Bruselas, 21 sep (EFE).- La Unión Europea y Canadá celebran este miércoles los primeros cinco años de su tratado de libre comercio, conocido como CETA, que en ese tiempo ha apoyado la creación de 700.000 nuevos puestos de trabajo en territorio comunitario, indicó la Comisión Europea.
“Ahora tenemos cinco años de pruebas sólidas de que el CETA ayuda a apoyar el empleo y el crecimiento en la UE, sin inconvenientes. Gracias al CETA, el comercio entre la UE y Canadá ha ido en aumento”, recalcó el vicepresidente ejecutivo de la Comisión Europea responsable de Comercio, Valdis Dombrosvskis, en un comunicado, en el que subrayó que 700.000 europeos se han beneficiado de este pacto desde su creación, al igual que “todos los sectores económicos”.
Bruselas destaca la “sólida relación” que ha consolidado con Canadá, un socio “de confianza y afín”, con el que de hecho coopera en los planes de recuperación económica tras la pandemia, la reforma de la Organización Mundial del Comercio o en la acción climática, además de haber mantenido unidos su apoyo a Ucrania.
MATERIAS PRIMAS Y ENERGÍA
Para Dombrovskis, que intervino a través de un vídeo en un evento organizado por la Comisión Europea para celebrar los primeros cinco años del CETA, este acuerdo ha permitido además impulsar el comercio de bienes ecológicos y que la UE tenga acceso a la energía y las materias primas, cuya importación en suelo europeo ha crecido exponencialmente.
De hecho, sobre la base de estos acercamientos, las dos partes firmaron en junio de 2021 una asociación estratégica sobre materias primas que Bruselas considera “de especial importancia en el contexto geopolítico actual”.
El CETA ha eliminado aranceles, ha prohibido los controles a la exportación y ha reducido los riesgos de la cadena de suministro también en épocas de gran demanda de materias primas.
De ese modo, las importaciones de la UE de metales básicos procedentes de Canadá aumentaron un 143 % entre 2016 y 2021, mientras que las de minerales subieron un 131 %.
Se trata de recursos fundamentales para sectores industriales europeos clave, como puede ser la producción de baterías en la UE.
En el mensaje de vídeo junto a Dombrovskis, la ministra de Pequeñas Empresas, Promoción de Exportaciones y Comercio Internacional de Canadá, Mary Ng, expresó durante la conferencia que la reducción de aranceles del 99 % de las líneas tarifarias que ha acarreado el acuerdo “realmente nos ayuda a crear la economía verde del futuro”.
ACUERDO VERDE
Uno de los puntos fuertes que destaca la Comisión Europea del tratado es que es “uno de los acuerdos comerciales más ecológicos, inclusivos y sostenibles jamás firmados”, con “sólidas disposiciones” sobre el clima, el medio ambiente y las relaciones laborales y, a su vez, pretensiones de aumentar el comercio de bienes, tecnologías y servicios respetuosos con el clima.
Así, el comercio bilateral total de bienes medioambientales creció un 27 % y pasó de 4.600 millones de euros a 5.900 millones en 2021, aseguró la Comisión, que destacó igualmente la ambición reflejada en el tratado de “fomentar mayor igualdad de género y mayor participación de las pequeñas empresas”.
En general, según cifras de la CE, el comercio bilateral de bienes entre la UE y Canadá ha aumentado un 31 % en los últimos cinco años, hasta alcanzar los 60.000 millones de euros, mientras que el de bienes agrícolas creció un 41 %.
Por su parte, las exportaciones de bienes de la UE a Canadá se han incrementado un 26 % desde la entrada en vigor del CETA.
El comercio bilateral de servicios creció un 11 %, con las empresas canadienses invirtiendo más de 240.000 millones de euros en la UE, lo que crea más oportunidades de empleo y ayuda a las empresas y al crecimiento, asegura la CE.
El Acuerdo Económico y Comercial Global UE-Canadá, como se llama oficialmente el pacto, entró en vigor provisionalmente en 2017 y se aplicará plenamente una vez que todos los Estados miembros de la UE lo hayan ratificado de acuerdo a sus procedimientos nacionales, algo que hasta ahora han hecho 16 de los 27 países.
Bruselas y Ottawa firmaron el acuerdo en 2016 tras vencer las reticencias de la región belga de Valonia (sur del país), que durante varias semanas vetó el acuerdo por los temores a que Canadá pudiese exportar productos agrícolas modificados genéticamente y por su oposición al tribunal de arbitraje diseñado para dirimir las disputas entre empresas y Estados.
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