“Jomati Consultants LLP” publicó en noviembre de 2014 un impactante informe sobre el futuro del mercado legal, en el horizonte 2030. “Civilisation 2030: The Near Futuro for Law Firms” es un trabajo impactante, que comienza con una cita de Willian Gibson, no menos perturbador: “El futuro ya está aquí, solo que todavía no se ha extendido” (“The future is already here, it's just not evenly distributed”); o dicho de otro modo, el futuro ya está aquí, aun cuando nosotros no hayamos asimilado su impacto, interiorizándolo en nuestros pensamientos o comportamientos.
El trabajo explora tres elementos-guía que marcan el cambio en nuestra sociedad: la demografía (declive y envejecimiento), la urbanización (el surgimiento de la “Megacity”) y la automatización del trabajo (el futuro o el “no futuro” del trabajo humano, jurídico y no jurídico).
En febrero de 2016, sale a la luz un nuevo “Informe Jomati” con el sugerente título de “Re-engineereing legal services”, y subtítulo explicativo que alude a “Como las firmas de abogados tradicionales están, finalmente, aprendiendo a integrar prácticas de trabajo alternativas”. En esta ocasión, los tres tópicos principales objeto de estudio son, primero, el surgimiento de los centros de bajo coste en las firmas de abogados (deslocalización); segundo, el crecimiento de “legal project management” y la mejora de procesos; y, tercero, el incremento de los “contract lawyer services”, algo así como firmas de intermediación de servicios jurídicos de “freelances”.
Ambos informes merecen una lectura pausada, para cualquier actor, actual o potencial, en el mercado de servicios jurídicos. Desde aquí intentaremos, por supuesto con la autorización y respaldo de Tony Willians (principal de Jomati, a quien debo agradecer su amabilidad haciéndonos llegar los informes y autorizándonos su utilización a efectos divulgativos y de reflexión), dar noticia y comentar algunos de los elementos más impactantes de ambos informes: son realmente muchos.
Los Informe Jomati y la transformación de la abogacía
Pero antes de ello, quiero proponer unas reflexiones propias con base en los elementos esenciales del informe, pero con un enfoque cruzado. Me explico: los “Informes Jomati” son densos informes de consultoría cuyos destinatarios primarios son los estrategas de las firmas de abogados. “Jomati” ayuda a comprender el futuro, para que las decisiones estratégicas del presente no lleven al colapso empresarial de los despachos (cada vez más “grandes empresas”, claro).
En este escenario prospectivo sobre el “futuro de los servicios jurídicos” hay, por supuesto, muchos “actores”: los propios despachos de abogados, los clientes (por supuesto), los “funcionarios de la justicia” y el poder judicial en sí, o la sociedad en general y el “menguante valor de la justicia”. Pero hablando de “escenarios prospectivos” un importantísimo actor implicado es el “chaval de 17 años” y “su familia”, que se está planteando su futuro; tiene una cierta vocación por “la justicia” y quizás le gustaría ser juez, o trabajar en un despacho de abogados y convertirse en un respetado jurista. ¿Tiene eso sentido?
¿Le recomendaría a mis hijos estudiar Derecho hoy, con base en consideraciones de “desarrollo profesional esperable” (aparte, claro, vocación, preferencias, etc.)? ¡Muy buena pregunta! Muchas sombras, algunas luces: en toda crisis surgen oportunidades, dicen...
Los dos últimos “Informes Jomati” plantean muchos nubarrones sobre el futuro del sector legal, contemplado desde la perspectiva de las “oportunidades para los jóvenes” que aspiren a entrar en lo que ha sido, hasta ahora mismo, un itinerario “esperable” en una gran firma de abogados.
En el “Informe Jomati 2014” (“Civilasation 2030: The Near Future for Law Firms”), por supuesto, la automatización de determinados trabajos jurídicos no solo es una realidad hoy, sino que se espera que la conjunción de robótica e inteligencia artificial suponga una realidad operativa viable en 2030. No es preciso “enfatizar” el impacto de esto sobre la “demanda de abogados jóvenes” para labores técnicas en las firmas de abogados.
En el “Informe Jomati 2016” (“Re-engineering legal-services”) es la propia configuración de los “procesos de prestación de servicios jurídicos” lo que constituye una “bomba de relojería” para las posibles espectativas de desarrollo profesional de un joven con un Graduado en Leyes. Ya han llegado los centros “low cost”; ya ha llegado el “project management” (el abogado en un proceso optimizado -algo así como “producción en serie” estilo Arriaga-); ya ha llegado el CLS (“contract lawyer service”), las empresas que venden servicios jurídicos y contratan luego “abogados freelance” para desarrollar la faena.
