Además de los compromisos derivados del Acuerdo de París, donde se señala el papel esencial del sector financiero en la descarbonización de la economía, las grandes compañías aseguradoras han comenzado a asumir planes ambientales cada vez más ambiciosos por un doble motivo: por un lado, las catástrofes naturales están suponiendo pérdidas multimillonarias al sector. Por otro, estas compañías tienen una gran exposición a los riesgos climáticos de transición. Es decir, riesgos asociados a la acumulación de activos en sectores intensivos en carbono, que previsiblemente perderán valor por la transición a una economía alejada de los combustibles fósiles.
Compañías como MAPFRE han tomado nota de todo ello, y en el mes de marzo el Grupo publicó la renovación de sus compromisos ambientales, en el marco de su Junta Anual General. El Instituto Internacional de Derecho y Medio Ambiente (IIDMA), que ya en 2021 analizó las actividades del Grupo en el marco de un estudio más amplio sobre la relación del sector asegurador con el cambio climático, ha examinado el nuevo plan ambiental de la compañía y ha publicado sus conclusiones en el informe “Compromisos del Grupo MAPFRE en relación con los combustibles fósiles”.
Entre los principales avances del Grupo, el IIDMA destaca que MAPFRE se ha comprometido a no asegurar ni invertir en compañías de carbón, gas y petróleo que no cuenten con un plan de transición energética que permita mantener el calentamiento global en torno a 1,5ºC.
En cuanto a los puntos débiles del plan, el IIDMA señala importantes carencias de información y objetivos, como los relacionados con la reciente adhesión de MAPFRE a la Alianza de Seguros para las Emisiones Netas Cero (NZIA). Con esta firma, MAPFRE se compromete a alcanzar la neutralidad de emisiones de gases de efecto invernadero para 2050 en sus carteras de seguros y reaseguros. Sin embargo, a fecha de hoy solo ha publicado la huella de carbono de su cartera de inversión, y no se han planteado objetivos intermedios para la reducción de huella.
Por otra parte, como miembro de la NZIA, el Grupo MAPFRE debe contribuir a limitar el aumento de la temperatura global a 1,5ºC por encima de los niveles preindustriales, en el año 2100. En consecuencia, si el Grupo pretende alinear sus carteras de seguros y reaseguros con este objetivo climático, debe dejar de asegurar y de invertir en compañías que desarrollen proyectos vinculados a la explotación minera del carbón o de yacimientos de gas y petróleo.
Tal como ya hizo en su informe de 2021, el IIDMA concluye su análisis con una serie de recomendaciones, entre las que destacan la eliminación de las excepciones que le permiten continuar asegurando nuevos proyectos de centrales o de minas de carbón, o la publicación de una hoja de ruta que lleve a la reducción gradual del umbral de exclusión de las empresas vinculadas con el carbón térmico.
Pérdidas multimillonarias y encarecimiento de pólizas
Tal como recoge el informe del IIDMA, el sector asegurador está particularmente expuesto a los riesgos climáticos físicos. Es decir, al aumento de la frecuencia y de la intensidad de los eventos naturales extremos, provocados por el cambio climático y el calentamiento del planeta. De hecho, así lo reconoce el Grupo MAPFRE en su Informe Anual Consolidado 2021, donde indica que, “a diciembre de 2021, MAPFRE se ha visto afectada por varios siniestros catastróficos como son las tormentas Uri, Volker y Bernd, así como el huracán Ida, siendo lo más destacable la tormenta europea “Bernd” ocurrida en julio, que ha tenido un impacto neto atribuido sobre el resultado de 92,8 millones de euros”.
Asimismo, un reciente estudio de Swiss Re afirma que las pérdidas por catástrofes relacionadas con el clima supondrán al sector asegurador un gasto en primas de hasta 158.000 millones de euros, de aquí a 2040. En consecuencia, los precios del aseguramiento de propiedades se encarecerán entre un 33% y un 41%.
El IIDMA ilustra con estos datos los riesgos a los que se exponen las aseguradoras. Sumados a la influencia directa que su actividad tiene en la crisis climática mundial, es más que aconsejable un viraje de todo el sector hacia prácticas más sostenibles. Tal como indica Quentin Aubineau, abogado del IIDMA y coautor del informe, “el sector asegurador desempeña un papel fundamental en el desarrollo de proyectos vinculados a los combustibles fósiles. Por ello, es esencial que se dejen de asegurar y financiar actividades económicas incompatibles con el Acuerdo de París y la hoja de ruta de la IEA, cuyo objetivo es la neutralidad en carbono del sector de la energía en 2050.”
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