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  • Los Sindicatos, ¿qué son?

Los sindicatos representan en nuestro país la defensa de los derechos de los trabajadores, el desarrollo económico y social y, en última instancia, aportan su contribución al mantenimiento de España como un Estado social y democrático de Derecho.

  • La situación actual de los Sindicatos

La sociedad española del siglo XXI es muy distinta de aquella que vió nacer a los primeros sindicatos a través de las primeras sociedades de socorros mutuos (autorizadas por una Real Orden Circular de 28 de febrero de 1839) y el primer sindicato obrero español, la Sociedad de Tejedores, integrada desde su fundación en la asociación Mutua de Obreros de la Industria Algodonera, fundada en 1840.

Seguro que, también, nos parecerá muy larga la distancia existente entre la sociedad actual con aquella coetánea con el origen de los sindicatos y el movimiento obrero español, es decir, con la creación de la Unión General de Trabajadores en 1888 o la Confederación Nacional del Trabajo 1910, o la creación de la Confederación Sindical de Comisiones Obreras en 1976, aunque su origen se remonte a las primeras comisiones de trabajadores creadas en Asturias y León en la década de 1960.

Desde la llegada de la democracia a España a finales de la década de los 70 del siglo pasado, la sociedad española ha venido experimentando cambios de toda índole y de forma exponencial. En el ámbito mundial, la llegada de la globalización, las alteraciones medioambientales y climáticas, los cambios económicos, demográficos y tecnológicos, llevan años modificando profundamente los mercados laborales actuales tan diferentes ya de los conocidos en el siglo pasado.

Tanto a nivel mundial como en España, la afiliación sindical ha ido mermando paulatinamente, y con ello la capacidad de los sindicatos para organizar y prestar servicios a los trabajadores.

En España los efectos de la reducción de sus niveles de afiliación han resultado ser menos evidentes, dada la configuración legal de sus complejas fuentes de financiación, donde podríamos, simplificando, diferenciar entre dos:

  • La pública: se modula en función del grado de representación que ostenten en las empresas.
  • La privada: conformada, entre otras, por donaciones, cuotas sindicales, servicios varios, etc., le permite una reducida dependencia de dichas cuotas sindicales.

En todo caso, las transformaciones sociales y económicas de los países, los cambios productivos derivados de la globalización con el crecimiento de empleos de servicios en detrimento de los productivos, configuran una realidad donde los trabajos indefinidos y “para toda la vida” tan común en décadas pasadas, han dado paso a un tejido productivo precario y de peor calidad con trabajadores temporales, por cuenta propia o falsos autónomos, trabajadores de la economía informal y de las plataformas digitales que no encuentran en los sindicatos del siglo XX el apoyo y defensa que anuncian.

Los sindicatos deben reinventarse, deben encontrar nuevas e innovadoras fórmulas para llegar a las personas trabajadoras del siglo XXI y a sus necesidades. Los sindicatos deben reformular el diálogo social y tender puentes con las organizaciones empresariales para mantener la defensa de los derechos de los trabajadores.

Además, la reciente crisis de COVID-19 que venimos sufriendo, ha puesto de manifiesto los problemas existentes, agravándolos aún más si cabe sobre las condiciones de trabajo y los déficits en formación, en la seguridad y salud en el trabajo, en prevención de riesgos laborales asociados a las nuevas formas de prestación de servicios, etc.

Entre todos los escenarios posibles para los sindicatos, ¿cuál es el más probable? ¿cuál es más deseable?

Sin duda, la hipótesis más favorable para los sindicatos es la de la revitalización, según la cual los sindicatos evolucionan y encuentran tácticas innovadoras que les permitan mejorar tanto sus niveles de afiliación y participación de los trabajadores como acceder a nuevas y plurales fuentes de financiación.

En este contexto, los sindicatos pueden optar a formar coaliciones con otras organizaciones sociales y no gubernamentales, y con otros interlocutores sociales para poder atender a las necesidades de todos los trabajadores, no solo los de los sectores en los que tradicionalmente han sido fuertes (grandes industrias, el sector público, etc.), sino especialmente aquellos trabajadores más precarios y de sectores tradicionalmente menos representados.

 




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