con quien trabajó en la segunda unidad de 'Julieta' (2016), y al que se siente unida por "referentes comunes", como "las películas clásicas en technicolor", que le fascinan, y que ha intentado llevar a 'Nina', explica Jaurrieta.
En la película, de diálogos muy medidos que se complementan con una brutal banda sonora de Zeltia Montes, el color que arrolla es el rojo, un color "simbólico", dice, "no solo por la sangre, la herida, el trauma, también su vestuario (que a mi me evocaba a Joan Crawford)", confiesa.
Jaurrieta afirma que necesita "personajes fuertes, femeninos, capaces de coger una escopeta. Creo que me identifico con ellos", se ríe.
Aunque la cinta ha caído muy bien en festivales (fue premio del público en el de Málaga) a Jaurrieta "se le hace bola" pensar en el espectador: "Espero guste mucho y no solo a las mujeres", como ya ha comprobado que ocurre.
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