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Madrid, 21 ene (EFE).- Las pulseras de control telemático han demostrado su eficacia desde su implantación en 2009, ya que ninguna usuaria de este servicio ha sido asesinada por su pareja o expareja. Sin embargo, algunas asociaciones exigen repensar este sistema porque en ciertos casos puede "revictimizar" a las mujeres.

En España hay 3.015 maltratadores (y sus respectivas víctimas) que llevan pulseras de control telemático, pero el Ministerio de Igualdad quiere elevar esta cifra a más de 4.000 para el año 2024 mientras se estudian mejoras técnicas para hacer los dispositivo más discretos y seguros.

Para ello, Igualdad prepara una nueva licitación del servicio que se publicará este mismo año, según señaló el martes la delegada del Gobierno contra la Violencia de Género, Victoria Rosell.

Los dispositivos de seguimiento telemático de agresores, cuyo uso debe ser acordado por la autoridad judicial junto con la medida o pena de prohibición de aproximación a la víctima, son aparatos que portan tanto ésta como el investigado.

Concretamente, el agresor lleva un brazalete que emite una señal de radiofrecuencia y detecta su manipulación o rotura, así como la ausencia de contacto con la piel del usuario. Asimismo porta un dispositivo de localización GPS, un aparato que también lleva la víctima para detectar la señal del transmisor del agresor.

Entre las razones del aumento de dispositivos que prepara Igualdad destaca la aprobación de ley de garantía integral de la libertad sexual (la ley del solo si es sí), que establece que todas las víctimas de violencias sexuales pueden tener acceso a este servicio de protección.

Por otro lado, Rosell apuntó que más allá de ampliar el tipo de víctimas cubiertas, se están utilizando los fondos europeos de recuperación para realizar mejoras tecnológicas en el sistema.

LOS "FALLOS" DEL DISPOSITIVO: EL SONIDO Y LA COBERTURA

Entre estas mejoras está el desarrollo de una aplicación para minimizar la "revictimización" que algunas mujeres sufren al tener que portar ellas también el dispositivo telemático, no solo por el hecho de llevarlo puesto, si no por otros inconvenientes como los sonidos que genera al saltar la alarma o cuando se queda sin batería.

Así lo explican a EFE desde la Asociación de Juristas Themis, que apuesta por que las medidas preventivas incidan "más en el maltratador que en la víctima".

"Son ellas las que tienen que estar más pendientes de que el sistema funcione", señalan desde Themis, asociación que propone "estudiar alguna medida que haga que las víctimas puedan vivir más tranquilas".

Coincide con ella la Asociación ALMA contra la Violencia de Género, una entidad que junto a la Universidad de Extremadura está impulsando un "dispositivo de auxilio" que las víctimas puedan llevar camuflado en su ropa o complementos y que transmita una señal de alerta y la ubicación de la mujer amenazada a las fuerzas de seguridad.

El fundador de ALMA, Gregorio Gómez, también subraya a EFE el "maltrato psicológico" que los agresores pueden llegar a infringir a través de los dispositivos de seguimiento.

Pone como ejemplo el caso de una víctima miembro de la asociación que durante años tuvo que vivir "aguantando" cómo su expareja "manipulaba" la pulsera para que la alarma de la mujer sonara constantemente.

"No cargaba la pulsera, alejaba el dispositivo GPS para que no lo detectara, no atendía a las llamadas telefónicas de los servicios de seguimiento, rompía el dispositivo....", cuenta Gómez, quien apunta que todas estas conductas se traducían en un estado de alarma constante en la víctima.

Sin embargo, Themis reconoce que las mujeres deben de tener conocimiento inmediato de los incidentes que se produzcan en los dispositivos de sus agresores para que "se protejan", por lo que a su parecer debe seguir existiendo algún tipo de alarma para ellas.

Otro de los problemas de las pulseras del que alertan tanto ALMA como Themis es el uso de estos dispositivos en entornos rurales.

Aquí la cobertura es reducida -lo que puede suponer fallos en el GPS- y el espacio entre agresor y víctima es limitado, por lo que es más fácil que la alarma salte por un supuesto quebrantamiento de la orden de alejamiento sin que éste se haya producido.

De todos modos las asociaciones recalcan que desde que estos dispositivos empezaron a utilizarse en 2009 ninguna mujer usuaria de este servicio de protección ha sido asesinada, lo que prueba su eficacia para prevenir los crímenes machistas. 




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