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Siempre ha habido un debate en torno a las raíces cristianas de Europa, hubo un intento fallido de que se incluyera en la malograda Constitución Europea, pero parece que esta semana, de una forma subliminal, el Abogado General del TJUE recupera una de las instituciones más antiguas que era una salvaguardia para los perseguidos por la Justicia, el llamado Asilo en lo Sagrado.

Con una actualización, como requieren los nuevos tiempos y la modernidad, el Abogado General del TJUE, ha convertido al Parlamento Europeo en Tierra Sagrada, y de una forma virtual, basta con ser elegido como europarlamentario por los votos de los ciudadanos para que se comience a aplicar a los políticos elegibles el Protocolo de privilegios e inmunidades.

No es el primer caso en el que, perseguidos por la Justicia -recordemos el caso de Ruiz-Mateos-, acudieron a la protección que otorga el sagrado suelo del Parlamento Europeo para evitar la acción de la Justicia. No deja de ser paradigmático que los políticos que tanto se les llena la boca hablando de la división de poderes, coarten la acción de la Justicia amparándose en la inmunidad que ellos mismo se han otorgado.

Pero, con independencia de las consecuencias que pueda tener las conclusiones del Abogado General UE según el criterio que adopte el TJUE en su decisión final, hay una explicación a la postura que ha adoptado el Abogado General Maciej Szpunar.

Una de las cosas que está en juego en este caso es la autonomía de la UE, es decir si los Estados miembros puedes condicionar la aplicación del Derecho de la UE. La postura española de que es necesario recoger el acta de eurodiputado y jurar o prometer la constitución española, no es más que un formalismo que de alguna forma limita la aplicado del derecho en el territorio de un Estado miembro. Algo que, sin duda, nuestros altos magistrados del Supremo nunca se llegaron a plantear, pero que en el marco de las Instituciones europeas y, más en particular, en el Tribunal de Justicia de la Unión Europea, forma parte del núcleo de la idiosincrasia del Derecho Europeo.

Particularizar la aplicación del Derecho UE al arbitrio de los Estados miembro siempre ha sido una causa en la que el TJUE se ha mostrado inflexible.

Mucho nos tendría que sorprender el TJUE para que no siga el criterio del Abogado General UE, como diría Don Quijote, “con la inquisición nos hemos topado amigo Sancho”. Así que, dudo mucho un cambio de opinión, el Parlamento Europeo, se reforzará como suelo sagrado de los perseguidos por la Justicia, esperemos que no termine siendo un nido de delincuentes… bueno, salvo que el porpio Paralamento decida lo contrario.




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