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Científicos especializados en neurotecnología dan una respuesta a lo que viene en el futuro: se podrá saber qué es lo que piensa una persona y alterar su actividad cerebral. Según ellos, nuevas leyes en derechos humanos protegerían a las personas contra el robo, el abuso y la piratería informática.

Investigadores especializados en neurociencia han propuesto crear nuevas leyes de derechos humanos para proteger a las personas de que sus pensamientos u otra información cerebral sean robados, mal usados o hackeados.

El movimiento es una respuesta a los rápidos avances que se están haciendo con tecnologías que leen o alteran la actividad cerebral y que muchos esperan que traiga enormes beneficios a la vida de las personas en los próximos años.

Gran parte de la tecnología se ha desarrollado para ayudar a los hospitales a diagnosticar o a tratar condiciones médicas, pero algunas de las herramientas, como los dispositivos de monitoreo de ondas cerebrales que permiten a las personas jugar videojuegos con sus mentes o estimuladores cerebrales que dicen impulsar el rendimiento mental va en camino a ser vendido en las tiendas.

Pero estos y otros avances en la neurotecnología plantean nuevas amenazas a la privacidad y la libertad personal, según Marcello Ienca, neuroeticista de la Universidad de Basilea, y Roberto Andorno, abogado de derechos humanos en la Universidad de Zurich. La pareja escribió un artículo en la revista Life Sciences, Society and Policy, presentando cuatro nuevos derechos humanos que están destinados a preservar al cerebro como el último refugio para la privacidad humana.

“La pregunta que hicimos fue si nuestro actual marco de derechos humanos estaba bien equipado para hacer frente a esta nueva tendencia en la neurotecnología”, dijo Ienca al diario The Guardian. Habiendo revisado los derechos vigentes hasta hoy, los autores concluyeron que se debe hacer más para proteger a las personas.

“La información en nuestro cerebro debe tener derecho a protecciones especiales en esta era de tecnología en constante evolución”, dijo Ienca.

Los nuevos derechos sugeridos afirman lo que los investigadores llaman libertad cognitiva, privacidad e integridad mental y continuidad psicológica.

Livertad Cognitiva

El primero de ellos se refiere a la libertad de una persona para usar o rechazar el uso de la estimulación cerebral y otras técnicas para alterar su estado mental. Si se adopta este nuevo derecho, podría defender a la gente contra los empleadores que deciden que su personal podría ser más eficaz si ser liberan débiles corrientes eléctricas en sus cerebros. En noviembre del año pasado, científicos militares estadounidenses informaron que un procedimiento llamado estimulación transcraneal de corriente directa (tDCS) aumentó las habilidades mentales del personal. Los dispositivos están disponibles en el mercado abierto, pero hay preocupaciones sobre su seguridad.

Privacidad mental

El derecho a la privacidad mental pretende tapar un vacío legal de las técnicas existentes que no hacen nada para impedir que alguien lea su mente sin consentimiento. Mientras que los escáneres cerebrales modernos no pueden arrancar pensamientos de la cabeza de una persona, con las mejoras en la tecnología se espera que revelen información cada vez más precisa sobre la actividad cerebral de la gente. En 2011, los científicos liderados por Jack Gallant en la Universidad de California en Berkeley utilizaron exploraciones cerebrales para reconstruir clips de películas que la gente había visto de antemano.

Hoy en día, no hay reglas sobre qué información cerebral se puede recopilar de la mente de las personas ni con quién se puede compartir. Lo que Ienca y Andorno temen es “la fuga indiscriminada de datos cerebrales a través de la infosfera”, como ocurre ahora con la información personal que la gente comparte en las redes sociales como Facebook y Twitter.

Integridad mental

El tercer derecho, a la “integridad mental”, pretende defenderse de los hackers que intentan interferir con los implantes cerebrales, ya sea para tomar el control de los dispositivos con los que se conectan las personas o para alimentar señales en el cerebro de la víctima.

Continuidad psicológica

El cuarto derecho, que abarca la “continuidad psicológica”, protegería a las personas de acciones que podrían perjudicar su sentido de identidad, o interrumpir el sentido de ser la misma persona durante el largo de su vida.

El uso de la estimulación cerebral profunda, en la cual las personas tienen electrodos implantados en sus cerebros para controlar los síntomas del Parkinson y otras condiciones, ya ha planteado preocupaciones sobre su impacto en la identidad personal de los pacientes, con algunos afirmando que ya no se sienten como ellos después de la cirugía.

Ienca admite que puede parecer un poco temprano preocuparse por los piratas informáticos que podrían robar nuestros pensamientos, pero cuenta que generalmente es más efectivo introducir protecciones para las personas más temprano que tarde. “No podemos darnos el lujo de tener un retraso antes de implementar las medidas de seguridad”, dijo. “Siempre es demasiado pronto para evaluar una tecnología hasta que de repente, ya es demasiado tarde”.

* Esta es una traducción de la nota titulada “New human rights to protect against ‘mind hacking’ and brain data theft proposed”, publicada en The Guardian. Lee el artículo completo en inglés aquí.

Reproducción autorizada por Idealex.press - Ver artículo original




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