Esto es, una transformación en toda regla se avecina. Y los jóvenes que “entran” al mercado de servicios jurídicos no lo van a tener fácil o, en todo caso, lo que se van a encontrar no va a tener nada que ver con lo que le contaron cuando tenían 17 años o con lo que escucharon a la mayor parte de sus profesores en la Facultad de Derecho.
Alguien siempre podrá decir que “todo esto es muy anglosajón” y tiene poco que ver con la realidad de la abogacía en España o en los países de habla hispana. Yo concuerdo con ello: ¡en España es todavía peor! Y creo que nadie sabe como proyectar el futuro del sector legal español, con tanto profesional “precario” o “precarizado”, masificación crónica, litigiosidad desbocada, justicia atascada, crisis económica perpetua. Por supuesto que, en España, hay una dualidad evidente: super-socios y asociados en grandes firmas globales “que ganan pasta” y “tienen carrera”..., y pequeños profesionales en el universo paralelo de la “subsistencia” en un mercado “masificado por la oferta” y, además, en la que nuevos actores “disruptivos” (tipo “Arriaga”) se llevan la mayor parte del pastel con “técnicas comerciales agresivas”, frente al tradicional “buenismo técnico-profesional” del “abogado de toda la vida”. Por supuesto, “las oposiciones” no van a generar “espacio para todos”.
Pero en las tendencias de “la globalización” decir que eso (automatización, centros “low cost” o “project management”) es “muy americano” solo quiere decir que “nosotros vamos un poco por detrás”, con un decalaje temporal que nos permite “ir observando la jugada”.
Tendencias en las que se asienta la transformación
Jomati, estremecedoramente, hace explícitas las tendencias-fuerza sobre las que se asienta esta transformación y que, por supuesto, “no son anglosajonas” sino globales, sí, también para nosotros. Tres palabras: capital, comercialización y proceso. ¿Profesión? ¡Me da que esto va a quedar en “muy, muy, muy minoritario y residual” (boutiques, procesal artesanal, etc.).
Capital.
La globalización lleva a la concentración y a la optimización de recursos a escala global. Lo vemos en todos los sectores: automoción, banca, tecnología... También en los servicios jurídicos pero, pronto, “a lo bestia”. La automatización y la inteligencia artificial requieren una gran inversión de capital, a cambio de un notable ahorro en “factor humano”: el “pequeño” o el “aislado” ha dejado de ser competitivo (aunque no lo sepa) y la posición preponderante pasará a quienes consigan el capital sufiente para invertir en los robots y las herramientas de inteligencia artificial.
Comercialización.
En los nuevos escenarios de trabajo automatizado (robots y AI), centros de trabajo “low cost” o cadenas de montaje jurídicas, en caricatura, claro (“proyect management”), el saber jurídico humano individual, el “profesional”, perderá todavía más relevancia. ¿Qué será lo realmente relevante en las firmas legales? Los “socios-comerciales”. Ya lo son, por supuesto. Las carreras profesionales hacia el “partnership” se basan en la capacidad para generar ingresos (habilidades comerciales, relacionales, contactos) y no tanto en las técnicas (eso es más fungible ya hoy, y, claro, esa fungibilidad es lo que abre la puerta a los robots y a los procesos “en cadena”).
Por supuesto, la idea de un despacho pequeño o mediano, o grande, o la idea de un abogado individual, que no cuide la comunicación, el marketing jurídico y la relevancia social y profesional..., ni se concibe: ¡fuera del mercado en poco tiempo!
Proceso.
Y, por supuesto, los clientes quieren, siempre y por definición, más por menos. Otra vez, esa idea de “profesional”, estudioso, artesano, tan bucólica, se quedará para los libros de literatura de época... Y en la evolución de los modelos de negocio se “avecina” más y más flexibilidad que, ya sabemos, tiene como reverso ¿precariedad?
Por fin y en conclusión...
En este contexto: ¿quedará algo de atractivo para los jóvenes que quieran dedicar su futuro profesional al sector legal? Las cosas no pintan nada bien; las oportunidades de hacer un modelo de carrera exitoso y lucrativo (el “partnership” de hoy) van a restringirse sustancialmente.
Lo bueno.
Claro, queda algo bueno. Efectivamente, el “ajuste” ya se está produciendo y la “demanda de plazas” en las Facultades de Derecho se restringirá más y más, a poco que la experiencia de las generaciones “perdidas” (no solo una) vaya desalentando a cualquier joven con talento y vocación. Pero aquí está “la oportunidad”: tras una temporada de drástica reducción, las firmas de abogados está abocadas, también, a un “shock” de capital humano y la “batalla por el talento” volverá a generar buenas oportunidades para los mejores. ¡Esperemos!