Ebru Timtik, abogada de Turquía, tenía 42 años.
Murió, tras 238 días de huelga de hambre, asesinada, con la silenciosa complicidad de los gobernantes, tanto en Europa como en el resto del mundo.
Había sido condenada a más de 13 años de prisión, sin haber recibido un juicio justo, por “pertenencia a un grupo terrorista”, pero en realidad lo fue por defender a sus clientes.
Murió por querer exigir justicia, convencida de que era escuchada y apoyada por los países democráticos.
Los Colegios de Abogados y los abogados la lloran.
Su muerte no debe ser en vano y debe despertar las conciencias adormecidas, como la de la lucha que en este momento está llevando a cabo desde su hospitalización en estado crítico, Nasrin Sotoudeh, en huelga de hambre durante 20 días.
Los Colegios de Abogados así como los propios abogados seguirán luchando incansablemente por la defensa de los derechos fundamentales, el derecho a una defensa libre e independiente, para exigir la liberación de los compañeros condenados y encarcelados injustamente por haber cumplido con su deber, como Nasrin Sotoudeh en Irán y muchos otros.
Ya no nos quedaremos en silencio, ya no seremos cómplices.
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