Las penurias de un procesado víctima de la posverdad
En mis últimos artículos he escrito sobre Gerencia desde diversas áreas, tema que me apasiona y estudio de manera constante, sin embargo no siendo lejano a la temática, en esta narrativa donde la fecha aflora sentimientos y muchos festejan, considero que es oportuno reflexionar sobre lo que sienten los procesados víctimas de una posverdad, es decir las personas que han sido criminalizadas por mentiras emotivas, que generan ser víctimas de una justica desdibujada, ante la lucha de saber que son inocentes y sin embargo, insisten en invisibilizar.
En ese orden, es importante precisar la noción de la posverdad como fenómeno dentro de un proceso penal, que nos remonta a eventos como el referendo de la UE que motivó el Brexit, el triunfo de Donald Trump en la presidencia de USA y la derrota del Plebiscito por la paz en Colombia. Las consecuencias de estos sucesos fueron de tal huella que el Diccionario Oxford escogió la posverdad como la palabra del año y, dada su estallido semántico tan reciente, los estudio que se han hecho del concepto despuntan , no obstante no es nuevo pero su erogación ha sido tal que en los actuales momentos se viven de cerca en los procesos penales , donde las personas no solo son procesadas por la opinión generalizada de un colectivo que poco le importa la verdad , sino que le es más cómodo creer lo que lee y así ser juez de los seres humanos , al punto de esta en un era donde la miseria del proceso panela se traducen en lo antivalores de una sociedad
En los diccionarios de Oxford (2016) la posverdad es definida como “circunstancias en que los hechos objetivos influyen menos en la formación de la opinión pública, que los llamamientos a la emoción y a la creencia personal” y de la RAE (2020) “distorsión deliberada de una realidad, que manipula creencias y emociones con el fin de influir en la opinión pública y en actitudes sociales”. Rosenzweig (2017), Mc Intyre (2018) y Bermúdez (2021) precisan en estas definiciones “que el prefijo “pos” pretende indicar no tanto la idea de que hemos dejado atrás la verdad en un sentido temporal […] sino en el sentido de que la verdad ha sido eclipsada” (p.34).
Si tales concepciones las llevamos a un proceso penal, la situación se hace más crítica, dado que está en juego la libertad de una persona, así como su honor, reputación entre otros derechos que desaparecen y aunque resulte sorprende batallar tratar de desvirtuar lo evidente, se convierte para el procesado en una cadena de hierro, pues no solo en enfrentar los hechos desde una visión jurídica sino que es saber que un enemigo muy grande está presente, las creencias que se centre en el sujeto y los dilemas comportamentales implícitos producto de la violencia mediática y el llamamiento a la emoción que estas plantean para así configurar mecanismos y prácticas que desfiguran la justicia .
Si bien cierto estamos en la era tecnológica de grandes avances, también lo estamos en un momento histórico donde el morbo de los seres humanos se ve explanado ante hechos que consideran emocionantes, lo repiten al punto de hacerlos verdad, sin detenerse a pensar si tal conducta afecta la administración de justicia.
Nada tiene que ver con la libertad de expresión lo planteado sino más bien en la condición como una sociedad hambrienta de justicia y de culpables, son cómodos en dar por sentado lo que lee o escucha y no quiere cuestionar … hasta que son ellos lo que le toca sentarse en el banquillo y ser señalado sin piedad.
Estar sometido a un proceso penal no es fácil si eres culpable, y si eres inocente resulta aterrador, pues se logra percibir, sentir no solo la injusticia, sino que esta sirve de fundamento para los servidores públicos bien por desidia, por órdenes o ignorancia marquen la vida de una persona al someterla a cada penuria del proceso penal, sin importar el daño, cada operador pretende que el otro resuelva mientras sociedad con esas mentiras ya condenaron a un hombre.
Ante esa realidad me pregunto cómo reflexión ante un nuevo año ¿en qué momento los ciudadanos dejamos de ser humanos? Y ¿cuándo nos daremos cuenta que la justicia no es juego de opiniones sino un valor que se protege?
De corazón espero que todos tengamos la respuesta para el 2024 si pretendemos ser justo y equitativo
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