El magistrado-presidente del tribunal del jurado de la Audiencia Provincial de Cuenca que el pasado 29 de octubre declaró a Sergio Morate culpable de las muertes de su expareja Maryna Okarynska y de la amiga de ésta Laura del Hoyo ha impuesto al acusado una pena de 48 años de prisión por dos delitos de asesinato, uno de ellos con las agravantes de parentesco y de género y el otro con la de abuso de superioridad.
En la sentencia, leída en audiencia pública en la sala en la que se celebró la vista oral, también se condena a Morate a abonar distintas indemnizaciones, que suman 650.000 euros, a los familiares de las víctimas.
La resolución señala que el 6 de agosto de 2015, “y con todo preparado para acabar con la vida de Maryna Okarynska”, Morate llamó a ésta por teléfono y le pidió que acudiera esa misma tarde a su domicilio, en la ciudad de Cuenca, para retirar sus enseres, que todavía permanecían en el piso a pesar de que la pareja había roto su convivencia.
Maryna, “ante el temor que sentía por el carácter violento de Sergio Morate a lo largo de su relación sentimental”, solicitó a su amiga Laura del Hoyo que la acompañara. Cuando entraron en el piso, el acusado “procedió a cerrar con llave, desde el interior, la puerta de la vivienda, asegurándose de que ellas no pudieran salir de casa”.
“El acusado, una vez cerrada la puerta y en ejecución del plan que había preparado, propinó a Maryna, de forma inesperada y totalmente sorpresiva, un fuerte golpe en la región parietal central de la cabeza”, añade la sentencia, que explica que la joven quedó inconsciente y sin posibilidad de defenderse y que Morate le colocó una brida de plástico corredera alrededor del cuello, “apretando dicha brida hasta acabar con su vida”.
A continuación, Laura intentó salir del domicilio “y el acusado se lo impidió, iniciándose un forcejeo entre ambos”, en el transcurso del cual Sergio Morate propinó a la joven varios golpes en la cabeza antes de agarrarla por el cuello y causarle la muerte por asfixia.
Posteriormente, Morate envolvió los cadáveres en bolsas de basura y los trasladó en un vehículo hasta un paraje del municipio conquense de Palomeras, donde los dejó “semienterrados y cubiertos con cal”.
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