Con el nuevo nombre y cambio de imagen corporativa de Martín Molina, basado en los apellidos del fundador Pedro Bautista Martín Molina, se quiere afrontar una nueva etapa más globalizada y digital. Esta transformación también se traslada a la página web, más orientada al cliente y con un blog con noticias de actualidad.
No se trata de un simple cambio de logotipo y un nombre improvisado sino que es fruto de una profunda reflexión y de una estrategia concreta. Muchas empresas pasan por este proceso de transformación y encontramos ejemplos muy curiosos.
Parte del equipo de Martín Molina
Cambio de imagen, cambio de rumbo
Uno de los más recientes es el de Gas Natural Fenosa a Naturgy y según Francisco Reynés, presidente del grupo energétic “La compañía necesitaba una denominación que demuestre la aspiración internacional y que se reconozca como una empresa energética”.
Por su parte BlaBlaCar anunció una remodelación de su logotipo e identidad corporativa. Con esta nueva imagen de marca, abandona los tres colores anteriores y cambia la tipografía por una más seria para demostrar que la compañía ha madurado.
Desvinculación de matriz y filial
En el caso de compañías matrices que se quieren diferenciar de sus filiales podemos destacar que cuando Jazztel fue adquirida por Orange, abandonó el naranja, color reservado a la matriz del grupo y también cambió su tipografía por una más sencilla y en minúsculas. Por su parte, Openbank, banca online Grupo Banco Santander, suprimió en su logo cualquier referencia a su matriz y abanderó su cambio en torno al símbolo de una llave, construida con las iniciales de la marca, la cual pretende representar la apertura y la oportunidad.
Pedro Martín Molina en el Colegio de Abogados de Madrid
En lo que se refiere a marcas relacionadas con las nuevas tecnologías, podemos hacer referencia al cambio de Mozilla, que se nutrió de las aportaciones de los usuarios y explicó en su blog: “Estamos tan comprometidos con hacer de Internet un recurso global público y saludable, abierto y accesible a todo el mundo, que hemos metido el lenguaje de Internet dentro de nuestra nueva imagen”.
Por su parte, Instagram pasó de un logo retro a uno mucho más minimalista, haciendo gala de la nueva Comunidad en la que se había convertido.
Historias que hay detrás de los logos
Una de las historias que más me gustan es la de Apple, existe una versión en la que aseguran que su origen se encuentra en la figura de Alan Turing, un famoso matemático y descifrador de códigos. Cuando iba a ser detenido en 1954, mordió una manzana con cianuro para suicidarse, evitando así ser apresado. Y muchos dicen que es de ahí de donde viene la famosa manzana. Otros aseguran que el mordisco se refiere a morder en inglés “bite”, es decir, un guiño a los “bytes” informáticos. La segunda hipótesis es que Jobs era fan de The Beatles, que grababan con el sello discográfico AppleRecords, y de ahí el nombre.
La nueva sede de Martín Molina, en Castellana 13
Nada es producto del azar
Entre los entresijos de los logotipos podemos revelar que la H de Hyundai simboliza a dos personas que se dan la mano, o que la marca Adidas se creó a partir del nombre de su fundador Adolf Dassler. Asimismo, en el logotipo de Amazon se distingue una flecha blanca que parece una sonrisa y que señala las letras A y Z, indicando que tiene todo. Y en el logo de chocolatera Toblerone se esconde un oso, precisamente porque tiene base en Suiza, conocida como la “ciudad de los osos”. Igualmente La Caixa, intensifica sus orígenes, apostando por un logo que recuerda a Joan Miró, icono de la cultura catalana.
Por ser la punta del iceberg en la comunicación de un negocio, un buen logotipo ha de ser legible, reproducible, escalable, distinguible y resultar memorable. Siendo el color uno de los elementos fundamentales por sus significados: Verde: esperanza, naturaleza; Naranja: alegría, diversión; Rojo: pasión, urgencia, amor; Azul: tecnología, confianza; y Negro: lujo, exclusividad. De igual modo, son importantes la forma y las proporciones del espacio y el tipo de letra: clasificándose en Serif y Sans Serif. Las primeras tienen detalles adicionales en los bordes de los contornos de las fuentes, mientras que las Sans Serif carecen de dichos detalles, resultando estas últimas más informales.