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INTRODUCCIÓN

Hace unos días nos levantábamos con la noticia de que dos guardias civiles habían sido asesinados tras ser arrollados por una narcolancha. Si se profundiza en las noticias se pueden leer cosas como las siguientes:” El asesinato de dos guardias civiles en el puerto de Barbate tras ser arrollados por una narcolancha sigue generando muchísimo dolor pero también muchas preguntas. Y también incomprensión. Desde que ocurriera este fatídico suceso, compañeros de los agentes que han perdido la vida no dejan de cuestionarse cómo se pudo enviar allí a este dispositivo y además ordenarles que se metieran en el agua con una pequeña zódiac de seis metros y sin apenas potencia”

Además de este terrible suceso se pudo observar videos que grabaron lo sucedido en el que varias personas vitoreaban a los narcotraficantes para que precisamente hundieran la zodiac de los guardias civiles.

Todo esto nos hace plantearnos varias cuestiones la primera ¿cómo se debe abordar los daños graves cuando son causados por el estado y las instituciones ? y ¿qué está fallando en la sociedad para que se aplauda a las personas justo para que maten a otras?

DAÑOS GRAVES CAUSADOS POR LA ACCIÓN O LA OMISIÓN DEL ESTADO

Los delitos constituyen una acción u omisión tipificada en las leyes penales como tal. Sin embargo, en ocasiones hay ciertas conductas, acciones y/o omisiones que conllevan serios daños a las personas. No son delitos, o si lo son su calificación es leve y sin embargo, impactan gravemente en las personas, por ejemplo, el homicidio por imprudencia. En estos casos hay sensación de injusticia puesto que para las víctimas de la persona fallecida nunca será suficiente la pena que se les pueda imponer,  que al tratarse de delitos imprudentes será considerablemente más baja. Por eso, es necesario que la justicia aborde no solo los aspectos legales del delito sino también emocionales, lo cual se consigue con la justicia restaurativa.  ¿Y si estas acciones u omisiones son ocasionadas por el estado y sus instituciones  que actúan de forma negligente o sin valorar los riesgos?

El caso de los guardias civiles asesinados en Barbate para nosotros es un claro ejemplo de daños causados por el sistema. Es cierto que el estado no puede dañar, que las personas son las que forman parte del estado y de una u otra manera con sus decisiones o falta de ellas influyen en los resultados como el que ha ocurrido en el supuesto que estamos relatando, pero sin duda, el estado como entidad también tiene su responsabilidad. Y gestionar esto es complicado máxime en nuestro mundo en el que parece que las personas que están en los gobiernos y altas instituciones nunca se equivocan.

Partimos de que estamos hablando de responsabilización, no nos interesa ni la política ni la orientación política nos interesa las personas y que las instituciones cuando dañen sepan asumirlo.  En un mundo en el que la justicia restaurativa está de moda, es necesario no solo apoyarla de palabra y para las fotos sino también asumirlo como un comportamiento que debe ser habitual.  Y para abordar los daños estructurales que son aquellos que se causan bien de forma directa o indirecta por el sistema, debemos pensar como ya hemos dicho en otras ocasiones en la justicia restaurativa como movimiento social.  Este caso sin especular mucho más allá en otras circunstancias que hayan podido contribuir a que pasara, sucedió por una clara falta de medios materiales y por decisiones desafortunadas de superiores que no valoraron el peligro real en el que estaban poniendo a estas personas

Por tanto, si se está vendiendo las bondades de la justicia restaurativa debe ser para todos incluidos el estado y las personas que lo forman.  Esta justicia restaurativa como movimiento social entiende que el que causa daños,  debe asumir su responsabilidad, escuchar a las víctimas y en base a esto favorecer una reparación.  Pero además realizar las acciones necesarias para remover las causas estructurales que han dado lugar a estos daños.

