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Eva Ruiz

Sevilla, 3 oct (EFE).- Aprender a detectar la ciberviolencia, la "gran dificultad" hoy en día en las escuelas, se ha convertido en uno de los principales retos de profesorado y familias, que deben apostar por la propia educación y formación para reconocer los indicios y que estos no pasen desapercibidos.

"Cuando uno está formado le llaman la atención ciertas cosas", asegura a EFE Rosario del Rey, profesora de Psicología de la Universidad de Sevilla y presidenta de la IX Conferencia Mundial sobre Violencia en la Escuela que reúne en la capital andaluza a expertos de todo el mundo y que coincide con el VIII Congreso Estatal de Convivencia Escolar.

Del Rey, copresidenta también del Observatorio Internacional de Clima Escolar y Prevención de la Violencia, incide en la importancia de que profesorado y familias que "no han tenido esa experiencia" con el entorno digital y las redes sociales "sean modelo y referente para unos menores que han empezado a usar ese contexto sin estar totalmente bien preparados para ello".

"Nosotros podemos no dar demasiada importancia, por ejemplo, a que envíes un mensaje, lo lean y no te contesten, pero la connotación para un menor es muy importante, tenemos que aprender a darle el valor que ellos le dan para su identidad, su prestigio social y su autoestima", ha precisado.

Advierte que los alumnos en ocasiones son "muy ingenuos" y que "no tienen el pensamiento y la conciencia de anticipación de las posibles consecuencias negativas que pueden tener sus actos", por lo que apuesta por un control parental y de centros escolares, pero sobre todo por "educar y darles la oportunidad de ir entrenándose".

 Violencia normalizada

Explica que las familias "a veces dicen yo es que no sé de redes sociales" y les emplaza a "no saber, pero escuchar y dar espacios para que los menores expliquen por qué les gustan tanto, qué hacen y por qué es tan importante para ellos ese contexto", a la vez que alerta: "Dentro de un aparato hay un mundo entero abierto".

La experta en prevención de la violencia escolar considera que hoy en día no se puede hablar de calidad de relaciones interpersonales sin abordar las redes sociales, puesto que ambos contextos están interconectados, y pone como ejemplo que los casos de acoso en la escuela van acompañados también de ciberacoso.

Advierte que el "ciberodio", que tradicionalmente se dirigía hacia grupos vulnerables y devaluados socialmente, ahora se realiza "hacia cualquier persona y por cualquier cosa", lo que ha conllevado cierta "normalización" a través de las redes de la violencia y "el trato rudo".

"Los escolares muchas veces dicen de algo 'tampoco es para tanto', pero cuando trabajamos con ellos en programas de intervención acaban viendo que 'cuando me lo hacen a mí duele'. Están poco habituados, hay cosas que para ellos son como bromas, pero pasan la línea de la broma y no tienen conciencia de ello", constata.

Del Rey alerta sobre uno de los riesgos: "Si estoy todo el rato viendo violencia normalizo la violencia", y añade que "parece que el criterio moral y la capacidad empática se desconecta" cuando la relación es a través de los entornos virtuales, puesto que ante un episodio de ciberviolencia "mucha gente lo ve y no hace nada porque no siente la necesidad de tener que amparar".

 La respuesta del grupo

Apuesta por trabajar en esa respuesta porque el acoso escolar "es de naturaleza psicosocial: el agresor daña por la respuesta del grupo que lo refuerza".

"Si hay alguien que insulta a alguien y otro le dice no te metas con él y nadie se ríe baja enormemente la probabilidad de que esa persona lo vuelva a hacer", sentencia la psicóloga, que añade que, por el contrario, "el agresor va a seguir agrediendo si consigue el apoyo social de los demás".

En este contexto Del Rey considera que es muy importante que existan los planes de convivencia escolar -entre los que observa "mucha diversidad" en España al estar transferidas las competencias de Educación a las comunidades autónomas-, pero reclama "un mayor seguimiento, apoyo y sostenibilidad" de los mismos.

Asegura que "hay mucho profesorado haciendo iniciativas con mucho deseo, pero hay que ayudarle a organizarlo y a que no se dupliquen cosas en programas distintos, sino que se haga un buen proyecto de convivencia real" en las aulas educativas.

Por ello reclama un plan integral de promoción del bienestar y convivencia en las aulas, algo que, después de más de veinte años de experiencia en la investigación en este ámbito, considera "una utopía".

"Hay muchos profesionales y familias que quieren lo mejor para los menores, pero tenemos que contar con tiempo para coordinarlo y repartir responsabilidades, porque hay muchas cosas que potenciar", concluye. 




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