Carpeta de justicia

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Gillian Triggs, Alta Comisionada Auxiliar para la Protección del ACNUR,  es una abogada anglo-australiana con una larga trayectoria en la protección de los refugiados y los derechos humanos. Hace pocos meses fue galardonada en España con la Medalla de Honor Ruth Bader Ginsburg entregada por la World Jurist Association. Triggs supervisa desde 2019 el trabajo de ACNUR en favor de los refugiados, solicitantes de asilo y personas desplazadas a la fuerza. Hablamos con ella sobre la situación actual en el mundo y en España

  • ¿A día de hoy cual es su principal preocupación?

La respuesta es muy sencilla, lo que más me preocupa es que hay países que están negando el acceso a asilo, devolviendo a personas a situaciones de riesgo. Esto ocurre en todo el mundo, aunque hay excepciones como Bangladesh que acoge a un millón de refugiados rohingyas, Turquía a casi 4 millones de sirios, o Colombia, a 1,7 millones. La situación es especialmente preocupante en la UE, donde se niega cada vez más el acceso al asilo. Y además está la cuestión de la externalización de la gestión de los refugiados: países como Dinamarca o Reino Unido quieren mandarlos a los países más pobres de África.  Todos los países tienen la responsabilidad de compartir equitativamente el peso de gestionar a los refugiados y no se está haciendo.

  • ¿Y cree que podrán convencer a los países europeos de que asuman esa responsabilidad?

Ese es el gran desafío. Hay ya un Pacto Europeo sobre Migración y Asilo y hay mucha discusión entre los países sobre cómo compartir el peso. Tenemos un gran apoyo de la presidenta de la Comisión, Ursula Von der Leyen,  que entiende la importancia del derecho a pedir asilo. Pero estamos muy decepcionados porque hay muchos países que no aceptan esa responsabilidad y rechazan aceptar recolocaciones. En los últimos días ha habido ejemplos terribles de ese rechazo: en la frontera de Polonia con Bielorrusia acaban de morir varios afganos, a los que muy probablemente se les habría concedido el asilo. Es particularmente trágico que esto ocurra en países de la UE. Y cada vez vemos más voces que piden que los refugiados no lleguen a Europa, que se queden en sus países, como Burkina Fasso, donde las condiciones son horribles. Acabo de volver de Malta, un país muy pequeño que está soportando ya un peso enorme y necesita apoyo de la UE para recolocar a personas, ya no puede aceptar más personas, si Europa no les ayuda tendrá que devolver personas a Libia.

  • Es un hecho que los países del sur de Europa están soportando más presión. ¿Cómo valora el papel de España?

Hemos visto una respuesta humanitaria por parte de España, que ha hecho un esfuerzo muy serio para proporcionar el acceso al asilo a las personas que han llegado a sus costas. Hay que tener en cuenta que las personas que están llegando por esta ruta del Oeste de Europa son una mezcla de inmigrantes económicos y de solicitantes de asilo, y por eso recomendamos que haya un acceso rápido a un procedimiento de asilo que sea ágil y justo, de manera que los que no cumplan las condiciones para el asilo puedan ser devueltos rápidamente. Estamos en contacto muy estrecho con el Gobierno y nos agrada mucho que respalde los principios del asilo humanitario y esté haciendo todo lo posible para que los que merezcan esa protección la obtengan. Y también quiero dar las gracias por el papel que están desempeñando los abogados de oficio españoles, ofreciendo asistencia jurídica gratuita a los refugiados y solicitantes de asilo. Su apoyo a nuestro trabajo ha sido extraordinario.

  • ¿Cree que ese rechazo a compartir responsabilidades tiene algo que ver con el auge de la extrema derecha en la UE?

No hay duda de que el creciente populismo que ha llevado a políticas de externalización y rechazo a los refugiados está impulsado por políticas radicales de extrema derecha. Y por eso necesitamos líderes fuertes que puedan plantar cara a esa xenofobia, ese discurso de odio y ese racismo.

  • ¿Cómo ve la situación en Afganistán? ¿Teme que pueda convertirse en una crisis como Siria?

Nadie sabe realmente qué va a pasar. Actualmente no vemos flujos de salida masivos, aunque siguen saliendo decenas de miles hacia Pakistán y otros países vecinos. Desde un punto de vista humanitario nuestra mayor preocupación es la situación interna, con 3,6 millones de desplazados. No sabemos si en el futuro los talibanes provocarán una salida en masa o si conseguirán estabilizar el país. Estamos trabajando en asistencia humanitaria dentro del país, haciendo todo lo que podemos junto con otras organizaciones.  Si eso puede evitar una catástrofe humanitaria está por ver, pero para ello sería clave el acceso a la financiación internacional para poner en marcha la economía.

  • ¿Cómo valoran el papel de terceros países como Turquía?

Solo podemos estar enormemente agradecidos a Turquía, que en los últimos 10 años ha soportado el mayor peso de refugiados en el mundo. Ahora muchos dicen que ya podrían empezar a regresar a Siria. La mayoría de los sirios quieren volver pero no lo harán a corto plazo porque creen que no es seguro. Y nosotros también pensamos que Siria no es un país seguro para regresar, por eso no les animamos a hacerlo.

  • ¿Qué se aprendió de la crisis siria?

La principal lección es que si alcanzas la paz se termina la crisis de los refugiados. Los conflictos son la principal razón por la que las personas huyen y piden asilo. Pero ¿qué hacer cuando el gobierno usa la fuerza militar contra sus propios ciudadanos? Eso es una situación trágica y lo único que podemos hacer es ofrecer asistencia humanitaria y acceso al asilo. Pero nos gustaría estar mucho más comprometidos en la lucha contra las verdaderas causas, como la pobreza, la guerra, la desigualdad de género, el cambio climático…

  • El número de personas desplazadas a la fuerza no deja de aumentar.

Sí, se ha doblado en los últimos 10 años, de 40 a más de 80 millones de personas que huyen de conflictos, guerras de bandas, pobrezas… Hay que abordar esas causas. Por eso hace falta un pacto global para invertir en desarrollo y así evitar que las personas tengan que salir de sus países. Pero no estoy segura de que el mundo esté entendiendo que esas cifras tan altas van a seguir creciendo. Tenemos enormes desafíos en los próximos años.




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