Estos son algunos de los datos del informe, cuya publicación se ha realizado coincidiendo con el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, elaborada por Miguel Lorente, forense, profesor titular de la Universidad de Granada y miembro del grupo de expertos del Observatorio y consiste en un estudio médico-legal y forense de los casos.
En los 30 casos de violencia sexual sobre personas adultas se contabilizaron 44 víctimas De ellas, 43 eran mujeres, cifra que arroja una ratio de 1,5 mujeres víctimas por cada caso, y la última, un hombre. Una de cada cuatro de estas agresiones (26,7 %) fueron grupales.
Los supuestos con víctimas menores de edad sumaron 64, con un total de 95 víctimas: 65 niñas y 30 niños. Un elemento distintivo de la violencia sexual ejercida sobre menores son los tiempos de duración, elemento sobre el que se recoge información en 49 sentencias.
TIPO DE DELITO
En cuanto al tipo de delito cometido, fue el de agresión sexual en seis de cada diez casos en los que la víctima era una mujer adulta (60,3 %); los abusos sexuales supusieron el 11,1 % y el asesinato el 3,2 por ciento. Cuando las víctimas son menores de edad, el delito predominante es el abuso sexual, cometido casi en la mitad de los casos (48,6 %), de los cuales fueron abusos sexuales continuados el 57,7 por ciento.
El segundo delito más cometido sobre niñas y niños fue la agresión sexual, con un 28,1 %, siendo continuadas el 53,6 % de ellas. Los delitos relacionados con la pornografía representaron el 6,5%, mientras que los vinculados con la prostitución de menores fueron el 4,7 % de los analizados.
CARACTERÍSTICAS DEL AGRESOR
El agresor es mayoritariamente un varón, tanto cuando las víctimas son adultas (100 %) como cuando son menores (93,8 %), aunque en este último tipo de violencia sexual se han dado supuestos de mujeres agresoras (1,5 %) y de agresores mixtos (4,7 %). El agresor es, además, una persona conocida por la víctima, situación que se produce en el 65,7 % de las agresiones sexuales cometidas sobre mujeres adultas y en el 75,3 % de las cometidas sobre niños y niñas, si bien la procedencia de la relación es diferente según el tipo de víctima.
Cuando las víctimas son menores de edad, la diferencia radica en que, en este caso, la mayoría de los agresores (37,7 %) forman parte de la familia; son conocidos a través de las relaciones familiares y de vecindad (31,2 %) o conocidos del ámbito educativo, de ocio o deportes (24,7 %). En un 7,8 % de los casos, el contacto entre el agresor y el menor se produjo a través de las redes sociales.
CONSECUENCIAS PARA LAS VÍCTIMAS
Un tercio de las mujeres víctimas de violencia sexual (31,1 %) sufrieron lesiones físicas leves; un 27,9 %, lesiones psicológicas graves y un 26,2 %, lesiones psicológicas leves. Las lesiones físicas graves estuvieron presentes en el 11,5 % de las víctimas y en dos de los casos (3,3 %), a la violencia sexual le siguió el homicidio de la mujer. En su conjunto, las lesiones psicológicas son más frecuentes que las físicas y suponen el 54,1 % del total.
Al igual que en los adultos, las consecuencias más frecuentes de la violencia sexual en las víctimas menores de edad son las del plano psíquico, que afectan a 8 de cada 10 niños y niñas (84,1 %). Entre ellas, las predominantes (59,1 % de los casos) fueron de carácter grave, probablemente como consecuencia de la larga duración de las situaciones de violencia, la repetición de los hechos, las amenazas utilizadas para que no cuenten lo que les está sucediendo y el consiguiente aislamiento de la víctima. Le siguen las lesiones psicológicas leves (25 %), las lesiones físicas leves (6,8 %) y las lesiones físicas graves (4,4 %).
En uno de los casos analizados, la violencia sexual condujo al homicidio de una niña, representando el 2,3 % de las víctimas menores.
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