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Hablamos con Manuel Antonio Alvarez Hernández un abogado tinerfeño que, a sus 94 años, y a punto de celebrar los 65 de profesión, ha publicado en formato digital una colección de poemas que resumen sus últimos años de reflexión y pensamiento. Es el Fundador de Alvarez Abogados, un despacho situado al sur de Tenerife.

Manuel Alvarez, nos cuenta su origen sobre su afición a escribir. “Escribo desde hace muchos años, estudié bachillerato tarde, pero ya como estudiante de publicaba en el periódico palmero Diario de Avisos artículos sobre aspectos literarios, temas filosóficos,... La vida, el trabajo, la familia me abandono un poco el escribir. Oí a un viejo poeta decir, fue un poeta de joven, ahora que soy viejo lo intento y en medio lo deje porque tocaba trabajar.” Además de su vinculación al Derecho, este abogado fue durante 19 años profesor de una academia de bachillerato de latín, literatura… y “siempre tuve la inclinación a escribir, pero no me dedique a ello” no cuenta.

Son poemas de vejez, “de una vejez larga”, como la define este abogado tinerfeño de 94 de años. “La poesía es una cosa que brota en un momento determinado y lo consigues, es una cosa que la estas persiguiendo durante mucho tiempo y no la consigues porque no somos poetas, o somos poetas limitados. Me ha gustado siempre la poesía, leerla, cultivarme. Fui profesor de letras y explique la métrica, he estado vinculado a la literatura, pero no puedo decir que soy escritor, poeta, soy simplemente abogado y nada más”, nos comenta con ternura.

En su poesía hay alusiones a las Islas, al amor, a la religión, a la política, a la memoria histórica,…. Para Manuel, “no son versos biográficos, son expresiones en sentimiento de un momento determinado. Mi vida ha estado comprometida con la política, la religión, y en los poemas se hablan de estos temas que siempre han estado presentes en mi pensamiento, en mi sentimiento, con cierto sabor de reproche porque no he conseguido lo que yo quería tanto en política, como en religión, es posible que esos hilos sean un poco personales. Después, los poemas que tiene sabor amoroso, con cerca de 65 años de casado”.

Muchos de sus versos forman parte de lo que podríamos llamar una poesía comprometida. “Lo que preside mi existencia es la Justicia, no puede menos que transcender en lo que escriba, en prosa o en verso, mi sentimiento sobre la Justicia. La profesión me ha marcado, estudié derecho porque desde chico quería ser abogado, era una meta”.

Con casi 65 años de ejercicio, lleva con máximo orgullo el ser abogado, sus palabras en los tiempos que vivimos, no dejan de ser motivadoras.  “No soy distinto cuando escribo, no tengo otro yo distinto al de abogado, creo que la profesión crea estado y uno no puede dejar de ser cuando piensa, cuando respira, cuando escribe, dejar de ser abogado. Ser abogado es ser defensor y ser defensor es ser defensor ante la Justicia. Buscando la Justicia”, sentencia.

Nos cuenta como ha estado dedicado estos últimos años a la enfermedad de su mujer y como evasión está en escribir. “Cuando escribí poesía lo hice con un afán de dejar algo. Hay un poeta gran canario que decía que mientras un perro ladrara alrededor de su tumba, existiría. Hay que dejar algo en la vida. No se si es un problema de vanidad o de existencialismo, no lo sé. Cuando me brota una idea, la plasmo en un papel y así surgió lo que ahora pueden ver los lectores, pero no me atrevo a presumir de poeta, ni de escritor, solamente he llevado con orgullo la profesión de abogado, y creo que la he ejercido con decencia”.

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