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Madrid, 5 jul (EFE).- En época de vacaciones todos tenemos más tiempo y ganas de compartir imágenes en redes sociales o  mensajerías instantáneas, fotos familiares que muchas veces incluyen a nuestros hijos, pero ¿es seguro hacerlo o hay que tomar precauciones?

No se puede responder categóricamente a si hay que compartir o no fotos de niños en las redes. “Cada familia, cada padre, cada madre, es un mundo, pero, como mínimo, si van a hacerlo que sea con gente de confianza”, dice el director de investigación y concienciación de la compañía de ciberseguridad Eset, Josep Albors.

El experto desaconseja subir fotos sin más, “hay que hacer una mínima reflexión previa”, pensar si en algún momento puede comprometer la privacidad del niño o de toda la familia y, “ante la más mínima duda”, no hacerlo. También pueden editarse para eliminar a personas o ciertos detalles.

Hay que pensar también si “aporta realmente algo o es simplemente una subida de nuestro ego mostrando lo bien que lo hacen nuestros hijos”.

REVISA LA CONFIGURACIÓN

Los perfiles en redes sociales y mensajerías dan la posibilidad de configurar nuestro nivel de seguridad y, aunque “aquí no hay nada seguro al cien por cien”, sí se pueden acotar ciertas vías de privacidad, señala Albors.

Lo ideal es comprobar la configuración de privacidad tanto en el perfil como en los contenidos que se comparten, así como la geolocalización de los mismos.

LA IMAGEN YA NO ES SOLO NUESTRA

Una vez que se publica una imagen en redes sociales, deja de ser exclusivamente nuestra, pues estas plataformas suelen establecer que al subirla a su servidor son libres de utilizarla sin consentimiento, aunque el usuario conserva los derechos de autor, la plataforma es propietaria de la licencia.

Esto es así porque hemos aceptado sus términos y condiciones de uso, esas que -dice Albors- están escritas de una forma que, “a no ser que seas abogado y tengas mucho tiempo libre, nadie lee y, muchas veces, aunque lo hagas, no lo vas a entender”.

“La mayor parte de la veces no pasará nada”, y además en la Unión Europea estamos protegidos por el Reglamento General de Protección de Datos, pero “podría ser que una foto de nuestros hijos” pudiera acabar en una publicidad en otro país.

UNA FOTO DICE MUCHO

Una imagen da mucha información. La edad, los rasgos, el entorno, el estatus económico o las relaciones con otras personas se pueden conocer con una fotografía.

Luego está la parte que no se ve, los metadatos, y aunque algunas plataformas han empezado a eliminarlos por defecto, “no deja de ser factible” que, si las compartimos por otras, “alguien pueda incluso geoposicionarnos”.

Los metadatos indican cuándo se ha tomado esa imagen, con qué dispositivo y otros detalles que dan “mucha información para un ataque dirigido”.

¿A QUIÉN LE IMPORTA MI VIDA?

El experto desmiente la idea de que nadie se va fijar en nuestra vida. “Por desgracia” hay perfiles que se dedican a rastrear redes sociales en busca de fotografías infantiles para compartirlas entre ellos. “Estamos hablando de pornografía infantil”.

Hay que extremar las precauciones con las imágenes y cómo muestran a nuestros hijos, por ejemplo en la playa, porque podemos pensar que solo las hemos compartido con nuestros familiares y amigos, pero si no se han configurado las opciones de privacidad “es posible” que las encuentre alguien que vaya buscando este tipo de contenido.

DEJA YA DE HACERME FOTOS

Como señala la Agencia Española de Protección de Datos (AEPD) en su web, los progenitores tienen la obligación de cuidar de la imagen e intimidad de sus hijos menores, “no el derecho a hacer uso arbitrario de ellas”.

Desde los 14 años, el menor puede otorgar consentimiento por sí mismo para el uso de sus datos personales, salvo que una norma específica exija la asistencia de padres o tutores, según la Ley orgánica de protección de datos y garantía de los derechos digitales, indica la  AEPD.

Albors señala que debe imperar el sentido común. Es un asunto que hay que hablar en familia y si el menor no quiere fotos suyas en las redes sociales, hay que respetarlo.

No hay que olvidar que si se va compartir una imagen en la que parecen además otros niños hay que recabar su permiso o el de sus padres o tutores.

LA HUELLA DIGITAL

Algunos padres publican ya la primera ecografía de sus hijos y eso va creando una huella digital antes de que estos puedan decidir sobre ella.

“Los padres buscan muchas veces la parte graciosa del niño”, dice Albors, pero esas imágenes de cuando tenían dos o tres años, a lo mejor en época escolar alguien pude usarlas, incluso modificándolas, de forma que puedan provocar molestias al menor.

Otro riesgo es que las imágenes o vídeos que se comparten de forma pública las usen pederastas para hacerse pasar por alguien de esa edad y contactar de forma más fácil con otros menores.

El experto en ciberseguridad destaca la importancia del ejemplo de los padres y, aunque luego entran otros factores en juego, es “mucho más probable” que un menor aprenda a ser responsable en el uso de las redes sociales si sus padres lo son. 




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