El miedo, la incertidumbre, la ansiedad, las dificultades económicas, el estrés y los problemas para conciliar la vida laboral y familiar, derivados o agravados por la pandemia, están afectando como nunca antes al equilibrio emocional de los profesionales de la abogacía. Así lo ha detectado —a través del contacto directo con sus miembros— el Colegio de Abogados de Madrid, que ha decidido poner en marcha el proyecto ‘Bienestar ICAM’ para ayudar a los letrados y acabar con el estigma que rodea la salud mental en el sector legal.
“Vamos a romper un tabú y hablar del bienestar de los colegiados”, señala Tato Guerra, diputado de la Junta de Gobierno del ICAM responsable del área de Desarrollo Profesional.
Centrado habitualmente en el desarrollo de medidas que garanticen y faciliten el ejercicio profesional, el impacto de la crisis sanitaria y económica en una profesión de por sí estresante y sacrificada ha llevado al Colegio madrileño a cambiar el enfoque para poner en el centro de sus preocupaciones la estabilidad emocional de los abogados, en particular de quienes se desempeñan por cuenta propia o trabajan en pequeños y medianos despachos. “Los despachos grandes ya han puesto en marcha sus propios programas, pero este Colegio tiene 77.000 colegiados y solo una minoría trabaja en grandes firmas. Por tanto, detectamos una necesidad y dijimos ‘vamos a atrevernos’”, recuerda Guerra.
Según una encuesta realizada entre más de 3.000 juristas por la International Bar Association (IBA), más de una tercera parte de los abogados creen que su trabajo afecta negativamente a su bienestar mental, y casi la mitad reconoce que el temor al efecto que pudiese tener sobre sus carreras les disuade de hablarlo en su despacho u organización.
En este sentido, Bienestar ICAM tiene mucho de reto, asegura Guerra, pues además del cambio de enfoque supone adentrarse en un ámbito profundamente estigmatizado. El proyecto, impulsado por el área de Desarrollo profesional del ICAM en el marco del programa “Por un buen futuro”, arrancará el próximo 24 de febrero con una primera fase con charlas motivacionales impartidas por el exseleccionador nacional Vicente del Bosque, el nadador David Meca y la psicóloga Alejandra Vallejo-Nájera, especialista en incidencia del estrés y la ansiedad en el cerebro y el organismo.
“Lo primero es que la gente admita lo que le pasa, que sea consciente de sus emociones”, apunta Guerra, por eso las conferencias iniciales son para generar una cierta confianza de cara a abordar la parte más intensa del programa, que consta de una serie de talleres temáticos que se desarrollarán a lo largo de varios meses. Cada taller, a su vez, se desdoblará en dos sesiones: una teórica, en la que se indagará en las causas del malestar emocional, y una práctica para fomentar la salud física y mental a través de actividades que requieren concentración saludable y fomentan la distensión.
“Vamos a hacer meditación, yoga, mindfulness, teatro y talleres de coaching grupales”, explica Mábel Fernández, responsable del área de Secciones y Desarrollo Profesional del ICAM. “El objetivo es dar a los abogados y abogadas las herramientas para mejorar la gestión emocional”. Por ello, destaca, la mayor parte de los colaboradores son abogados de formación, “para que puedan identificar los problemas específicos de la abogacía”.
Esta segunda fase comenzará el 7 de marzo con una sesión titulada ‘Rompemos el hielo’, seguida por el taller teatralizado ‘De todo se sale’, impartido por la abogada y coach profesional Mariola Quesada, colaboradora del ICAM en otras iniciativas y una de los artífices del proyecto. En cuanto al formato, se combinará la presencialidad con el acceso a distancia, de forma que las sesiones se celebrarán físicamente en el Salón de Actos del ICAM, con un aforo reducido, y serán emitidas en streaming a través de la plataforma Zoom, con una capacidad de hasta 1.000 asistentes. “Lo montamos de esta manera para que llegue a cuanta más gente mejor”, señala Fernández.
Concluidos los talleres, el Colegio de Abogados de Madrid evaluará los resultados con idea de ampliar y personalizar el programa en próximas ediciones. Una vez roto el estigma, el objetivo es dar continuidad al programa para seguir normalizando el acercamiento y la preocupación por la salud mental en el ejercicio de la abogacía. “Tenemos la íntima convicción de que va a ser un éxito, que va a tener una buena respuesta, porque hemos hablado con los colegiados, les hemos visto sufrir y creemos que es el momento de hacerlo”, concluye Guerra.
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