Madrid, 25 jun (EFE).- La estadounidense Fania Davis pertenece a una familia de activistas por los derechos civiles "nacida y criada en una de las ciudades más violentas del sur de Estados Unidos", entre ellos sus padres y su hermana Angela, cuyo caso le inspiró para ser abogada y defensora de la justicia restaurativa que, según enfatiza, reduce la reincidencia "en un 60 % de los casos".
En un encuentro con medios previo a una conferencia que ofrecerá mañana miércoles en la Casa Encendida de Madrid, la estadounidense recordó su infancia en Birmingham (Alabama) bajo "el terrorismo racial" contra la población negra, en la que aprendió sus primeras palabras: "de color y blanco" presentes "en escuelas, iglesias, tiendas, teatros, parques, piscinas...".
"A nuestro barrio le decían el 'monte de la dinamita' porque había muchísimos atentados con bomba, era un barrio de familias blancas donde las negras se fueron introduciendo y utilizaban ese terrorismo para amedrentarnos", contó.
A pesar de aquella "cultura de violencia extrema", en la que, según dice, Estados Unidos aún vive "inmersa", pide aplicar elementos de la justicia restaurativa, que toma de las culturas indígenas, "para sanar y ser sanadores" y no continuar con un sistema "vengativo" como el carcelario.
Davis se interesó por la justicia restaurativa -cuyo foco no es el castigo a la persona que comete un daño sino atender a sus necesidades y entender qué hay detrás de esa decisión- después de pasar siete años viajando a África, donde estudió la tradición zulú.
"Aprendí que la justicia podía ser sanadora, que no podía basarse en la venganza, sino en que la gente se sienta bien, en reducir el conflicto en las comunidades, no en aumentarlo", detalló.
En esa línea, se refirió a que en la justicia tradicional y el sistema carcelario "ambas partes son enfrentadas" y ella defiende "la justicia que pregonaba Martin Luther King, de amor, que corrigiera los problemas".
Con tal fin, Davis creó la Asociación para la justicia restaurativa en Oakland (California), donde participaban "jóvenes pertenecientes a bandas y en el sistema penitenciario juvenil".
"Introducimos la justicia restaurativa en las políticas públicas", subrayó la abogada, y explicó que se dieron cuenta de que "no solo se podía reducir la violencia", sino que estos jóvenes lograban "mejores resultados en sus estudios".
Para ello, enseñan a los jóvenes "a hablar, en vez de a pelear" para resolver un conflicto, y también les trasmiten la idea de que "les ven y les escuchan".
Davis valora el hecho de que los Estados comiencen procesos de justicia restaurativa, en los que "los que causan el daño se hacen responsables" de lo ocurrido, pero subraya que solo aquellos en los que la "comunidad esté muy involucrada" podrán salir adelante.
"La comunidad también es sanadora porque sin ella te sientes solo, sientes que no tienes apoyo; nosotros hacemos ceremonias, que no tienen que ser ceremonia como tal, sino a veces solo respirar y ser conscientes de los cuerpos antes de empezar a hablar o todo lo contrario, con danzas, pero generalmente es hablar, porque les ayuda a sentirse vistos y escuchados", incide.
La estadounidense reconoce que "la justicia restaurativa no siempre funciona si el que daña no se responsabiliza", ya que "tiene que haber diálogo entre ambas partes", pero insiste en que reduce "en un 60% las posibilidades de que la personas vuelvan a hacer daño": "en prisión, lo único que quieres es ser liberado, vas tachando las fechas en el calendario, no nos centramos en lo que hemos hecho, en el daño que hemos causado".
"Con la justicia restaurativa -remacha- se puede aprender de la experiencia, se da una oportunidad, el cambio es que cuando tú aprendes de lo que has hecho aprendes de los errores, en la cárcel no se aprende nada".
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