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Asumo de entrada que mi cliente había actuado de manera más bien fraudulenta, pero me tocaba defender aquello aprovechando que la parte actora no había atinado demasiado al plantear su demanda. Y a eso fui al Juzgado el día “D” a la hora “H”.

Nada más ocupar mi lugar en el estrado, le comento a la otra codemandada que voy a echar pelotas fuera, que era más o menos lo mismo que pasarle la pelota a ella y si cuela, cuela. Pero la codemandada estaba bien defendida por una compañera de las que saben y evidentemente no estaba por la labor de dejarse colar nada. SSª al ver el cuchicheo que nos llevábamos, nos insta a manifestar en voz alta lo que comentábamos por lo bajini... Y debo confesar que la codemandada hace un discurso brillante que deja al descubierto el fraude cometido por mi cliente y en el que de algún modo había “picado” la parte actora. No me toca otra que asumir, por lo menos intelectualmente que la codemandada me ha pillado, aunque aún me quedan restos para hacerle ver al Juez que tal y como se había planteado la demanda, era imposible poderle dar la razón a la actora. SSª que es de los que entraron por el cuarto turno tras muchos años de machacar Sala, se hace perfecto cargo de la situación y le ofrece a la demandante la suspensión del juicio para que a la vista de lo comentado informalmente, haga sus reflexiones y replantee la manera de enfocar el asunto.

Todos sabemos que la actora, en el fondo, tiene razón, pero está claro que no va a ser posible dársela por la forma en que se planteado el pleito. Lo realmente chocante es que la demandante, aún después de oír nuestros argumentos y de ser invitada por el Juez a replantear el caso, dice que no y que quiere celebrar el juicio tal y como lo ha planteado.

SSª ya no insiste más. Se activa el sistema de grabación de la vista y celebramos el juicio. Escasamente 10 minutos de duración. SSª da el visto para sentencia y la contraria abandona la Sala. Las dos partes codemandadas nos rezagamos un poco y quedamos a solas con el Juez, quien no puede reprimirse y en referencia a la contraria, suelta: “… siempre he dicho que no tiene ni idea…”.

¿Adivináis cual va a ser el sentido de la sentencia?...




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