Carpeta de justicia

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La Ética periodística en España podría estar en cuestión. Como diría el célebre periodista colombiano Javier Darío, un buen periodista debe entender el sentido de la misión del periodismo. Debe ser autocrítico y apasionado con la verdad. Es ante todo un servidor público ocupado por la dignidad y el peso moral de su trabajo. Y sobre todo, un periodista que se precie debe ser independiente.

Y a uno, que lee hacia un lado y a sus antípodas, le cuesta atisbar algo de todo esto. Si a esto le añadimos la “verbena política” en que se ha convertido una cuestión tan nuclear como es el marco jurídico de las relaciones laborales, nos situamos en la más absoluta de las incertidumbres para los trabajadores y para los operadores jurídicos. ¿Quién dice la verdad? o mejor dicho ¿quién miente mejor?

¿Por qué llamarla de mil y una formas menos por su nombre?

En primer lugar, debemos decir que se habla constantemente del término “derogación de la reforma laboral de 2012” por el mero hecho de que los futuros hacedores de tal derogación optaron por llamarla de ese modo y no de ningún otro. Como muestra un botón. Recordarán como el gobierno se jactó de alardear que había derogado el “despido objetivo por enfermedad” del art. 52.d del estatuto de los trabajadores. Ahora lo llaman “actualización de la legislación laboral”, “modernización de la legislación laboral” o “eliminación de los aspectos más lesivos de la reforma laboral del PP”. Me da igual el nombre porque lo importante es el contenido. Pero claro, que tengan muy en cuenta que asumen el riesgo de que estas denominaciones no vayan acompañadas de bombos y platillos.

¿Es necesario reformar la reforma?

Creo que todos estos fuegos artificiales llevan la pólvora mojada, tanto por la diestra como por la siniestra. El propio PSOE (grupo mayoritario de la coalición de gobierno) nos “iluminó” (porque no tuvo más remedio si quería gobernar) con el producto estrella del pacto de gobierno, “la derogación de la reforma lesiva del PP de 2012”. Sin embargo, no hemos escuchado a ningún miembro del PSOE concretar absolutamente nada sobre esta propuesta de reforma, en ningún momento. Mientras, la ministra de Trabajo lleva más de un año negociando con los interlocutores sociales y con la UE. La conclusión a la que se llega, sin hacer un esfuerzo intelectual considerable, es que la “tangana” mediática producida con motivo de la decisión del PSOE de “tutelar” esta reforma laboral, es decir, de controlar a toda una ministra de Trabajo y vicepresidenta del Gobierno, tiene como objetivo arrogarse un protagonismo (el de reformar, derogar, modificar, actualizar la legislación laboral) que en realidad no se ha tenido en ningún momento, ni lo merecen. ¿Qué ocurrió con la subida del Salario Mínimo Interprofesional? Pues lo mismo, que UP abanderó una de sus principales demandas en el pacto de gobierno y la otra parte de la coalición, el PSOE, se dio cuenta tarde de que estábamos probablemente ante un producto estrella de cara a millones de trabajadores. Hasta ese momento, para el PSOE, todo esto no fue más que una concesión dialéctica para poder gobernar. A mi juicio, al PSOE no le quedan excusas y creo que todos los palos en las ruedas que está poniendo a esta reforma no es más que un cálculo de contenido electoral, simplemente eso. Si nos fijamos, rebus sic stantibus, el PSOE está en un callejón sin salida y se ha dado cuenta de que, haga lo que haga, nadie le reconocerá su aportación en esta conquista laboral.

La propia Comisión Europea lleva reclamando años a España para que busque fórmulas para erradicar la precariedad laboral, la temporalidad en las contrataciones, la segmentación y dualidad del mercado de trabajo, que no ha resuelto de ningún modo la reforma laboral de 2012. No es bueno generalizar cuando se habla de derogar la reforma laboral de 2012 porque, si bien se trata de una legislación muy agresiva para los trabajadores y para la Negociación Colectiva, no todo en ella es perjudicial para nuestro mercado de trabajo.

¿La UE es un convidado de piedra?

No. Todas las semanas se realizan encuentros entre la Comisión Europea y el Ministerio de Trabajo. Muchas horas de conversaciones han sido necesarias para culminar la negociación del componente 23 sobre el mercado laboral, en virtud del cual Bruselas aportará a España una buena parte de la liquidez del Plan de Recuperación.

No es verdad que desde Bruselas se haya echado para atrás ningún documento relativo a las propuestas de derogación de la reforma laboral o como queramos llamarla. Por tanto, no es cierto que el pacto sobre los objetivos de esta derogación, que se llevó a cabo entre La UE y España dentro del Plan de Recuperación, rechazara en ningún momento las propuestas que desde el Ministerio de Trabajo se formularon como acompañamiento de dicho plan y por consiguiente, no existen elementos de juicio para asegurar que los fondos europeos para la recuperación estén en vilo y dependan del tipo de reforma laboral que apruebe el gobierno. Ya digo que las cosas de España no están tan mal como las pintan algunos en Bruselas.