Y claramente la reparación no puede ser como se quiera, por ejemplo se les impone una medalla pensando que para las víctimas será un bonito homenaje. No se trata de que el que ha dañado decida cómo reparar, se trata de que se escuche a las víctimas y en base a esto actuar.

Esto es esencial porque la mayoría de las víctimas tienen una serie de necesidades que pocas veces tienen que ver con lo que nosotros podemos considerar como importantes. De esta manera las víctimas cuando sufren un daño comienzan lo que Howard Zehr llama “viaje” hacia la sanación, uno de estos viajes es el reivindicativo, aquí las víctimas necesitan saber que las personas se responsabilizan de lo sucedido. Por tanto, una primera forma de reparación del daño sería que las personas que conforman el sistema y el estado asuman su responsabilidad. Es curioso como una y otra vez asocian la justicia restaurativa a pedir perdón y luego no se plantean ni por lo más remoto que si fuera así tendrían que comenzar dando ejemplo todas aquellas personas dentro de las instituciones  que de alguna manera han contribuido a este fatal desenlace.  Pero continuando con la idea de que alguien se haga responsable como una necesidad importante de las víctimas, esto implica que la familia de estos dos guardia civiles podría necesitar como primer acto de reparación al menos simbólico que el estado (en la voz de la persona que pueda representar a todos los posibles responsables directos o indirectos)  les ofreciera una disculpa pero a la vez asumieran su corresponsabilidad en su asesinato en este caso por no haberles dado todos los medios adecuados para hacer su trabajo con seguridad y con las mínimas garantías.

Otro viaje de las víctimas tras el trauma de sufrir un daño implica reclamar justicia, esto conlleva que la mayoría de las víctimas va a reclamar seguridad. Muchas víctimas sienten aminorado su dolor si  hay menos posibilidades de que vuelvan a suceder los mismos o similares daños.  Para que esto ocurra, el estado debe haberse responsabilizado, escuchado a las víctimas y hacer un evidente esfuerzo de eliminar las causas subyacentes que produjeron los asesinatos. Como se puede observar todo está relacionado y son objetivos de la justicia restaurativa que se pueden plantear para reparar los daños interpersonales pero también para reparar los daños estructurales o sistémicos que favorecen que se reiteren en el tiempo. Y cuando se escucha los testimonios de   las víctimas básicamente están pidiendo o más bien clamando por que estas necesidades sean atendidas.

Cuando apostamos por una justicia más humana como la restaurativa debe ser porque se asume que es algo bueno pero no solo para los demás sino también para cada uno de nosotros si causamos daños a otras personas. Y el “estado” por tanto las personas que lo conforman deberían  tener en mente como eje de sus  actuaciones el principio de la justicia restaurativa, lo que implica que todos podemos causar daños, pero nuestra obligación es hacer lo “correcto”. Es tan sencillo como apostar no solo por la justicia restaurativa porque está de moda sino asumir sus principios y valores como forma de actuar más ética. Aunque en España todavía estamos en la importancia de la justicia restaurativa en el ámbito penal y penitenciario y aún se tiene confusión sobre lo que esta justicia es y como aplicarla, en otros lugares ya se está utilizando en otros ámbitos y no solo como paradigma de justicia sino también como movimiento social e incluso forma de vida.  

En este sentido y para reforzar esta idea  nos gustaría incorporar unas líneas del libro de Fania Davis “The Little Book of Race and Restorative Justice: Black Lives, Healing, and US Social Transformation”: “Este compromiso puede significar ver la justicia restaurativa no sólo como la sanación del daño individual, sino también como la transformación de las estructuras sociales y las instituciones que son en sí mismas proveedoras de daños masivos. No adoptar una visión más expansiva corre el riesgo de que la justicia restaurativa ofrezca una solución rápida, abordando los síntomas, pero no las causas subyacentes. Esto no es diferente a un jardinero que, aunque dedicado al bienestar de las plantas individuales, ignora la salud del suelo. El jardinero experto atiende a las plantas y al ecosistema más grande. El éxito de la justicia restaurativa depende de vernos no sólo como agentes de transformación individual, sino también como impulsores de la transformación de sistemas” Se trata de esto transformar acudiendo a las causas de los daños.

