Laura Fra, responsable de las áreas de Formación y Derecho Digital del Colegio de Abogados de León ICAL, lamenta que los planes de estudio no se hayan modificado teniendo en cuenta “la transformación digital que se está produciendo en las profesiones jurídicas. Por ejemplo, se sigue explicando el testamento pero no se explica el testamento digital”.
En la etapa universitaria en España “no hay formación en Derecho Digital entendido de una forma amplia”, explica Alejandro Sánchez del Campo, director del Máster en Derecho Digital, Innovación y Tecnologías Emergentes del ICAM. Mientras, en la mitad de los estados de EEUU es obligatorio que los profesionales de la abogacía tengan conocimientos de tecnología, “porque si no es así, el propio colegio de abogados lo puede considerar como una falta de diligencia profesional”.
Y es que el Derecho Digital –o alguna variante o aproximación- no aparece entre las asignaturas obligatorias del Grado de Derecho. Sí lo ofertan algunas facultades entre sus materias optativas, desde distintas vertientes: ‘Derecho de las Tecnologías de la Información’ (Universidad Carlos III), ‘Derecho y Tecnología’ (Universidad Autónoma de Barcelona), ‘Derecho de las Telecomunicaciones y las Nuevas Tecnologías’ (Universidad de Sevilla) o ‘Law and Technology’ (Universidad Pompeu Fabra).
“El Derecho Digital es una herramienta de todas las materias jurídicas”, subraya Fra. Por ello, la formación en esta materia debería ser transversal. Para ayudar a ello, y dado que las relaciones sociales y profesionales se desarrollan también a través de herramientas digitales, Román plantea “la posibilidad de integrar las relaciones digitales en cada asignatura en la que tenga incidencia”. En este sentido, Laura Fra pone el ejemplo de la Universidad de León, en la que están “intentando adaptar los planes docentes a la actualización de determinadas materias en este entorno digital”.
Además de transversal, ¿cómo debe de ser esta formación? “Sería muy interesante que se conocieran todas las implicaciones de la tecnología”, señala Sánchez del Campo, que apuesta por “entender cómo funciona el big data, la inteligencia artificial, el blockchain o algo más simple como las evidencias electrónicas. Pretender ejercer el derecho en los años venideros sin conocer bien la tecnología, me parece complicado”.
Actualmente, muchos despachos de abogados están en fase de transformación digital. Cada vez se utilizan más documentos digitales y herramientas de ciberseguridad y hay más sensibilización respecto a la protección de la información, explica Laura Fra. Pero hay que ir más allá y conocer las nuevas tecnologías para “poder prestar un servicio completo y diligente”, subraya Maia Román.
Una opción para ampliar conocimientos son los másteres. En el Máster de Acceso el derecho digital no es una materia obligatoria ni entra en el examen. Sí existen másteres en Derecho Digital, algunos más especializados que otros. Por eso, y salvo que el estudiante quiera dedicarse a un ámbito muy concreto, Sánchez del Campo recomienda optar por una formación con el mayor número de materias posibles, porque “si quieres entender el mundo digital en su conjunto, hay que profundizar en propiedad intelectual, ciberseguridad…”.
FORMACIÓN CONTINUA Y DERECHO DIGITAL
Según el nuevo Estatuto General de la Abogacía, el abogado tiene la obligación de hacer una formación continuada para estar actualizado en sus materias, entre las que también se incluyen la protección de los datos o la ciberseguridad.
A esta necesidad dan respuesta los Colegios de la Abogacía, a través de una formación cada vez más demandada por los colegiados, explica Sánchez del Campo, porque cada vez tienen más consultas y asuntos relacionados con estos temas. Además, existe una brecha digital con los nativos digitales que se están incorporando a la profesión, por lo que Laura Fra advierte de la posibilidad de que “determinados profesionales, si no se adaptan, terminen desapareciendo porque les va a seleccionar el mercado”.
“El derecho sigue a los hechos”, afirma Laura Fra. Así que en este ámbito, también habrá que estar atentos a esta realidad cambiante para afrontar los retos que supone la digitalización.
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