La afortunada realidad es que hasta la fecha, Europa ha dado un espaldarazo a los planes elaborados por el Gobierno de la Nación. En todo caso, la UE lo que valorará, no son los dimes y diretes del poder mediático español o las prolijas e inoportunas manifestaciones de algunos de los protagonistas interesados, sino las propuestas legislativas que desde el Parlamento español les lleguen.

Si España tuviera que ceder parte de su soberanía a la UE no duden ustedes de que se haría por la vía de la reforma constitucional, como ya vimos que pasó con el art.135 de la constitución española.

¿Y qué pasa con el diálogo social?

La Unión Europea recomienda que cualquier reforma laboral venga precedida por el diálogo social entre los interlocutores sociales y el gobierno. Qué duda cabe que siempre será mejor la reforma con consenso que sin él. Pero sería bueno recordar que la reforma laboral de 2012 del PP no contó con la participación de las organizaciones sindicales que ni siquiera se sentaron a la mesa. Bien es cierto que la reforma laboral llevada a cabo por el gobierno socialista de José Luís Rodríguez Zapatero en 2010 provocó un abaratamiento de los despidos y le costó una huelga general al gobierno y al país.

Hasta donde sabemos, la negociación de esta “derogación” de la reforma laboral de 2012 se lleva cocinando desde hace bastante tiempo, con la participación de las OO. SS y la patronal, si bien es verdad que por las declaraciones de esta última, es más que previsible que no apoyen muchos de los extremos del texto final. Al menos, sería deseable que no la rechazasen expresamente.

Nos estamos acostumbrando a un ritmo histriónico de las cosas tal que todo lo hace posible. Entiendo que esto es mucho más fácil. Los gobiernos están para gobernar y aplicar sus políticas programáticas. Para hacer esto, necesitan de mayorías parlamentarias y estas las otorga la soberanía popular. Podremos estar más o menos de acuerdo con estas y otras políticas pero deben ser respetadas por su legitimidad. Formamos parte de un club, la UE, que tiene determinadas reglas que han sido ratificadas expresamente por España, gobernara quien gobernara, y que deben ser respetadas por todos. Y si las cosas se hacen dentro de estos límites ¿a qué viene tanto ruido que lo que hace es desestabilizar nuestra posición frente a la recuperación? Creo que la oposición política y mediática de este país debería respetar estos límites constitucionales y si están en desacuerdo, trabajar para conseguir gobernar en los próximos comicios y no extrapolar todas sus insatisfacciones fuera de nuestros confines geográficos porque, la verdad, no se entiende. También os digo que, visto lo visto, recomendaría a la oposición estar expectante, sin pestañear, ya que serán sus rivales políticos, ellos solitos, los que terminarán fagocitándose si siguen por estos derroteros.

¿Y qué hay de lo nuestro?

Nuestra preocupación debe pasar por mejorar las tasas de actividad laboral y reducir con ello las tasas de desempleo insoportables, especialmente de los jóvenes y de los colectivos con dificultades de inclusión laboral. Que no os engañen, nada de esto se ha hecho por parte de los gobiernos alternos de la democracia. Debe estar en realizar una simplificación de las modalidades contractuales. En reducir la tasa de temporalidad. Debe estar en bajar las tasas de parcialidad (sobre todo la involuntaria y la que procede de sesgos de género), en redefinir el conjunto de políticas activas de empleo que hagan posible una ejecución material de la empleabilidad. Debe pasar por eliminar la doble escala salarial injustificada. Por penalizar la devaluación salarial y primar la productividad. Devolver el protagonismo a la Negociación Colectiva, tanto en la ultraactividad de los convenios como en volver a dar al convenio de sector su protagonismo respecto del de empresa y que todo esto se haga desde la búsqueda continua de la igualdad material y la no discriminación en las relaciones laborales.

Pero sobre todo, no me resigno a obviar algo elemental. España ha conseguido un Estado de Bienestar condicionado y especial. Porque venimos de la más longeva dictadura de la Europa moderna. Porque no somos de los más intervencionistas. Porque nuestro sistema de protección social es de los menos desarrollados. Porque dependemos en gran parte de la familia, de la Iglesia y del mercado. Por esto y por muchas cosas más, no tenemos varitas mágicas y no es posible, así, sin anestesia, implantar la flexiguridad en España que tanto se demanda como la panacea, porque ya hemos visto que flexibilidad en las relaciones laborales, toda, pero seguridad en el mercado, ni está ni se le espera. Porque no se puede apelar a la mochila austríaca y extrapolarla, del mercado nórdico a un mercado español que tiene tantos condicionantes. Simplemente, no es posible, ni cultural ni estructuralmente, al menos de momento.

Como dijo Amenábar, mientras dure la guerra, espero y deseo que vuelva la ética y el parlamentarismo.




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