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  • La salud del supuesto testaferro de Teodoro Obiang en España, Vladimir Kokorev, ha llegado a “una situación límite” tras un año y medio de prisión preventiva en Canarias. Por primera vez, su esposa Julia, también provisionalmente en la cárcel junto a su hijo Igor (ambos desconociendo igualmente cargos o imputaciones), ha remitido una misiva de auxilio a sus abogados para que intenten evitar un desenlace dramático para el empresario, de 66 años y aquejado de numerosos, complejos y severos problemas de salud, agravados desde su ingreso en Salto del Negro.

En la carta, en poder de la defensa, Julia asegura que su tensión arterial se mantiene permanentemente alta y “le puede pasar algo en cualquier momento”, y teme explícitamente “la pérdida de su vida” entre rejas, sin haber llegado no ya a un juicio sino a un auto de procesamiento o siquiera a la publicidad de una investigación que mantiene secreta la instructora del nº5 de Las Palmas, Ana Isabel de Vega Serrano durante cinco años.

Vladimir Kokorev sufre el régimen penitenciario más estricto (FIES), lo que impide cualquier visita de amigos o periodistas interesados por un caso de ya dilatado impacto mediático y en la opinión pública. Durante casi medio año se le negó la asistencia espiritual y hoy se le sigue negando la atención médica especializada, a pesar de la recomendación de los doctores.

El empresario hispano-ruso, que carece de antecedentes penales, sufre aún -agravadas durante el medio año y medio en la cárcel- las consecuencias de una apoplejía padecida recientemente. También las consecuencias de una operación de próstata, y acumula problemas varios cardiovasculares que no han dejado de aquejarle tras sobrevivir a un infarto y que demandan de un tratamiento especializado. Es por ello que desde el entorno de la familia denuncian que, por razones aún inconfesables, “se le está despojando de algo más que de la dignidad humana”.

La voz de alerta que ha dado su esposa desde prisión llega tras observar los últimos días a su marido especialmente “pálido y decaído”. Vladimir Kokorev sufre con más frecuencia del habitual cansancio, debilidad muscular, sudoraciones, temblores y calambres. Desde su ingreso en prisión se han acortado en el tiempo los momentos en los que siente una cierta desorientación y, de forma reiterada, dolores en el pecho, falta de aire y malestar general.

La jueza Ana Isabel de Vega mantiene dos razones para prolongar el cautiverio de los Kokorev. La primera, la destrucción de pruebas, ya ha sido rechazado por la propia Audiencia Provincial de Las Palmas, debido al transcurso de tiempo desde la detención, y a pesar de que jamás se han presentado pruebas contra Vladimir, su mujer o su hijo.

A la segunda, el riesgo de fuga, se aferra la juez a pesar de que han cumplido ya, en un caso hipotético, más de un tercio de la condena por supuesto blanqueo de capitales, a pesar de que la colaboración del empresario con la justicia ha sido permanente, de que cuenta con tales dificultades físicas dado su estado de salud que le convierten en dependiente hasta para realizar sus más elementales funciones fisiológicas, y a pesar del riesgo de morbilidad debido al empeoramiento de su salud en las últimas semanas. 

Los abogados de Vladimir Kokorev estudian con urgencia medidas alternativas a la prisión preventiva “en virtud de las necesidades médico-farmaceúticas que su estado puede plantear y de la previsión de esperanza y calidad de vida que le puede esperar en los próximos meses o años”.

Subrayan, en este sentido, que los síntomas de un cierto trastorno ansioso-depresivo que se han agudizado coadyuvan negativamente a la evolución de la patología cardiovascular que padece y aumentan el riesgo de padecer algún evento fatal en plazo breve, en forma de afección cardiaca o cerebrovascular grave, que Vladimir Kokorev no pueda superar en las condiciones actuales.




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