Carpeta de justicia

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La mentira; una laguna en los siete pecados capitales enumerados por el Papa romano Gregorio Magno en el siglo VI. Declaraciones manipuladas intencionadamente con el fin de ocultar, de manera parcial o total, la verdad. Hay quien decía, claro ejemplo de Platón con su mentira noble de La República, que la mentira debía de estar permitida como elemento creador de un espíritu público del gobernante. Tal vez haya sido esta obra la que haya motivado a ciertos servidores públicos a hacer de la mentira, el caballo en el cual montarse para obtener un resultado electoral.

La objetividad ha perdido peso en un mundo en que la primera impresión, es la definitiva. La verificación de la verdad y los datos que se desprenden de la misma son a veces acciones incómodas, más aún cuando contamos con la inmediatez y la pluralidad de fuentes que nos ofrece la red. Es por ello que, muchos mandatarios a nivel mundial han decidido elaborar ciertas normas dedicadas a regular y sancionar las posibles noticias falsas, comúnmente conocidas entre el colectivo político-periodístico como fake news, para así, eliminar cualquier presión o influencia no veraz en la ciudadanía.

Rusia y su incesante ejercicio

Rusia siempre ha sido un país difícil de comprender. Ya desde la Guerra Fría hemos podido apreciar la fuerte lucha de Moscú por la defensa de sus intereses como nación. La desinformación, como parte de las medidas activas, fue uno de los pilares de la estrategia militar Soviética[i] durante la Guerra Fría. Junto con las injerencias, la infiltración de agentes fue la táctica que llevó a Rusia a convertirse en lo que hoy conocemos. El papel fundamental de Rusia en todo el entramado de la desinformación es sencillo; crear confrontación y crisis en el entorno de la Unión Europea, debilitando así su capacidad política, económica y militar, con el fin de mantener y controlar a Ucrania y demás países clientes.           

Hasta el momento somos conocedores de varias injerencias rusas, ya no solo en nuestros medios de comunicación, sino en nuestras campañas electorales. Las elecciones a la Casa Blanca o al Eliseo son claro ejemplo de estas. El Kremlin ha propuesto alterar hasta el más mínimo detalle para lograr sus objetivos.

Asunto estatal o europeo

Donald Trump o Emmanuel Macron han sido los primeros en pronunciarse sobre este asunto. Ya en campaña, el candidato republicano y posterior presidente de los Estados Unidos, dejaba entrever su malestar y rechazo a las fake news que eran constantemente divulgadas sobre su campaña, entorno y persona. En más de una ocasión, Trump se ha referido a miembros de la prensa de la CNN como terrible y fake news, justificando de esta manera su negativa a responder las preguntas de los periodistas.

En territorio europeo, Macron sorprendió tras el nuevo año con unas declaraciones en las que se ofertaba a ser la cabeza visible en la lucha contra las noticias falsas, mediante una ley que más que incidir en estas, hará hincapié en la responsabilidad de aquellas plataformas que dieran salida a falsedades. Esta decisión de encaminar su esfuerzo al control de las plataformas sociales viene dada por la sospecha del Eliseo en relación con Rusia Today, comúnmente conocida como RT, una plataforma multimedia estrechamente vinculada con el gobierno ruso de Putin, el cual habría pagado una cuantiosa suma de dinero a Facebook para resaltar ciertas noticias que desestabilizarían, dividirían y crisparían aún más, la sociedades europeas y estadounidenses.

En el resto de Europa, los estados están igualmente preocupados. Son muchos quienes han decidido sumarse a la regulación de este tipo de información por la vía legislativa. Reino Unido, Italia e incluso España y su Gobierno, tienen anotado en sus agendas el estudio de la situación. Hasta hoy, nadie se ha pronunciado sobre posibles avances. Llegados a este punto nos preguntamos, ¿es un tema que se debe abarcar de manera estatal o debe darse una coordinación europea para mostrar la unidad que tanto buscamos? En palabras de Beatriz Becerra Basterrechea, Vicepresidenta de la Subcomisión de Derecho Humanos del Parlamento Europeo, “sería un error verlo como un problema relacionado con el debate público, siendo este un asunto de seguridad y, por ende, debería de darse una implicación por parte de los organismos que la gestionan”[ii] Por lo tanto, si quisiéramos dirigir esta lucha desde las instituciones europeas, el Servicio Europeo de Acción Exterior sería el competente; dice la europarlamentaria que “con una coordinación natural con la OTAN”. Es por ello que, en el mes de diciembre del 2016, tanto la UE como la OTAN suscribieron una lista de 40 medidas para luchar contra la desinformación, las injerencias y los ataques informáticos extracomunitarios.

España

Como miembro de la UE y la OTAN, España debe seguir por la senda de la democracia liberal que tanto bien ha hecho a nuestro país. Por lo que tenemos constancia y, hasta el momento, España no ha sido blanco potencial de estas injerencias, salvo por una noticia revelada por un artículo de The Economist de 2014, en el que se dejaba la puerta abierta a una posible financiación opaca del partido de Pablo Iglesias por parte del Kremlin, al igual que otros partidos populistas europeos. Bien es verdad que de esta información resulta difícil obtener pruebas materiales.

Una cosa hemos de tener clara; la guerra en occidente como la conocíamos hasta la Segunda Guerra Mundial, ha llegado a su fin. Las balas han sido sustituidas por códigos binarios y los batallones por crackers. Las democracias liberales han de ser capaces de mantener en pie los pilares fundamentales de la convivencia en armonía, remando todos a una frente a las ventiscas del norte de Europa.

La desinformación ve la libertad como una debilidad y frente a ello, debemos de trabajar para crear una fortaleza plural, europea y occidental.

 


[i] Vasili Sokolovsky (1981), Estrategia militar soviética, Ediciones Ejército, Madrid

[ii] Beatriz Becerra (2018), Rusia: el palo, la zanahoria y la desinformación, El País

 

 

Iñaki García Calvo es Licenciado en Derecho con Especialidad Económica por la Universidad de Deusto. Es Master en Derecho Urbanístico y Derecho Ambiental y Posgrado en Normativa Ambiental por la Universidad Rey Juan Carlos, así como Diploma en Derecho Administrativo y Administración Local por el Centro de Estudios Financieros-UDIMA. Colabora junto con Jorge Oleaga Pipaón en LegalToday.com

En el ámbito privado, ha trabajado en el área legal de una empresa del campo de la aeronáutica. Actualmente desempeña su labor profesional en el Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz. Compatibiliza su trabajo como docente impartiendo formación jurídica en el ámbito de la Formación Profesional para el Empleo en Instituto Europa (Vitoria-Gasteiz).

 

Jorge Oleaga Pipaón es estudiante de Grado en Derecho + Diploma en la Especialidad de las Tecnologías de la Información y la Comunicación por la Universidad de Deusto. Es editor en la página web de DerechodelaRed.com en donde escribe sobre la estrecha relación entre el derecho y la tecnología, abordando temas como la Ley Orgánica de Protección de Datos, el Reglamento General de Protección de Datos o la Ley de los Servicios de la Sociedad de la Información. Al mismo tiempo, colabora con Iñaki García Calvo en LegalToday.com

Recientemente está desarrollando el proyecto “BotMySelf” del cual es padre y desarrollador. Siendo CEO y Director Financiero, ha podido trabajar con informáticos, programadores y abogados de toda España.

 




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