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Un interesante y bien redactado artículo de un excelente escritor trata con gran delicadeza la profesión de los abogados en el periódico el Mundo este domingo y todos los abogados manifiestan en tuiter su agradecimiento por la visión que de ellos se ofrece en el mismo. El "artículo" expresa que todos los abogados mienten, así que como soy abogado aplíquese esta premisa a lo anteriormente expresado.

Tras la ironía inicial dejemos la premisa a un lado. La verdad es que el colectivo se ha enfadado, probablemente en demasía. Si hasta se ha emitido un comunicado por parte del CGAE, además del CEAJ. Les sugiero que se guarden un borrador-plantilla. Si cada vez que alguien dice en público una generalidad, como tal, en relación a nuestra profesión, tenemos que andar con estas historias, por lo menos economicemos tiempo que no nos sobra (¿van a mandar el comunicado cada vez que emitan la película "Mentiroso Compulsivo"?). Y no olvidemos lo que es un efecto Streisand (si no lo sabes deberías saberlo y tienes una bonita explicación en la wikipedia) e igual con tanta indignación lo que se ha conseguido es más visitas de las que hubiera tenido al artículo, al medio que lo publica y, por lo tanto, ingresos publicitarios.

Pero no quería hablar de esto. Quería decir que sí, que sí que hay abogados que mienten. Que hay abogados absolutamente desconsiderados con sus propios compañeros de profesión, así que imagínense si no tienen respeto por sus compañeros de trabajo, por sus socios o contrarios, el respeto que pueden tener por clientes contrarios e incluso propios. 

Que también hay abogados desleales en el proceso y que su actuar se aleja mucho de lo que colectivamente se entendería por justicia, y que son actores esenciales de desenlaces inapropiados e inmorales, cuando no colaboradores activos de los mismos, y que no tienen el más mínimo problema en proponer pruebas falsas en un juicio y no vale decir que desconoces que el testigo que estás proponiendo miente cuando has sido tú mismo el que le has preparado la declaración que falta a la verdad (recuerdo  como reía una jueza cuando le pregunté en el ascensor de un juzgado: ¿pero, alguien dice la verdad en un juicio?)

Y es que todas estas cosas calan y pesan, y cuando se tiene una mala concepción de una profesión esto ocurre al menos por dos cosas. La primera, porque hay ovejas negras en la misma. Y desde luego no estoy generalizando, pero todos los que trabajamos en esto lo sabemos, y cuando has leído esto te han venido a la mente un puñado de perniciosos abogados que conoces con nombre y apellidos. La segunda, que hay que hacer campañas de comunicación que expresen y hagan llegar a la sociedad lo positivo de nuestra profesión. Y estos dos aspectos le competen esencialmente a la denominada abogacía institucional. Y aprovecho para decir que, en estos dos aspectos, en mi opinión, no se está haciendo bien el trabajo debido.

Y es que es bueno recordar lo mucho que los abogados aportamos a la sociedad, pues detrás de cada derecho conquistado hay, entre otros, un abogado, sin el cual, no se hubiera conseguido; pero me desagrada que antes situaciones y críticas salga un colectivo ofendido rozando la sobreactuación y nada de autocrítica.

Trabajemos más en el día a día por depurar las malas prácticas y esos que alimentan los prejuicios sobre nuestra profesión, comuniquemos eficientemente lo que aportamos en positivo a la sociedad y dejémonos de dramas impostados.




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