Dice la sabiduría popular que la estupidez humana no tiene límites. Y ahí parece que estamos ahora mismo en la materia que seguidamente expongo. Venimos de haber sufrido los efectos de una devastadora pandemia que gracias a los logros y esfuerzos de la ciencia, hemos sido capaces de reducir, en tiempo récord, a poco más que un simple resfriado común. Vamos, que cuando la humanidad se lo propone, consigue proezas espectaculares.
Pero parece que determinadas autoridades (por llamarlas de algún modo) no quieren enterarse. Se ha tardado una eternidad en ir liberando las duras medidas de restricción que con buen criterio se tuvieron que imponer en su momento, hasta llegar al presente: Ya podemos utilizar el transporte público sin restricciones, quedando sólo pequeñas cautelas que quiero entender razonables en centros hospitalarios y otros pocos lugares en los que el virus puede sentirse aún más o menos cómodo.

Pues bien, mientras todos más o menos hemos ido recuperando nuestra total libertad de movimientos, hay quien se empeña aún en seguirnos amargando la vida con restricciones absurdas, carentes de sentido y probablemente incluso, ilegales. Tarde y mal, hasta la semana pasada, los Juzgados de Barcelona no eliminaron, por fin, todas las restricciones de acceso y demás cautelas implementadas cuando la pandemia. Esto si, nadie avisó de nada. De golpe, nos encontramos que los de seguridad nos dejan acceder sin dar explicaciones de si íbamos a tal o a cual Juzgado (cosa que por otra parte era absurda ya desde inicio, porque una vez dentro del edificio, íbamos realmente donde nos daba la gana…).

Pero aún queda, por lo menos, un bastión que parece inexpugnable, que es el SMAC de Barcelona. A día de ayer, seguían con la estupidez de hacer exhibir a la gente la citación para poder acceder (incluso a profesionales) y un largo y absurdo etcétera que ya denuncié en su momento. Y la pregunta es evidente…., si podemos acceder al Juzgado a nuestras anchas, ¿qué impide que podamos hacerlo a todos y cada uno de los demás organismos públicos?. De la inmensa estupidez de la cita previa, que parece pretenden se quede por los siglos de los siglos, hablaré en otro momento.

Es ya manifiesto que nos toman el pelo. Y llevan ya demasiado tiempo haciéndolo. Demasiado.