HAY QUE REINVERTIR EN EDUCACIÓN EN VALORES

La otra pregunta que nos hacíamos era qué estamos haciendo mal como sociedad para que exista videos donde las personas vitorean mientras se producía el asesinato de los Guardias Civiles. En este caso más que nunca la pregunta adecuada no es por qué sino qué esta pasando con las personas en esos concretos pueblos.

Si se reflexiona brevemente sobre las circunstancias sociales de los lugares afectados por el narcotráfico se observa una alta tasa de desempleo que arrastra a los jóvenes y no tan jóvenes a buscar otras formas de “ganarse la vida”. Esta falta de recursos, inversiones y futuro para las personas que deciden vivir en este entorno puede ser un causante directo de que muchas de ellas se decidan a delinquir como forma de vida.  Sin embargo, no podemos achacar a la pobreza estructural de estos lugares el hecho de que muchas personas parecieran alegrarse del asesinato de estos guardias civiles e incluso estuvieran animando a que sucediera. Esto último implica una clara falta de empatía y absoluto desprecio por la vida humana, en este caso creemos que lo que está fallando es la educación. Es urgente reinvertir en educación en valores o principios como lo queramos llamar tales como el respeto, la empatía, la no violencia y sobre todo la humanidad.

Estamos en un mundo en el que parece que los demás son nuestros “enemigos” y más si se trata de fuerzas y cuerpos de seguridad, y como son nuestros “enemigos” les deshumanizamos para así poder justificar sus asesinatos. Como no son personas no importa su muerte. Esto que está sucediendo y ahora lo vemos traslado a dos guardias civiles se puede aplicar en cualquier otro contexto por ejemplo los delitos de odio.  Cuando se ataca a una persona por su orientación sexual, género, lugar de origen… se hace en muchos casos por un proceso de deshumanización y falta de empatía, que lleva a pensar a los atacantes que no son personas y por tanto es licito ejercer violencia sobre ellos y ellas.

Por eso,  es esencial retomar la importancia de la educación ( no solo en conocimientos sino en habilidades sociales y en conciencia social). Todas las personas aunque no sean como nosotros merecen respeto y reconocimiento. Y esta educación no sería solo a los niños y niñas, sino también a la prensa que en ocasiones con sus titulares parecen quitar importancia a la muerte de algunas personas dependiendo su género, orientación sexual, ideologías, trabajo…y a la comunidad. Todos de alguna manera somos causantes de que se perpetúen estereotipos, valores equivocados, juicios de valor y opiniones que repercuten de manera directa e indirecta en que sigan produciéndose agresiones, falta de respeto y falta de empatía hacia los ciudadanos mal considerados “diferentes” Somos consciente de que parece que estamos hablando de cambios estructurales que pueden durar años y siglos pero si no comenzamos ahora estamos ya perdiendo mucho tiempo

CONCLUSIONES

En un mundo cada vez más alienado y falto de conexiones porque la tecnología moderna entre otras cosas, nos une pero a la vez nos aísla de nuestro entorno y nos adoctrina,  necesitamos invertir en “conexiones”, “respeto” y “empatía”. Para esto debemos repensar el trabajo restaurativo no solo en el ámbito penal, en las escuelas y familias sino en la comunidad.

 Ojalá llegara el día en el que se deje de “manosear” la justicia restaurativa y se pueda implementar políticas que favorezcan programas que trabajen no solo con victimas y/o personas ofensoras, sino con comunidad . Para esto el estado, sus instituciones y las personas que lo conforman deben estar incluidos y por supuesto, si causan o favorecen estos daños participar de estos programas no solo como promotores sino como agentes responsables.  Sabemos lo utópico que suena pero estas medidas son las que nos pueden servir para avanzar hacia una comunidad más humana y empática.




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